Capitulo 4

-¿Qué estas haciendo que?- la voz de Gabriel iba cargada de desconcierto puro.

-Ya te lo dije, empaco.

La mano del chico se posa sobra la suya impidiendo que esta siga guardando otra prenda-Kate.- le habla serio-no puedes mudarte así de rápido.

-¿Acaso no eras tu quien insistía que pensara aquella propuesta?-dijo, aunque para ser honesta consigo misma, no espera una respuesta. ¡Era una pregunta retórica!

-¡Si!-soltó incrédulo.-Lo que no sabia era que parte del trato involucraba mudarte con él. Es decir, ¿Cómo puedas estar segura de que no sea un psicópata?

-Lo conozco desde la infancia.- soltó ella con simpleza

-Las personas cambian, -le aseguro.- ¿y que pasaría si… -el chico duda -si intentara algo en contra de tu voluntad?

-¿Julian?- aquel pensamiento inundo la mente de Kate, para ella, la idea no podía parecerle de lo más absurda y ridícula. Julian, o al menos su Julian, aquel muchacho que había conocido en su infancia, jamás sería capaz de siquiera ponerle una sola mano encima a Kate. Eso suponiendo que Gabriel se refería a lo que ella asumía que estaba pensando.-Te aseguro que jamás haría algo como eso.

-Bueno, pero… -la mirada del chico pronto se torna seria, casi como si hubiera tomado una decisión.- creo que debo acompañarte hasta allí, y debería hablar con ese sujeto.

-Por favor no me avergüences.-pidió Kate

Gabriel estaba a punto de protestar cuando unos golpes llamando a la puerta los sorprenden a ambos.

-¿Tu ordenaste algo?- pregunta el muchacho

-Ya sabes que no.-murmura ella

-Seguramente es otro inmenso arreglo de flores.

Casi impaciente, el muchacho se mueve hasta la puerta, -sí, si, por favor déjalas en la mesa.- dijo mientras abría sin siquiera mirar quien era.

Parado frente a la puerta, en un elegante traje, se encontraba Julian. Quizás fuera por la sorpresa, o debido a la impresión, pero solo por esos segundos, Kate sintió a su corazón acelerarse, retumbar en su pecho, y tuvo miedo que alguien mas a parte de ella pudiera oírlo.

-Puedo preguntar, ¿Qué es eso que deseas que deje en la mesa?- la voz del muchacho sonaba formal, y distante. Y el rostro antes pálido de Gabriel, se torno pronto de un rojo intenso

-Y-yo… no… losiento. Lo confundí con alguien mas

-¿Con quién?- pregunto un Julian curioso

Gabriel miro a Kate en busca de ayuda. -Lo que quiere decir mi amigo, es que no te esperábamos.

-Te dije que iban a pasar por ti.

-Si.- confirmo ella.-pero jamás mencionaste que esa persona fuera precisamente tu.

-¿Acaso eso es un problema?

-No. Supongo que no…- casi en un gesto involuntario Kate se ha encogido de hombros.

« No ha cambiado-pensó Julian. »

Ahí estaba Kate, su Kate.

-¿Puedo pasar?- a ella casi le parecía divertido verlo ser tan formal y precavido. Aunque para ser honesta, él siempre lo había sido.

Una nueva ola de vergüenza recorrió la espalda de kate, mientras su ex mejor amigo de la infancia se adentraba en el pequeño departamento que ella llamaba casa.

Los ojos de Julian recorrían la estancia con sumo cuidado, reparando en cada rincón de esta, aquel gesto no era de malicia, y en definitivo no era una mirada de desprecio, solo era curiosidad. Curiosidad Genuina y sin límites. Muchos otros habrían interpretado ese gesto como arrogancia. Pero ella lo conocía mejor que nadie, desde muy pequeños, él ya tenía ese viejo habito, y precisamente, ser observador con las personas, objetos y lugares, era el tipo de cosas que lo ponían a Julian como una persona singular, porque se fijaba en cosas que otros no veían pero que estaban a plena vista, y ella siempre considero eso, como una de sus mejores cualidades.

-Aquí vivo.- dijo Kate con orgullo. Puede que el departamento fuera viejo, y su ubicación estuviera en una zona muy poco privilegiada, pero en su defensa, ella mantenía aquel lugar impecable. Siempre tenia su ropa lavada, doblada y guardada. El polvo sacudido y fuera de sus muebles, la vajilla lavada, y el suelo pulcramente limpio.

-¿Estas lista?-pregunto, Kate se dio cuenta de que cambiaba de tema.

-E-espera…-hablo aquel muchacho que hasta ese entonces se había mantenido callado. No era que fuera una persona tímida, pero la idea de hablar con un hombre que valía su peso en oro le provocaba cierta ansiedad. Y de alguna forma sentía que quería vomitar-Se que ustedes dos han formado una especia de… ¿Trato? ¿Así lo llaman? Pero el matrimonio será falso…- dijo, y solo aquella mención hizo que Julian mirara a Kate, casi como queriéndole decir « ¿Le contaste? »-pero quiero darte una advertencia.- dijo cuando se paro firme frente a el.- si me llego a enterar de que le hiciste algo malo a ella, llamare a la policía, se lo diré a la prensa, se lo diré a todo el mundo. Y yo personalmente será quien vaya hasta tu casa.-eso casi parecía una amenaza. Pero en vez de despertar ira en Julian, como Kate había supuesto, a este pronto se le extendía una sonrisa divertida.

-Ya veo que te importa mucho.- dijo, casi complacido.- es bueno saber que Kate, tiene buenos amigos. Porque sois amigos, ¿no?

-Si. Lo somos. Ella es muy importante para mi. - Julian estudio a Gabriel en silencio, y luego termino de asentir. Mientras se dirigía a la refrigeradora

-¿Puedo tomar algo de aquí?- pregunto.

-C-claro…-respondió Kate casi al instante

Entonces Julian saco dos limonadas. -Toma.- le extendió una a Ganriel.

El muchacho miro la botella sorprendido, y casi por instinto alargo el brazo para tomarla.

-Gabriel, -dijo.-te prometo que jamás hare nada que Kate no desee.-y aquella promesa fue dicha desde el fondo de sus sentimientos, aquellos que eran tan nuevos como antiguos y que de alguna u otra forma, iban y venían, casi sin previo aviso. Era casi una tortura, pero Julian no quería tomarse la molestia de reparar en ellos ahora mismo. No cuando tenia planes ya fijos en los que debería centrarse.

-Te creo.

La despedida entre los dos muchachos fue privada. No fue una despedida rápida, pero tampoco una tan larga. Las palabras que se necesitaban decir fueron dichas, y las que no, bueno, ya habrían otras oportunidades para decirlas.

Antes de irse Julian se volteo.-toma.-dijo mientras depositaba unas monedas en la mano de Gabriel. Eran monedas pequeñas, casi como el suelto de un billete más grande

-¿Por qué?

-Seguro te servirán para la lavandería.

-¡Vaya! Justo estaba pensando en que tenia que ir a lavar ropa- exclamo el muchacho.

Una mirada sugestiva va desde el rostro de Julian hacia Kate. Ella sabia lo que el trataba de transmitirle. Casi diciéndole « Te lo dije. Tengo un don. Puedo leer mentes.»

Cuando salieron hacia el elevador y las puertas se cerraron, Kate sintió como un nudo que había estado formado en su garganta empezaba a aflojarse.- ¿Qué ha sido eso?

-¿Qué ha sido qué?

-¿Las monedas?

-El las quería. -contesta sin siquiera mirarla-al igual que quería esa limonada, le dio sed mientras hablaba.-explico

-No vas a lograr convencerme con eso.

-¿Y cómo lo pruebo?

-Si eso en serio fuera cierto.- dijo ella.- ¿Cómo es que no sabias que Gabriel ya tenia conocimiento sobre la verdad de nuestro trato, que todo será una farsa? ¿Acaso no lees la mente?

Julian por fin se digno en mirarla, y aquello ojos azules parecían traspasarla con la fuerza de todas las olas contenidas del océano. -No funciona así, Kate

-¿Y dime, como funciona, Julian Smith?

-Para leer la mente de alguien, -explica el muchacho-debes hacer que esa persona piense sobre ese algo. Primero debes traer a colisión el tema, y luego el pensara todo lo referente. Y hasta ese momento, el no había pensado en nada de eso.

-…-la mirada de Kate es escéptica, pero no dice nada mas

-Le pregunte a Gabriel que, si ustedes eran amigos, y entonces lo confirme

-¿Cómo?- pregunto ella esta vez

-Porque por su mente pasaron en cámara rápida las palabras « Amiga » « Hermana » « Familia »-Julian guardo silencio. – te ama, para él, tienes el mismo grado de importancia que su hermana.

-¿Cómo sabes que tiene una hermana?

-Porque cuando pensó en ti, automáticamente también pensó en ella. Para el, ustedes son lo mismo. Porque no existe un él, sin ustedes dos.

Kate guardo silencio, aquellos sentimientos que el describía parecían casi tan hermosos, y cargados de sentimientos ¿Cómo podía el inventar todo aquello?

-Hay sentimientos de por medio, -aclaro Julian.-pero al menos por parte de él, no son de un vínculo romántico,

-¿Y acaso importaban que lo fuesen?

Julian guardo silencio solo unos segundos. Y el momento casi pareció olvidarse, aquel momento en el que la duda se había sembrado en su cabeza.-no, por supuesto que no.

Cuando salieron del ascensor, Julian le indico el recorrido hasta su auto. Donde, el chico vestido de uniforme, que seguramente era el chofer les abrió la puerta. No hablaron mucho durante el trayecto, a decir verdad casi parecía que los dos estaban compitiendo por cual lograba ignorar más al otro. Una competencia que Julian perdió cuando llegaron a la gran mansión.- Te enseñara tu habitación.- dijo señalando a una mujer.-Mañana por la noche será la boda

Kate pareció ignorar este hecho.

-Y desde mañana-continuo Julian.- empezaras a trabajar en la empresa. Eres ingeniera comercial, así que tu puesto debería estar en un área contable, financiera, o en recursos humanos.

-¿Cómo sabias que ya soy ingeniera? Jamás te lo dije. 

-No hay que leer la mente para saber eso. Desde pequeña es lo que siempre quisiste estudiar, ya que tu padre también lo era, y no era un secreto para nadie el saber lo mucho que admirabas a tu padre.

-¿El hecho de que ya estoy graduada?

-Calculando tu edad, es el rango promedio en que la gente se gradúa si inicia a tiempo..

-Eso no responde al porque sabes que de verdad lo hiciera. Una cosa es que de pequeña lo deseara, pero ¿Cómo saber que lo haría de verdad?

-Kate, desde que te conozco, tú siempre has cumplido lo que te has propuesto. -aquellas palabras, aunque hayan sido dichas con una simpleza absoluta, por un momento abrigaron su corazón. Antes, no era raro que Julian elogiara su variedad de cualidades. Pero eso fue antes, y solo eso le permitió pensar a ella, que quizás aun hubiera esperanzas de recuperar algo; algo que se había perdido ya hace mucho tiempo.

-Dime en que área deseas trabajar y se te dará un lugar.

-He hecho pasantías ya antes en empresas

-¿Aria?

-Talento humano.

-¿Esa es el área que quieres?

-Si.

-Pues esa es la que tendrás, considéralo un hecho. – Julian mira hacia la casa-Espérame en la noche, cenaremos juntos.

***

Cuando Julian volvió a la empresa, le costo mucho concentrarse en su trabajo. Casi inconscientemente se encontraba inquieto mirando el reloj, casi deseando que las horas mágicamente pudieran transcurrir mas rápido.

-La señorita Amber desea verlo.- su fiel asistente, la señora Harrison había entrado, tan distraído estaba que ni siquiera escucho cuando toco.

-¿Qué necesita ahora?

-Espero se lo diga a usted, señor Evans.- dice mientras su cara demuestra desespero, era más que obvio que no era fácil para nadie tratar con aquella chica.

-hágala pasar.- soltó Julian casi resignado.

La esbelta figura de una mujer asomaba por el marco de la puerta -Mi querido señor, -sonrió -Evans-una mirada lenta cae en el cuerpo de Julian -hoy esta más atractivo que nunca- el tono de la chica trataba de ser melodioso, que a oídos de otros hombros podrían haber dado fe de que lo era, pero para Julian, aquello no significaba nada, y encontraba todo aquel acto empalagoso y adulador. Y a él nunca le había gustado la gente aduladora.

-Puedes pasar.- dijo señalándole el asiento.

La chica entro a paso lento, casi con la intención de demostrar todas las curvas que se formaban a través de su vestido rojo. Quizás se lo hubiera puesto para lucirlo ante Julian, o quizás, solo quizás, había sido una mera coincidencia del destino, después de todo, la sesión de modelaje había sucedido hoy. Y a parte de eso, precisamente Amber, era una de las anfitrionas mas reconocidas en los eventos que organizaba Julian en sus clubs.

-¿En que puedo ayudarte?- dijo julian, con la voz de quien repite una línea que ya se sabe de memoria.

-Ha terminado ya la sesión. Esta es más una solicitud informal.-sus pestañas caen de arriba hacia abajo – Me preguntaba… ¿estas libre hoy en la noche?

Julian podía leer todas las palabras que pasaban por su mente.

«Julian » «Guapo » « Mio » «Dinero » « Mucho dinero » «Ardiente » « Sexo »

Antes, Julian luchaba por ocultar la sorpresa que los pensamientos de otra gente causaban en él, ahora, con el tiempo, casi se había vuelto un genio al burlar las emociones de su propia mente, incluso tal vez las de su propio corazón.

-¿Quisieras salir a una cena conmigo?-sus labios rojos se movían con una fingida sensualidad. -Podría ser una noche memorable.- y sus ojos esmeraldas no desconectaban los suyos.

Julian tuvo que esforzarse para poner buena cara, no era que no le alagara que una chica hermosa se fijara en él, es solo que, la gran mayoría que lo hacía, venía con intenciones ocultas atrás, una de ellas, y la más importante, eran los millones de dólares que tenía en sus activos-Amaría ir contigo.-dijo sonando muy convincente, y luego solo apenado.- pero me temo, que hoy he agendado algo importante. Siento mucho no poder acompañarte

-Oh… eso es una lástima-dijo- pensaba que a lo mejor la noche entre nosotros hubiera sido realmente larga

« Sexo »-vuelve a pensar. Eso es lo que le esta insinuando, lo que está sugiriendo que pasaría si aceptase ir con ella.

-Sigo teniendo la agenda llena.- remarco Julian -pero agradezco tus servicios por el día de hoy en la sesión. Te daré un incentivo por tu gran trabajo y esfuerzo. - el rostro de la chica pareció iluminarse con eso

«Dinero »

Y pronto ella dejo de insistir.

Amber se levanto de la silla, y mientras caminaba a la salida, Julian pudo apreciar su cabello dorado, todo liso y sedoso. Su belleza era algo que no se negaba. Pero no era lo que Julian quería. No era lo que Julian buscaba, o necesitaba. Y pronto añoro la belleza de lo simple. El cabello de Kate era castaño, un marrón de lo mas corriente y ordinario, su cabello ni siquiera era liso. Mas bien una mezcla de eso con lo ondulado, su cabello siempre caía formando unas leves ondas hacia atrás. Y sus ojos, marrones, siempre tenían la tendencia de transportarlo a otro universo. Uno mejor. Uno en el que, el jamás se mudo, uno en el que ellos crecieron juntos, uno en el que ella seguía siendo suya.

***

Durante la hora de la cena, cuando Julian llego a casa, se sorprendió de ver a Kate sentada en la mesa esperándolo, la escena, casi parecía sacada de un sueño. Tanto así, que Julian tuvo que parpadear varias veces para asegurarse de que no dormía.

¿Pero de que se sorprendía? ¿Acaso no era el quien le había pedido que esperase por él? Y eso era precisamente lo que Kate había hecho.

Por alguna razón ella no hablo mucho. Y por alguna otra razón, que el propio Julian desconocía, él tampoco lo hizo. Sin embargo, no era un silencio incómodo, más bien parecía un silencio compartido. En realidad, no le importo, después de todo, lo único que realmente importaba es que estaban juntos. Y cuando ella hablo para decir las buenas noches, Julian sintió que iba a tener que sostenerse de la mesa porque se sentía casi liviano, como si pudiera salir flotando lejos de la mesa en cualquier momento. Como si tuviera que poner los pies en el suelo, para asegurarse de que aún estaba en tierra.

-Buenas noches.- se oyó diciendo.

Kate desapareció por el rellano de las escaleras.

Y por primera vez en mucho tiempo se sentía vivo, casi a rebosar de sentimientos, como si su corazón se hubiera expandido, y casi parecía imposible que aquel inmenso corazón pudiera caber en un espacio tan pequeño en su pecho. 

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