Era un bip intenso que sonaba de fondo lo primero que sintió, después, una manta cálida y pesada le rodeaba el cuerpo. Trató de moverse, pero no pudo, había algo que impedía que sus brazos lograran reaccionar.
Poco a poco fue entrando en un estado de lucides agridulce, un dolor incómodo le llenó el cuerpo y una punzada en el abdomen hizo que se quejara. Abrió los ojos con dificultad, estaba mareada y veía borroso. Junto a ella había alguien que dormitaba sobre la camilla a su lado.
—Emanuel —le dijo, tenía la garganta tan seca que la voz le salió irreconocible. La persona a su lado se puso de pie y la miró con los ojos abiertos.
—Elisa.
—¿Mamá? —la mujer tenía los ojos llenos de lágrimas y le dio varios besos en la cara.
—Ya estás bien mi amor —le dijo —estás a sa
Elisa abrió la puerta del departamento y cuando la empujó la recibió un fuerte olor a polvo. Frunció el ceño, ¿cómo era posible si apenas habían pasado cuatro días? Caminó despacio y dejó el pequeño bolso sobre la barra de la cocina, su madre entró empujando la silla de ruedas de Emanuel y Noel traía el enorme bolso de ropa y cosas que habían acumulado en el hospital. Elisa le sonrió a su madre, era una escena bastante extraña el verla empujar una silla de ruedas con un muy frustrado Emanuel en ella, pero la mujer no le devolvió la sonrisa, seguía enojada por todo aquello con el programa CERBERO y más porque Elisa se negó a terminar de sanar en su casa, le recordó que aún tenían que guardar las apariencias y la mujer había chasqueado la lengua con fastidio. —Noel dame las muletas —le dijo Emanuel a su amigo y cuando este se las tendió el rubio la usó de inmediato, pero estaban mal calibradas y le quedaban un poco pequeñas. —No creo que debas subir las
Cuadro Elisa despertó estaba sola en la cama, era bastante temprano y la luz del sol comenzaba a colarse por toda la habitación. Se irguió recostándose en el cabecero de la cama y escucho ruidos en el baño, así que se levantó despacio y encontró a Emanuel, sostenido de solo una muleta y con el yeso levantado intentando conservar el equilibrio para hacer del baño.—¿Te ayudo? —le preguntó ella y él dio un respingo.—No, Tranquila, yo puedo, soy muy capaz — Elisa lo ignoró, y lo abrazó por la espalda ayudándolo a sostener el equilibrio —esto es humillante.—No seas cobarde —le dijo ella y mordió con suavidad la piel desnuda de su espalda —es sólo mes y medio.—Es mucho para mí, en mes y medio perderé todos mis músculos —Elisa rio y aspiró el olor del hom
Pasaron dos semanas y Elisa había recuperado casi por completo sus fuerzas, la herida cicatrizaba bastante bien y cada mañana se levantaba con más energía, Emanuel, por el contrario, seguía con el yeso bien pegado a la pierna, aunque la herida de la bala había sanado antes que la de Elisa.Estaban recostados frente a frente en la mañana del lunes y Emanuel tenía una peculiar pereza ese día, y se la había contagiado a Elisa, por lo que eran más de las siete de la mañana y seguían en la cama.Con suavidad Elisa acarició el pecho desnudo de Emanuel y le dejó un casto beso en la mejilla. Desde que se habían manoseado la primera noche después de llegar del hospital, las cosas entre ellos se habían puesto más intensas; dormían y se tocaban juntos todas las noches, pero Elisa tenía miedo de llegar más allá, no era vir
—Vives en un edificio privado, ¿cómo es que el vigilante dejó entrar un extraño hasta tu perta? —le preguntó Alexei a Emanuel, el hombre ya estaba perdiendo la compostura.—Se presentó como un domicilio, y en las cámaras de seguridad no se logra ver su rostro —le contestó él y el mayor se dejó car en el mueble. Los cuatro hermanos Alcántara se habían reunido en la casa de Emanuel, junto con un detective y varios policías.—¿Explíquenme por qué esos tales sufragios significan una amenaza? —peguntó Paloma, la chica estaba nerviosa y pálida, y había bajado varios kilos desde que Elisa la había visto por última vez. El detective de la policía, un hombre entrado en los cuarenta alto y buen mozo, tomó la palabra.—Los sufragios normal mente se utilizan en los vel
Elisa se sentó en el mueble con paloma después de ayudar a duchar a Emanuel y dejarlo profundamente dormido en su cama.—Estaba agotado —le dijo y la muchacha asintió con la cabeza únicamente, desde que habían llegado Elisa la sentía más retraída y pensativa.—Parece que se la llevan mejor —le comentó y Elisa meneó la cabeza —Mucho mejor —estiró la mano y movió el cuello de la camisa de Elisa destapando un poco de piel.—No me digas que es un chupetón —le preguntó Elisa y la muchacha asintió —No debiste ver eso —le dijo azorada y se cubrió el rostro con las manos y paloma dio una amplia sonrisa.—No, si me parece genial, me alegro mucho por mi hermano, ya era hora de que encontrara a alguien. ¿Quién se iba a imaginar que CERBERO haría esto? —Elisa asinti
Elisa estaba acostada en la cama junto a Emanuel que revisaba algunos ajustes que ella le había hecho a los diseños, tenía la mirada perdida en el el techo y se preguntaba si lo que había hecho era lo correcto.Cuando el detective volvió a preguntar si alguien lo reconocía ella había dicho que sí, ¿qué más podía hacer? Conocía a Felipe de toda la vida, y también sabía que no andaba en buenos pasos, pero de ahí a ser un asesino, nunca se le había pasado por la cabeza; A pesar de todo no debía protegerlo, era un asesino, pero no pudo sacarse la imagen de su madre de la cabeza, ¿cómo reaccionaría la mujer al darse cuenta de que su hijo había matado a un policía? No lo quiso ni imaginar.—Con los ajustes quedaron perfectos estos diseños —le dijo Emanuel —tienes mucho talento &md
Elisa había llegado después del almuerzo al departamento, y había encontrado a un atareado Emanuel en la cocina, tratando de sostener el equilibrio mientras movía algo en el sartén.—Llegas temprano —le dijo en cuanto la vio.—Si, solo quería charlar un rato con mamá —le mintió, pero ¿qué otra opción tenía? —¿por qué no ordenarse algo? —él se encogió de hombros.—Quería hacer el almuerzo, tú siempre has hecho la comida —Elisa miró la mesa de trabajo, el computador estaba cerrado y había papeles tirados por ahí. Prefirió no preguntar, estaba notando que Emanuel cada vez pasaba menos tiempo en el trabajo, tal vez estuviera con los nervios de punta por todo lo que había pasado igual que todos.—Pues genial, voy a bañarme y vengo a probar tu
Esperaron con el cuerpo tembloroso a que el muchacho se alejara, y un minuto después de que saliera por la ventana Luis salió estrepitosamente del armario con Elisa agarrada por la muñeca. Salieron y corrieron con todas las fuerzas hacia el auto, pero Elisa aún se sentía agotada y débil, le dolía la herida y le costaba respirar.—Ve tú —le dijo a Luis y se detuvo a recuperar el aliento, pero él la tomó de nuevo por la muñeca y la jaló con fuerza.—No voy a dejarte aquí, no seas ridícula, así que corre —cuando vieron el auto a lo lejos distinguieron una figura alta de hombros anchos de píe junto al vehículo y Elisa lo reconoció de inmediato, era Andrés.—Es el hermano de Felipe —le dijo a Luis y en cuanto lo alcanzaron el hombre tomó al muchacho por el cuello de la camisa y lo empujó