Leonardo se quedó en silencio, incapaz de mentir cuando ella lo miraba con esos ojos que lo leían hasta el alma. Y tuvo rabia contra sí mismo por no poder decirle en ese momento que no le importaba.No podía engañarla.-No… tiene razón. No puedo jurar eso… pero estoy seguro de lo que siento…-Y le creo… pero no estoy lista para ese riesgo. Prefiero renunciar a… Él la abrazó.-No lo diga… sólo quiero saber una cosa… y aceptaré que sigamos como hasta ahora. -¿Qué quiere saber?La tomó del mentón y susurró en voz grave, tan cerca que ella sintió su aliento tibio en los labios y se sintió ansiosa por saborearlo:-¿Me ama, señora Fritz?Emma tragó saliva y sintió cómo se estremecía.-Sí, señor Ares. Lo amo. Tanto como para desear que tenga lo que un hombre como usted merece y desea para su futuro... ¿Lo puede entender?Él asintió.-Sí… lo entiendo… perdón por presionarla. A veces me cuesta aceptar sus condiciones. Soy consciente de que ha cambiado muchas cosas en su vida por mi causa. N
Emma asintió.-Como yo la veo, señora Fritz, con todo lo del comedor, lo que Leo me contó de Susan y su hijo, su actitud protectora con todo el mundo… Me parece raro que no considere la posibilidad de adoptar.Ella la miró con una sonrisa tibia. Era algo de lo que sólo había hablado con Clarisa.-Sí, lo he considerado… muchas veces. Pero tendría bastantes barreras siendo soltera, y dado mi estilo de vida, mi trabajo me consumió muchos años… No olvidemos que por algo estoy ahora aquí, bajo su cuidado… Durante el último tiempo, no he estado en condiciones de adoptar. De hecho, era una de mis ideas para dentro de unos años, cuando todo esté sobre ruedas, tengo otras prioridades ahora, pero no lo descarto… y si se me permite saberlo… ¿Por qué la pregunta?-Porque no necesita cerrarse al amor entonces, bastaría con encontrar a alguien que también lo desee…Emma la observó con suspicacia.-¿Y usted cree que su hijo es ese tipo de persona?…-Para ser sincera, no estoy segura. Pero no lo creo
Pocos días más tarde, todo había regresado a cierta normalidad.Al menos, a lo que era normal en sus vidas antes de la locura de los últimos meses, con bastante trabajo pendiente, una enorme expansión pendiente, otro viaje inminente y una serie de socios esperando. Emma pudo trabajar en la oficina otra vez, sintiéndose en su elemento natural, bajo la promesa de hacerse chequeos frecuentes y alimentarse bien, misión que Sara se tomó bastante personal al enviarle cantidades industriales de comida a través de su hijo.Con la señora Fritz por fin en OldTree, Leonardo tuvo más tiempo para supervisar en persona cómo se desarrollaba la reconstrucción del comedor, que, gracias a los recursos disponibles, pronto estuvo terminada.Hubo que equiparlo nuevamente con todo, y reiniciar el trabajo que toda la comunidad hacía en el lugar.Pero como ella estaba en la empresa, Leo pudo dedicarse mucho más al proyecto, logrando dejarlo perfecto en apenas unos días.Es que Emma Fritz era realmente impec
La mirada de Emma se ensombreció ante la singular coincidencia.Fue tan evidente, que Leonardo lo vio desde donde estaba, e ignorando el llamado de atención de su hermana, enojada porque no la oía, se acercó a la señora Fritz y al niño en un par de pasos largos.Ella lo miró y se puso de pie. Alzó al pequeño, que era tan ligero como una pluma, y le habló:-León, te presento al señor Leonardo Ares, es un amigo, trabaja mucho en este lugar, junto con su familia… ¿lo conoces?El niño sonrió. -Lo he visto de lejos, Emma.-¿Y usted conocía a León, señor Ares?Leonardo no podía evitar mirar los ojos del niño, ni notar la extraña coincidencia de sus nombres. Pero nunca antes lo había visto, lo que no era algo raro. Tal vez entre tantos pequeños que veía a diario, no lo había notado.Así que respondió:-No, señora Fritz, no lo conocía… aunque ahora de seguro podremos ser amigos, ya que nos conocimos gracias a usted…Para el niño que miraba hacia arriba con sus ojos muy abiertos, Leo era como
Leo forzó una sonrisa.-Buenos días, señor Schmidt. Soy Leonardo Ares. No nos conocemos, pero tal vez haya oído del comedor comunitario que está a dos calles de aquí…Karl entornó los ojos.-Oh, sí… ya lo recuerdo. Lo ví alguna vez allá… ¿Y qué lo trae por mi casa? -¿Me permite pasar?El tío de León lo miró con desdén.-Me temo que preferiría no hacerlo… Leonardo alzó las cejas. Le parecía una falta de educación, pero teniendo en cuenta el olor acre del lugar, tampoco tenía deseos de insistir. Desde que se había abierto la puerta, su determinación por sacar a León de ese lugar, se había reforzado. No era sitio para un niño.-De acuerdo. Puedo hablar aquí mismo si lo prefiere…-Pues hable…Aunque se había asustado un poco al principio, al ver a un hombre con el porte de Leonardo en la entrada de su casa, ahora Karl había adoptado una actitud insolente.El señor Ares suspiró y comenzó a hablar, sin delatar la travesura del niño:-Bien, se trata de su sobrino, León. Una buena amiga lo
-Así es. La señora Emma Fritz inició los trámites para adoptar a un niño. Sin embargo, es poco probable que suceda, dado que la criatura en cuestión tiene familiares con vida. Aún así, sus abogados insisten en que continuemos el procedimiento, aducen maltrato… Bueno, detalles que no vienen al caso en este momento. La cuestión es, señor Meyer, que hemos entrevistado a algunos de sus socios y sus empleados, como parte del protocolo en estos casos tan fuera de lo usual.Fred ni siquiera sabía que Emma deseara ser madre. Como no se había casado, ni había quedado embarazada nunca, creía que valoraba demasiado su independencia y su libertad sexual.Le parecía raro que surgiera ahora, y planteado de ese modo.¿Adopción? ¿Por qué no un hijo biológico? Era evidente que con el tal señor Ares la relación parecía haber avanzado. Algo se había perdido de esa historia del pasado de la joven. Algo que no debía ser para nada agradable y que ella había ocultado bien, hasta ahora, con esta movida.Alg
Leonardo se volteó hacia ella y la acorraló de golpe contra la pared más oscura del subsuelo, pegándola a su cuerpo y acercándose a su boca con deseo.-Insoportable, señora Fritz. El aire allí era irrespirable… Estaba tan sensual y el tal Marcus la miraba con tan evidente deseo… quería matarlo.Ella sonrió, mirándolo a los ojos con una chispa divertida, aunque también algo excitada al sentirlo tan firmemente.-Pero no lo hizo… lo felicito.Él la aferró de la nuca con fuerza y, clavando unos temibles ojos negros en ella, rozó los labios de Emma con su aliento tibio y dijo entre dientes:-¿Me estaba probando, Emma Fritz?Ella movió sus manos hasta rodear su fuerte cuello.-Claro que sí. ¿Algún problema con eso?-Confieso que me enoja… bastante… ¿Le gustaría que hiciera lo mismo?Emma sonrió. No era celosa, nunca lo había sido.-Podría intentarlo, señor Ares. Llevo meses insistiendo en eso. Pero tenemos un acuerdo solicitado por usted. Yo cumpliré mi parte, pero no puedo evitar que otros
Ella negó con la cabeza, y suspiró.-No. No es difícil. Pero es un peso sobre mis hombros que no deseo cargar sin que usted evalúe adecuadamente sus alternativas. Créame que entiendo su pasión y su lealtad. Amo eso de usted. Sin embargo, no deseo que el día de mañana recuerde esta propuesta y lamente haberse negado a dar un paso importante, sólo por amor… ¿Tan difícil es entender de qué manera me preocupo por usted y su bienestar? Él la besó, primero con fuerza repentina, y luego con ardor, con ternura, con hambre, jadeando.Se separó, agitado, susurrando:-Nunca nos pondremos de acuerdo en esto, ¿verdad?Ella lo miró a los ojos.-No lo sé, señor Ares. Tal vez muy pronto sí. Por hoy, al menos tómese su tiempo para pensar, comamos abundante comida portuguesa, recuperemos horas de sueño, y terminemos bien este viaje…Él suspiró.-De acuerdo, pero con una condición.-¿Cuál sería?-Pase lo que pase, esta noche duerme en mi cama.Ella sonrió:-No pierde oportunidad para aprovecharse… ¿no