24. El sufragio.

Pasaron dos semanas y Elisa había recuperado casi por completo sus fuerzas, la herida cicatrizaba bastante bien y cada mañana se levantaba con más energía, Emanuel, por el contrario, seguía con el yeso bien pegado a la pierna, aunque la herida de la bala había sanado antes que la de Elisa.

Estaban recostados frente a frente en la mañana del lunes y Emanuel tenía una peculiar pereza ese día, y se la había contagiado a Elisa, por lo que eran más de las siete de la mañana y seguían en la cama.

Con suavidad Elisa acarició el pecho desnudo de Emanuel y le dejó un casto beso en la mejilla. Desde que se habían manoseado la primera noche después de llegar del hospital, las cosas entre ellos se habían puesto más intensas; dormían y se tocaban juntos todas las noches, pero Elisa tenía miedo de llegar más allá, no era vir

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