Cuando el amor no lo es todo
Cuando el amor no lo es todo
Por: Almy G. B.
Capítulo 1.

Un suave golpe en la puerta me hizo quitar la vista del ordenador, levante la vista y vi como Carter entraba en la oficina con un ceño fruncido.

—¿Qué pasa? —me quite las gafas y centré mi atención en él.

—¿Qué pasa? —me miró con incredulidad— ¿Tú me preguntas que pasa?

Enarque una ceja.

—Tu eres quien está entrando como si le hubieran dado una patada en el culo —escupí.

—Será porque tú no has hecho más que ignorarme toda la noche —dijo inclinándose en el escritorio—. ¿Qué está mal Ángela? 

Suspire negando con la cabeza.

—El restaurant estuvo abarrotado de gente hoy y no puedo darme el lujo de distraerme en estupideces —sisee.

Carter me miró y se pasó una mano por el rostro, su largo cabello negro rosó su frente y suspiró.

—¿Tiene esto algo que ver con el beso que me dio Rosaura ayer?

Si, había dado en el clavo. Rosaura lo había besado frente a mí ayer y yo le había ignorado a él por completo desde entonces por el simple hecho de que no quería que se diera cuenta de mis celos.

—No, para nada —dije mirando a otro lado.

Lo oí resoplar y luego caminar. Dando vuelta a mi silla para encararlo se arrodillo frente a mí.

—¿Cuántas veces tenemos que tener esta conversación? —preguntó—. Joder Ángela, no me gusta Rosaura, ni Elena, ni nadie que no seas tú 

—Carter…

—No, escúchame tú a mí. Me costó mucho lograr que aceptaras salir conmigo ¿Crees que lo arruinaría así por así en tan poco tiempo?

Suspiré.

—No lo sé Carter, ella… —mordí mi labio— es de tu edad

—¿Y eso qué? Te he dicho que no me importa —acarició mis muslos desnudos.

Pero a mí sí y esa era la principal razón por la que estuve tan reacia a estar con él. No solo es el hecho de que trabaje para mí, también lo está el que él es siete años menor.

—Sé que a ti tampoco —inquirió—. Al principio sí y solo Dios sabe lo mucho que batallé hasta que por fin decidieras dejar de pensar en eso —sus manos hurgaron más arriba haciéndome estremecer—. Aún recuerdo como tuve que recurrir a medidas drásticas para hacerte aceptar que sentías algo por mí

Y de solo recordar como habíamos terminado follando en el baño del restaurant me hacía sentir mojada.

—No intentes seducirme para que olvide lo que sucedió —le dije deteniendo sus manos que ahora ya se encontraban acariciando el borde de mi tanga—, ella te beso

—¡Piensa que estoy disponible! —exclamó— y todo porque tú no has querido hacer nuestra relación publica

Y no lo haría… no solo porque él tuviera veintidós y yo veintinueve sino porque comenzarían a hablar sobre su puesto en Le’ Pettite y lo menos que necesito ahorita es problemas con mis empleados.

—Sabes porque no podemos dejar que nadie del trabajo lo sepa 

—Entonces deja de cabrearte por algo donde no tengo la culpa

Lo fulminé con la mirada.

—¿Estás diciendo que es mi culpa que te besara?

Él negó con la cabeza.

—Solo digo que si supieran que estamos juntos no tendría que aguantar a Rosaura o a cualquier otra coqueteándome cada vez que me ve, me tiene harto

Reí.

—Pero que mala suerte la tuya —ironicé.

—Vamos Ángela, dejemos esto. No vale la pena estar enojados por una estupidez como esta 

Él tenía razón, todo esto era —en parte— por mi estúpida inseguridad pero Carter no dejó que pensara más, levantó el brazo y enredando los dedos en mi cabello me inclinó hasta sus labios. Le rodee el cuello con mis brazos y abrí los labios para saborearle. Mmm sabía a especias, como siempre luego de pasar toda una noche cocinando pero creo que era lo que más me gustaba que el.

Volviendo a levantarme el vestido tiro del borde de la tanga, esta vez con la suficiente fuerza para romperla. Gruñí separándome de él.

—Aquí no

Sonrió.

—No sería la primera vez

Lo sabía pero esta noche…

—Quiero tu cama —susurre besándole el cuello—, no el escritorio o el sofá, tu cama

Gimió bajo cuando lamí y me sujetó fuerte de las caderas.

—No vuelvas a hacer eso si quieres llegar a casa vestida

Sonreí.

—Entonces vámonos 

Gemí fuertemente cuando el orgasmo se apoderó de mí. Carter dio un grito gutural encontrando su liberación y vaciándose por completo en mí. Su cuerpo laxo cayó sobre el mío —sin aplastarme— y escondió su cabeza en mi cuello, con la respiración tan entrecortada como la mía.

—Estoy tan agradecido de que tomes la píldora —susurró roncamente en mi oído.

—Yo también —concordé—. De no ser así habría corrido el riesgo de un embarazo durante nuestro primer arrebato de pasión en Le’ Pettite.

—Lo siento por eso pero yo no iba con la intención de tener sexo contigo 

—Oh claro que no —ironicé—, solo ibas a besarme

—Exacto —me miró a los ojos—, pero me alegro de ir más allá 

Alcé mi mano y acaricie su mejilla. Admiré lo profundo de sus ojos color chocolate y la perfección de sus labios carnosos. Pasé mi lengua alrededor de estos y luego lo besé. 

Pude sentir como comenzaba a endurecerse nuevamente su miembro en mi interior y aunque deseaba con todas mis fuerzas pasar la noche con él, haciéndolo correrse de cincuenta maneras diferentes… no podía.

—Para —dije apartándome.

—¿Estás de coña? —preguntó desplazándose a mi cuello—. No puedes excitarme y luego decirme “para” 

—No Carter tu no entiendes yo… oh —cerré los ojos y gemí sintiendo su lengua en mi pezón izquierdo.

—¿Tu? —preguntó en tono burlón desplazándose a mi otro pezón.

—Tengo, una… una cita mañana 

—¿Qué clase de cita? —levantó la cabeza dejando a la vista mis pezones perfectamente duros y erguidos, gracias a sus atenciones—. ¿Negocios? —negué, frunció el ceño—. ¿Personal? —asentí—. ¿Qué tan personal?

—¿Qué se supone que significa eso?

Sonrió malvada mente.

—Significa que tú me cabreas porque otra me besa pero tú vas a tener una cita con otro

Ohh está celoso.

—No es lo que crees Carter 

—Oh por supuesto que no lo es —se desplazó más abajo hasta quedar arrodillado entre mis piernas—, porque dudo que tú quieras compartir esto con otro ¿Verdad?

—Tu no lo entiendes Carter, es… ah —mordí mi labio cuando sentí como lamía mi hinchado clítoris y me penetraba con dos de sus dedos.

—Seguramente otro gilipollas que se cree lo suficientemente bueno para meterse en tus bragas —dijo acariciando ese dulce lugar en mi interior que me llevo hasta el borde.

—Cla… claro que no Carter

Me miró con ojos inquisidores deteniendo sus caricias.

Mierda.

—¿No lo es?

Negué.

—Veré a mi padre

Una mirada confusa centelleó en su rostro.

—Nunca hablas de tu padre —puntualizó.

E so era cierto y no estaba dispuesta a hacerlo ahora que estaba al borde del orgasmo.

—No es muy cómodo hablar de él en esta situación —arquee las caderas en una silenciosa invitación.

Carter sonrió.

—¿Debería dejarte tal cual pensabas dejarme tu hace un rato?

—No Carter por favor —dije estirando las manos para alcanzar su miembro, él me detuvo.

—Oh no, no lo mereces

Abrí mis ojos con ganas de matarlo.

—No solo por casi dejarme con las pelotas azules, sino también por no contarme lo de tu padre ¿Cuándo pensabas decírmelo? 

—No ahora por supuesto, mañana luego de verlo tal vez

Carter sacudió la cabeza, pero me dio lo que quería.

Arquee mi espalda mientras lo sentía introducirse lentamente en mí. Mi deseo se incrementó en una décima de segundo llevándome aún más cerca de la liberación.

—Por favor —rogué.

—Impaciente como siempre —sonrió—. ¿Debería dejar que te corras?

—Tú también lo deseas —jadee.

Él sonrió y comenzó a moverse, rápido. Oh si, justo lo que quería. Sabía que no tardaría mucho y Carter tampoco. Sentí su mano entre nosotros y su dedo pulgar presionó mi clítoris.

—Córrete para mí Ángela

No hacía falta que lo pidiera dos veces.

Grité su nombre al tiempo que clavaba mis uñas en sus anchos hombros. Carter mordió mi cuello gruñendo, alcanzando su clímax y luego se quedó quieto.

—Pensé que confiabas en mí —me susurró.

—Confío en ti

Se separó lo suficiente para mirarme a los ojos.

—No demuestras eso cuando me ocultas cosas, sabes que no me gustan los secretos

Mi corazón se oprimió.

Yo no era la persona más sincera del mundo, Dios y Simone sabían lo mucho que había mentido a lo largo de mi vida pero fue la única manera de sobrevivir. Y aun ahora, había partes de mí que ningún hombre aceptaba y aunque Carter parecía diferente pero no podía arriesgarme. No había manera de saber si él estaba preparado para conocer mi verdad y aunque tarde o temprano tendría que contárselo… prefería que fuera tarde.

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