Mia RedfordAeropuerto Internacional John F. KennedyDespués de salir de la casa de rehabilitación donde estaba mi padre, Michael se había quedado pensativo. ¿Es por lo de la anulación de la boda de Abigail?— ¿Qué es lo que pasa en esa mente? —pregunté, él sonrió y negó sin quitar la mirada del tráfico, luego miró por el retrovisor por un momento fugaz, debe de estar confirmando que Alek y dos hombres de seguridad no nos hayan perdido de vista.—Es solo que pienso que ha sido bastante por el día de hoy. Ya quiero irme del país y poder disfrutar de unas vacaciones.—Sí, ha sido bastantes emociones últimamente. Ya deseo tirarme sobre la arena en mi traje de baño y tomar el sol. —le sonreí emocionada, después de tanto ajetreo, necesitábamos un poco de paz. Mi celular sonó y era un número desconocido, algo extraño—Pero nadie tiene mi nuevo número, solo tu familia y mi padre.— ¿No vas a contestar? —preguntó Michael y yo negué.—No sé quién es. —él arrugó su ceño, me extendió la mano para
Michael Redford En algún lugar volando por el océano… Los ojos de Mia se abrieron poco a poco hasta ya no poderlos abrir más, pasó saliva sin dejar de mirarme, luego su ceño lo contrajo. — ¿Qué? —susurró. —Quiero un hijo. Contigo. Quiero ser padre contigo. —nunca me había sentido tan seguro en mi vida una vez que dije esas palabras, hasta yo estaba sorprendido. — ¿Estás escuchando lo que ha salido de tu boca, Michael? —se movió en su mismo lugar para acomodarse y verme de enfrente, mi mano que estaba descansando en su vientre bajo, ahora estaba en su cadera. —Sí, afortunadamente aun puedo escuchar lo que he dicho, aprovechemos que aún tengo oídos sanos y lo mejor, recuerdo perfectamente cómo hacerte venir con mi boca. —No estoy bromeando y no te desvíes con esa sensual boca, dijiste que no querías hijos, y te dije que yo tampoco. ¿Qué es lo que ha cambiado? —pude ver que aún no se creía lo que acababa de salir de mi boca, yo suspiré. — ¿Qué ha cambiado? No lo sé. Solo lo empecé
Mia RedfordCaminé descalza por el frío piso de mármol negro que daba a una gran sala, el lugar estaba frío como si hubieran dejado las ventanas abiertas en pleno invierno, me abracé a mí misma mientras di un recorrido por el lugar.— ¿Michael? —lo llamé, entonces apareció su silueta alta y fornida dando la espalda, él parado frente a una gran ventana estilo francesa. — ¿Michael? —volví a llamarlo cuando se volvió tenía algo entre los brazos, arrugué mi ceño intentando ver bien.—Es nuestro hijo, Mia. —susurró y me hizo señas de que no hablara en voz alta para no despertarlo, bajé la mirada a mi vientre y estaba abultado, abrí mis ojos de par en par, impactada. —Y ahí tienes dos más para mí. —levanté mi mirada hacia a él. —Luego vendrán cinco más, ¿No estás feliz? Iremos por la niña...es cuando pararemos...—su voz enronqueció de manera que pareció la escena pareció de terror cuando sus ojos se volvieron oscuros y su boca la abrió para soltar un grito de ira para después acercarse a mí
Michael RedfordRestaurante La Osteria Francescana, Centro de Módena, Italia.— ¿Es bueno el lugar donde cenaremos? —preguntó Mia y yo afirmé de un movimiento de barbilla. El auto se detuvo frente al restaurante.—Es uno de mis favoritos de Italia. —uno de los hombres de seguridad abrió de mi lado la puerta del auto, bajé y me volví para extender la mano a Mia y ayudarle a bajar.—Gracias, —susurró, pasé mi mano por su cintura y la guie al interior del restaurante, había reservado para nosotros toda la terraza, no me importaba pagar el precio, pero si era para tener la privacidad con mi esposa, lo pagaría.— ¡Redford! —Exclamó el dueño del lugar— ¡Bienvenido!—Gracias, Massimo, te presento a mi esposa, Mia Redford. —él alzó sus cejas sorprendido.— ¡Vaya, vaya! ¡Felicidades, señores Redford! —felicitó a Mia con un beso en cada mejilla, y le sonrió. —Tiene a un buen hombre a su lado—le dijo y ella sonrió sonrojándose por completo.—Gracias, lo sé. —rodeó mi cintura y se pegó a mi costa
Capítulo 101. |Deseos carnales| Nora Douglas New York, Estados Unidos. La puerta de aquel departamento se abrió y pude notar como las ratas se escondieron a mi presencia, torcí mi boca con asco y entré, miré el lugar que me pensaban alquilar una pareja de señores ya mayores de edad. — ¿Te gusta el departamento? Tenemos otro de tres recamaras. —me volví a ellos. —Es perfecto, —dije, el esposo se sorprendió. —Me lo quedo, ¿Acepta efectivo? —pregunté y luego sonreí. Al salir del edificio repasé mentalmente lo que tenía que hacer, el chófer que había contratado para moverme por la ciudad, abrió de inmediato mi puerta, Caroline estaba en el interior y revisaba ansiosa su celular, al entrar y cerrar la puerta, la miré con el ceño arrugado. — ¿Qué es lo que haces ahora, Carol? —ella torció su labio irritada, puse los ojos en blanco y negué soltando un largo suspiro. —Ya te conseguí un lugar donde te puedes esconder por el momento. —acaricié su nuevo cambio de look, pero ella movió su ca
Michael Redford Viñedos "Bella vita" Italia Estiré mis brazos para buscar a Mia a mi lado pero el lugar estaba frío, abrí un ojo y la busqué por la habitación, ella no estaba, me senté de inmediato y me concentré en despertar, habíamos llegado y directo a la habitación, habíamos tenido sexo casi al amanecer, miré el reloj y marcaba las... ¿Qué? ¿Las diez de la mañana? ¿Y yo aun en cama? Dios mío, -me pasé ambas manos por el rostro para masajearlo- estaba haciendo cosas que no suelo hacer, solté un largo suspiro, "Es tu luna de miel, relájate" me dije a mi mismo mentalmente. La puerta fue abierta y ahí estaba Mia, con una charola con comida, el estómago me gruñó y ella sonrió al ver que me había llevado la mano a mi estómago. —Buenos días, bello durmiente. —sonrió, llevaba su pijama, el sexy de seda, había pedido estar preparados con todo para que ella y yo estuviéramos a solas, habían hecho las compras, limpiado y surtido todo lo necesario para dos semanas, ya mi mente tenía todo e
Mia Redford Viñedos "Bella vita" Italia Tercer día en la Toscana, Italia, y apenas salíamos de la habitación, esta vez volvimos a perdernos el uno en el otro y de nuevo casi al amanecer. Todo era tan tranquilo, sin preocupaciones, sin nada de tensión, comenzó a aflorar esa parte en que sus caricias comenzaron a salir más constantemente, me acariciaba como no lo había hecho antes, era como si estuviera conociendo un lado de él que era tan romántico que ni el mismo Michael supiese que lo tuviera. —Buenas tardes, señora Redford. —saludó Alek. —Buenas tardes, Michael está completamente dormido, pero necesito hacer unas compras, ¿Será que me puedes llevar? —él se tensó. — ¿Qué pasa? —No estoy autorizado a llevarla fuera de los viñedos sin autorización del señor Redford, señora. —alcé mis cejas. —Lo haces ver como si estuviera prisionera, solo quiero ir a un súper cerca para cocinar una receta y no tengo algunos ingredientes. —él se puso nervioso. —Hablaré con el señor Redford. —Ale
Mia Redford Viñedos "Bella vita" La Toscana, Italia Estaba sentada en una de las sillas de la isla de mármol de la cocina, concentrada agregando los ingredientes para hacer el pastel, Michael entró con un molde en sus manos.. —Conseguí con el que cuida los viñedos un molde nuevo, ¿Servirá? —sonreí por su ayuda. —Lo iba a hacer en un sartén, pero ese es más que perfecto. —le dije, se acercó y se inclinó para dejar un beso contra mi coronilla, sonreí por qué desde que habíamos llegado a los viñedos, lo sentía más amoroso que al principio de hacer real nuestra relación. Cada rato dejaba besos si no era en mi coronilla, frente o punta de mi nariz, detrás de mi oreja o cuello, pero estos últimos dos, era señal de que no solo quedaría en pequeñas muestras de cariño, era algo más intenso y sabía de inmediato que terminaríamos en la cama. Suspiré y sentí sus manos rodearme desde atrás, dejó su barbilla en mi hombro y se quedó atento a lo que estaba haciendo. — ¿Cuántos cumple mi señora? —