Capítulo 1

Un año antes, día de la boda

— ¿Piensas presentarte a la boda con ese vestido Mariam?

—Si madre, ya te dije lo que siento y no pienso cambiar de opinión solo porque ustedes se sientan mal.

—Está bien, está bien. Ya no pienso decirte nada solo que deberías estar feliz de casarte con Isaías y no me vengas con el cuento que no lo soportas porque ambas sabemos que es una completa mentira que ni tu misma te crees.

—Eres imposible madre, no sé en qué momento se me ocurrió decirte lo que estaba pasando. Él se convirtió en mi enemigo desde que decidió creer en otra persona pero eso ya no tiene importancia, será mejor que nos demos prisa no quiero llegar tarde a mi funeral.

Ambos salieron del cuarto y bajaron las escaleras para llegar a donde los esperaban, la boda se realizaría en el jardín de la casa de los papas de Mariam, ella había pedido que no pusieran adornos ni nada en lo que se pudiera gastar; un evento como este no merecía ninguna importancia.

Por lo menos en algo concordaba con el novio quien opinaba lo mismo. Al parecer no eran tan diferentes como pensaban.

Mariam portaba un atuendo único que dejo con la boca abierta a las pocas personas que estaban presentes incluyendo a su acérrimo enemigo. El vestido era color negro transparente completamente, lo conformaba un body de cuello halter y con escote hasta el ombligo; la falda portaba una apertura lateral en su pierna izquierda que llegaba hasta la cadera, lo que dejaba muy pero muy poco a la imaginación.

Su padre estaba que le daba un infarto de ver a su hija vestida de esa manera, cuando vio la cara de su futuro esposo se dio cuenta que fue la mejor elección que pudo hacer, era una forma de lastimar su ego tan machista. Por su parte Isaías no se quedaba atrás con su ajuar, quien portaba una bermuda color caqui y una camisa de muchos colores con diversas imágenes en ella; acompañado de unas gafas color café. Al parecer él pensaba que iba a la playa con sus amigos en lugar que a su boda.

Sus padres no estaban para nada de acuerdo con sus comportamientos pero con tal de que se casaran estaban dispuestos a pasar por alto algo como aquello. No era un secreto que ambos se detestaban con toda el alma, parecían más enemigos que futuros esposos.

— ¡Vaya! Has dejado salir a la verdadera mujer pública que llevas dentro, espero que ya no le quede duda a tus padres de lo que en realidad eres “Querida novia y futura esposa”

—Gracias querido novio y desgraciadamente futuro esposo, pero te confundiste de persona; te recuerdo que mi nombre es Mariam no Samantha.

—No te permito que hables de esa forma de Samantha, ella es una chica que si vale la pena no como tú.

—Me gustaría opinar lo mismo que tú pero lamento decirte que vives engañado y así será por los siglos de los siglos amen. Por ahora te pido que te calles para que escuchemos las palabras amorosas del juez en este homicidio que estamos cometiendo.

Se miraron con ganas de matarse, pero les tocaba esperar a que el juez terminara de declararlos legalmente unidos para alejarse mutuamente.

La ceremonia empezó con ellos sentados a un metro de distancia, aunque les había pedido que se acercaran ambos prefirieron seguir en su lugar. El juez estaba concentrado leyendo mientras que ellos estaban cada uno en su celular ignorando sus palabras.

— ¿Podría saltarse la lectura? Por más fuerte que la lea y la repita mil veces este tipo no podrá entenderla, mejor evitemos pérdidas de tiempo innecesarias señor juez.

—Pero Mariam, la lectura es importante no podemos saltarla nada más porque a alguien no le guste.

—Me duele decir esto pero opino lo mismo, pasemos a lo siguiente por favor señor juez. Esta mujer es tan mala que ni con eso se compone.

—El burro hablando de orejas.

—Tranquilo chicos no pueden tratarse de esa forma, es el día de su boda.

—De mi funeral querrá decir, pero siga que se me hace tarde.

Al juez no le quedó más remedio que avanzar, así se pasaron toda la boda. Solicitando que avanzara y no leyera cosas sin sentidos para ellos, se fueron directo a las firmas en el acta que los declaraba marido y mujer. Mariam firmo con tinta roja mientras que Isaías con tinta verde, decir que aquello era un desastre se quedaba corto.

Cuando el acta estuvo firmada Mariam la tomo en sus manos y se quitó de donde estaba, al parecer alguien llevaba prisa que se olvidó del protocolo de los anillos.

—Mariam, no hemos terminado. No puedes irte de esa forma.

—Yo ya termine, lo que sigue no es relevante señor juez. Esta hoja dice que ya estoy casada con este tipo y con eso me basta, si él quiere escucharlo adelante pero yo debo de irme a dormir; mi sueño vale más que lo que pase con él.

—Tengo un viaje con mis amigos así que no pienses que me haces un favor, para mí también la boda ha terminado.

—Ustedes no pueden irse hasta que el juez termine la boda.

—Lo siento madre pero no tengo tiempo, compermiso.

Mariam e Isaías se miraron con odio para después tomar cada quien su camino, sus padres quisieron detenerlos pero fue imposible. En la puerta Samantha esperaba a Isaías, intento entrar a la boda pero nadie la dejo pasar.

—No puedo creerlo Isaías te casaste con tú peor enemiga y no fuiste capaz de considerar todo el amor que tengo por ti.

— ¿Estas segura que es por él?, pero bueno eso no es mi problema si no de ustedes. Si me hacen el favor de retirarse de mi casa porque aquí estorban y no quiero que se vayan a perder cosas valiosas.

La cara de Samantha se puso de mil colores, nunca espero que Mariam le dijera aquello; lo peor es que no podía defenderse como ella quería porque Isaías estaba presente pero aprovecharía la oportunidad para demostrar lo mala que era.

— ¡Mariam! No puedes maltratarme de esa forma, sé que es tu casa pero solo vine a despedirme de Isaías. Debes de entender que me duele todo esto, es el amor de mi vida y apenas me entero que se ha casado contigo. Si me odias no tenías porque hacer esto para que el sufriera.

—Por mi puedes llevártelo, te lo regalo. Pero sácalo de mi vista lo más pronto posible, no les tolero a ninguno de los dos y me están dando ganas de vomitar tan solo de verlos, así que dense prisa antes de que llame a la policía por estar en propiedad privada molestando.

—No te atrevas Mariam, no te atrevas. A mi puedes decirme todo lo que quieras pero con Samantha no te metas, ella no te hace nada para que la trates de esa forma tan grosera y descortés de tu parte.

—Me importa un reverendo pepino lo que digas Isaías, es mejor que te vayas con tu figura pública; y no olvides que eres mi esposo. De ahora en adelante no puedes pasearte por todos lados a menos que quieras que te haga lo mismo y te digan el venado.

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