Nancy estuvo toda la tarde con Trevor trabajando en su reportaje, por lo que no había tenido tiempo siquiera de mirar su teléfono. Ahora el fotógrafo invitaba a la chica a comer algo ligero sentados en una banca en el parque mientras el atardecer hacía su espectáculo de colores en el cielo.Entre más la miraba, más se sentía atraído por ella. No entendía por qué antes no se había fijado en sus hermosos ojos grandes y brillantes, en esa sonrisa tan dulce que le hacía latir con fuerza el corazón y, en especial, cómo había sido tan tonto de no darse cuenta en que tenía curvas mortales para todo aquel que las viera. Le gustaba de pies a cabeza y no permitiría que otro hombre se quedara con ella.—Aquí tienes tu hamburguesa doble carne —le entregó a la chica, dándole una sonrisa divertida—. Tengo una duda.—¿Cuál?Nancy abrió la hamburguesa ajena a los pensamientos del hombre y le dio un gran mordisco, deleitándose con los sabores y soltando un gemido satisfactorio que tensó a su receptor.
La lluvia repiqueteaba con fuerza en la ventana y afuera hacía un frío del infierno que calaba hondo en los huesos de las personas. Nancy, que observaba la copiosa lluvia con una taza caliente de chocolate en sus manos y cubierta con una manta de algodón por los hombros, soltó un largo y profundo suspiro mientras se dejaba gobernar por los recuerdos de sus padres. El cielo estaba cubierto de un nebuloso manto gris y así como el día se sentía frío, triste y solitario, así mismo se sentía ella. Hacía días no sentía ese sentimiento que la llevó a ser una chica solitaria y esconder su dolor tras una sonrisa, pero de nuevo lo estaba sintiendo y ahora era más intenso que antes y no lograba entender por qué el dolor en su pecho persistía.Tal vez era porque extrañaba en demasía a sus padres y quería que la vida fuese como cuando era una niña y ellos estaban para darle ánimos y fuerzas. Quizás se sentía agotada física y mentalmente de la universidad y de trabajar arduamente en el restaurante
La casa de campo de los padres de Carla era pequeña, pero bastante acogedora para la opinión de todos. Quedaba a las afueras de la ciudad y estaba rodeada de un inmenso campo y un pequeño lago.Solían ir allí cuando eran pequeños a celebrar algún cumpleaños o pasar las festividades. Nancy recordó que la última vez que estuvo en la casa de su amiga fue cuando su madre cumplió años.Habían pasado varios años de eso, así que fue inevitable no llenarse de recuerdos y sonreír con nostalgia ante ellos.Soltando un suspiro, tomó sus maletas y entró a la casa seguido de su abuela y el resto de su familia. Todos estaban emocionados, después de todo, hacía mucho que no tomaban unas pequeñas vacaciones. La más animada y que correteaba por todo el lugar era Victoria, emocionada de ir a explorar los alrededores y la casa misma.Cada uno se instaló y acomodó sus cosas. En la tarde irían al lago a pasar un día relajante, alimentando los patos y jugando juegos de mesa como en los viejos tiempos.Cier
Nancy se zafó del suave agarre del hombre y se giró para verlo y asegurarse que no se trataba de su imaginación haciendo de las suyas. En cuanto vio esa mirada entre azulada y verdosa y esa sonrisa tan encantadora, no aguantó más y saltó sobre él, abrazándolo con todas sus fuerzas mientras sentía la necesidad de echarse a llorar.No comprendía lo que le sucedía y por qué estaba tan sentimental, pero verlo ante ella le generaba cientos de sentimientos encontrados.Mason, por su parte, estrechó con fuerza a la joven entre sus brazos y aspiró el aroma de su perfume, sintiendo paz en su alma.Todas las dudas que sentía en su corazón se esfumaron de la nada ante tal recibimiento, en especial, cuando ella se levantó en sus propios pies y lo besó con tanta ternura y extrañeza, abrazándolo y acercándolo a su cuerpo lo que más podía.Las manos del hombre vagaron por su espalda hasta su cabello y profundizó un beso que en cuestión de segundos se volvió intenso y apasionado. Se besaban con la ur
Las pequeñas vacaciones de Nancy fueron las mejores de toda su vida. Celebró un año más de vida de su abuela, compartió con sus hermanos y familia y su amor por Mason se acrecentó en cuestión de horas.Esa chica triste y de mirada preocupada se desvaneció de la nada, de la misma forma en la que apareció. Mason inyectaba alegría pura a su vida, haciendo de ella una joven risueña, positiva y con grandes ganas de salir adelante. Al regresar a su rutina diaria, luego de aquel descanso para la familia Brooks, tomaron la decisión de contratar dos personas que le ayudaran a la abuela en el restaurante. Ella se negaba a dejar de trabajar, es por ello, que sus nietos le pusieron condiciones a la anciana mujer, después de todo, su salud empezaba a deteriorarse y lo menos que querían era que su abuela enfermara. Además de que ya no estaba en edad para hacer sacrificios tan grandes, sabiendo que ellos podían valerse por su propia cuenta y empezar a velar por ella. El restaurante cada día se hac
A Nancy no le gustaba mentirle a su abuela, pero en ese caso no podría decirle que se quedaría con Mason. Eso desencadenaría que una charla que sabía muy bien se llevaría a cabo y se sentiría avergonzada de que su abuela supiera que había mantenido intimidad con su novio.En cuanto salió de la casa, caminó un par de calles antes de encontrarse con su novio. Entre risillas cómplices y nerviosas, se dirigieron al hotel en el que él se estaba hospedando.Nancy llamó a su amiga para pedirle que la encubriera, lo que la llevó a decirle que se quedaría con Mason, burlas y comentarios sátiros que hacían sonrojar a la morena. Pero al final, le dijo que no se preocupara por nada, que le diría incluso que se quedaría por el resto de semana con ella, sabiendo muy bien que la pareja debía desfogar toda su pasión.—No me gusta mentirle a mi abuela.—Es por una buena causa, ¿no crees, mi amor?La chica enarcó una ceja y él soltó una risita, antes de acercarse a ella y proclamar sus labios como suyo
Por una semana entera, Nancy y Mason vivieron en una burbuja de amor que nadie podía quebrantar. Ambos vivían en lo más alto del cielo, amándose como tanto lo aclamaban sus corazones en el nido que construyeron con sus interminables besos y caricias.Aunque ella le dijo a su abuela que se quedaría en casa de su amiga Carla, la anciana no era tonta. Sabía a la perfección que su nieta se quedaba con su novio. Ya Nancy no era ninguna niña para saberse cuidar, y ella no era quién para interponerse en la felicidad de sus nietos. Suficiente habían sufrido con la partida de sus padres. Ella lo único que deseaba era verlos felices. —¿Por qué no te quedas en casa? —la pregunta tomó por sorpresa a la pareja, en especial a Nancy que no podía creer lo que su abuela estaba diciéndole a su novio—. Pagar hotel te debe salir un ojo de la cara. —Sra. Brooks no quiero incomodarlos. Créeme, no tengo problema alguno en pagar hotel. —En casa hay una habitación disponible para que te quedes, además, lo
El pueblo de donde Mason era procedente quedaba a cuatro horas y media de la ciudad de donde Nancy vivía, por lo que ella tuvo tiempo suficiente para pensar y mermar los nervios que sentía en su interior.Conocer a la familia de su novio era un paso importante para su relación, le hacía pensar que todo iba muy en serio entre ellos y ese hecho la hacía sentir feliz y emocionada.Admiró el paisaje desde la ventana del bus y se maravilló con lo bonito que era el lugar. Había extensos campos y ríos de agua cristalina que parecían sacados de un cuento. Ella veía todo con ojos brillantes y una sonrisa en los labios.En cuanto el conductor avisó la parada en un pueblo que apenas había oído hablar, Mason se levantó de su silla y le extendió la mano, dándole la señal de que habían llegado a su destino.Nancy frunció el ceño y miró hacia afuera. No se veía una sola casa por los alrededores, todo era un campo extenso que parecía no tener fin.Bajaron del bus con sus equipajes y Mason tomó a su n