Pocos días más tarde, todo había regresado a cierta normalidad.Al menos, a lo que era normal en sus vidas antes de la locura de los últimos meses, con bastante trabajo pendiente, una enorme expansión pendiente, otro viaje inminente y una serie de socios esperando. Emma pudo trabajar en la oficina otra vez, sintiéndose en su elemento natural, bajo la promesa de hacerse chequeos frecuentes y alimentarse bien, misión que Sara se tomó bastante personal al enviarle cantidades industriales de comida a través de su hijo.Con la señora Fritz por fin en OldTree, Leonardo tuvo más tiempo para supervisar en persona cómo se desarrollaba la reconstrucción del comedor, que, gracias a los recursos disponibles, pronto estuvo terminada.Hubo que equiparlo nuevamente con todo, y reiniciar el trabajo que toda la comunidad hacía en el lugar.Pero como ella estaba en la empresa, Leo pudo dedicarse mucho más al proyecto, logrando dejarlo perfecto en apenas unos días.Es que Emma Fritz era realmente impec
La mirada de Emma se ensombreció ante la singular coincidencia.Fue tan evidente, que Leonardo lo vio desde donde estaba, e ignorando el llamado de atención de su hermana, enojada porque no la oía, se acercó a la señora Fritz y al niño en un par de pasos largos.Ella lo miró y se puso de pie. Alzó al pequeño, que era tan ligero como una pluma, y le habló:-León, te presento al señor Leonardo Ares, es un amigo, trabaja mucho en este lugar, junto con su familia… ¿lo conoces?El niño sonrió. -Lo he visto de lejos, Emma.-¿Y usted conocía a León, señor Ares?Leonardo no podía evitar mirar los ojos del niño, ni notar la extraña coincidencia de sus nombres. Pero nunca antes lo había visto, lo que no era algo raro. Tal vez entre tantos pequeños que veía a diario, no lo había notado.Así que respondió:-No, señora Fritz, no lo conocía… aunque ahora de seguro podremos ser amigos, ya que nos conocimos gracias a usted…Para el niño que miraba hacia arriba con sus ojos muy abiertos, Leo era como
Leo forzó una sonrisa.-Buenos días, señor Schmidt. Soy Leonardo Ares. No nos conocemos, pero tal vez haya oído del comedor comunitario que está a dos calles de aquí…Karl entornó los ojos.-Oh, sí… ya lo recuerdo. Lo ví alguna vez allá… ¿Y qué lo trae por mi casa? -¿Me permite pasar?El tío de León lo miró con desdén.-Me temo que preferiría no hacerlo… Leonardo alzó las cejas. Le parecía una falta de educación, pero teniendo en cuenta el olor acre del lugar, tampoco tenía deseos de insistir. Desde que se había abierto la puerta, su determinación por sacar a León de ese lugar, se había reforzado. No era sitio para un niño.-De acuerdo. Puedo hablar aquí mismo si lo prefiere…-Pues hable…Aunque se había asustado un poco al principio, al ver a un hombre con el porte de Leonardo en la entrada de su casa, ahora Karl había adoptado una actitud insolente.El señor Ares suspiró y comenzó a hablar, sin delatar la travesura del niño:-Bien, se trata de su sobrino, León. Una buena amiga lo
-Así es. La señora Emma Fritz inició los trámites para adoptar a un niño. Sin embargo, es poco probable que suceda, dado que la criatura en cuestión tiene familiares con vida. Aún así, sus abogados insisten en que continuemos el procedimiento, aducen maltrato… Bueno, detalles que no vienen al caso en este momento. La cuestión es, señor Meyer, que hemos entrevistado a algunos de sus socios y sus empleados, como parte del protocolo en estos casos tan fuera de lo usual.Fred ni siquiera sabía que Emma deseara ser madre. Como no se había casado, ni había quedado embarazada nunca, creía que valoraba demasiado su independencia y su libertad sexual.Le parecía raro que surgiera ahora, y planteado de ese modo.¿Adopción? ¿Por qué no un hijo biológico? Era evidente que con el tal señor Ares la relación parecía haber avanzado. Algo se había perdido de esa historia del pasado de la joven. Algo que no debía ser para nada agradable y que ella había ocultado bien, hasta ahora, con esta movida.Alg
Leonardo se volteó hacia ella y la acorraló de golpe contra la pared más oscura del subsuelo, pegándola a su cuerpo y acercándose a su boca con deseo.-Insoportable, señora Fritz. El aire allí era irrespirable… Estaba tan sensual y el tal Marcus la miraba con tan evidente deseo… quería matarlo.Ella sonrió, mirándolo a los ojos con una chispa divertida, aunque también algo excitada al sentirlo tan firmemente.-Pero no lo hizo… lo felicito.Él la aferró de la nuca con fuerza y, clavando unos temibles ojos negros en ella, rozó los labios de Emma con su aliento tibio y dijo entre dientes:-¿Me estaba probando, Emma Fritz?Ella movió sus manos hasta rodear su fuerte cuello.-Claro que sí. ¿Algún problema con eso?-Confieso que me enoja… bastante… ¿Le gustaría que hiciera lo mismo?Emma sonrió. No era celosa, nunca lo había sido.-Podría intentarlo, señor Ares. Llevo meses insistiendo en eso. Pero tenemos un acuerdo solicitado por usted. Yo cumpliré mi parte, pero no puedo evitar que otros
Ella negó con la cabeza, y suspiró.-No. No es difícil. Pero es un peso sobre mis hombros que no deseo cargar sin que usted evalúe adecuadamente sus alternativas. Créame que entiendo su pasión y su lealtad. Amo eso de usted. Sin embargo, no deseo que el día de mañana recuerde esta propuesta y lamente haberse negado a dar un paso importante, sólo por amor… ¿Tan difícil es entender de qué manera me preocupo por usted y su bienestar? Él la besó, primero con fuerza repentina, y luego con ardor, con ternura, con hambre, jadeando.Se separó, agitado, susurrando:-Nunca nos pondremos de acuerdo en esto, ¿verdad?Ella lo miró a los ojos.-No lo sé, señor Ares. Tal vez muy pronto sí. Por hoy, al menos tómese su tiempo para pensar, comamos abundante comida portuguesa, recuperemos horas de sueño, y terminemos bien este viaje…Él suspiró.-De acuerdo, pero con una condición.-¿Cuál sería?-Pase lo que pase, esta noche duerme en mi cama.Ella sonrió:-No pierde oportunidad para aprovecharse… ¿no
-Le aseguro que tampoco se me habría pasado por la cabeza, señor Leonov. Aunque estoy seguro de que sabe por qué tema estoy aquí.-Creo que sí, pero pase, por favor, tengo buen vodka para ofrecerle. Ella siempre compraba el mejor. A mi me da nostalgia beberlo solo.Leonardo imaginó cómo se sentiría en el lugar del ruso, mientras trataba de no imaginar a Emma en esa cama, y bañada en vodka.Alexei se rió de su expresión. -Será mejor que tome asiento, y no piense demasiado. Sé lo que se siente… y mejor no le daré vodka.Luego señaló a la mujer que estaba sentada en el sillón, bebiendo un jugo de frutas.-Le presento a mi novia, Natasha. Sabe todo de mí. Ella lo miró sonriendo con sarcasmo y le respondió con un acento marcado:-Eso no quiere decir que no me moleste esa expresión en tu mirada al pensar en ella y el vodka...-Lo siento, milyj…Natasha le lanzó un beso. -Estás perdonado… Pero te lo cobraré luego…Alexei sonrió y luego miró a Leonardo. -¿Y bien? Mis hombres me dijeron qu
La mujer la tranquilizó.-Sí… Es decir… Han dejado a un niño en el salón, luego del desayuno, nadie lo ha buscado. Envié a alguien a su casa… y está vacía. No había nadie… incluso se habían llevado algunas cosas.-¿Has llamado a la policía?-Sí, ya lo hice. Pero el niño llora mucho y… ha pedido que la llame a usted…-¿A mí?-Dice que es su amiga Emma…Un escalofrío la recorrió.-¿Es León? ¿Su tío lo ha abandonado?-Eso parece, señora…-Voy enseguida… dile a León que no llore, que no se preocupe más, que estoy en camino…"Que siempre estaré en camino o a su lado, aunque me cueste la cordura".Emma cortó la llamada, pasó veloz por su oficina buscando su bolso, le avisó a Clarisa dónde iba, y se subió a su vehículo sin anunciarse, sobresaltando al pobre chofer.-Vamos al centro comunitario, rápido.El hombre se recompuso. -Sí, señora Fritz, enseguida. En el camino se comunicó con los abogados, les informó lo que pasaba e intentó llamar al señor Ares… sin resultado.Este estaba siendo d