Les tomó unos minutos poder dejar de besarse, el deseo los quemaba y la ropa les estorbaba. Era una difícil situación para los dos, bueno, más que todo para Dereck, que estaba en su lugar de trabajo.—No podemos... Aquí hay mucha gente —los interrumpió Alessandra, Dereck sonrió, porque ella parecía haber leído sus pensamientos.—Quiero estar contigo, Alessa —dijo ronco—, pero esperaremos a que estemos solos.—Hoy regresaba a Berlín. Fabrizio quiere que esté fuera unos días antes de volver a mi rutina aquí —le informó, acariciando su inexistente barba.—Me imagino que por la situación de Alessandro no vas a regresar —la miró fijamente. Ella estaba más bonita que hace días. Su rostro volvió a tener su color y desprendía un delicioso aroma a mujer.Alessandra, era su mujer.—Igual debo irme. Fabrizio ya me había dado órdenes para hacerlo. Solo debo entregar el celular y...Ella no pudo terminar, cuando las puertas de la enfermería fue abierta. Automáticamente, Dereck y ella se separaron
La vida había sido dura para Dereck y Alessandra. Cada uno tenía un saco de cicatrices, unas más fuertes que las otras, pero con un poco de cariño y paciencia, habían logrado avanzar. Sanar no siempre será fácil, pero cuando se quiere a alguien, se trata de hacer hasta lo imposible por ellos. Alessandra y Dereck se iban a casar a finales de año. Necesitaban un poco de tiempo para lograr planificar muy bien su unión. Dereck fue recibido en la mafia con los brazos abiertos. Todo el mundo en la organización sabía que él sería una pieza importante para las negociaciones con la ley. Para la sorpresa de Dereck, Alessandra decidió vivir en el Norte de Italia. Ahí había hecho nuevos recuerdos y había empezado su nueva vida con Dereck. Por respeto a la memoria de Thomas, el lugar que un día fue su hogar, lo cerró. Ella iba a verlo todos los domingos al cementerio, ya que, cuando él vivía, salían a citas ese día.Ella se había hecho unos estudios médicos porque no paraba de sentirse mal. Eso
Sinopsis:Alessandro De Santis, un hombre frío, cruel y despiadado. Había sido traicionado por la mujer que amaba. Asesinó a su familia por lastimar a su hermana y haría cualquier cosa, por la felicidad de su familia.Una tarde, saliendo de uno de los casinos de sus amigos, vió a una mujer que parecía pérdida. Estaba buscando ayuda para volver a su hotel, pero nadie se tomaba la delicadeza de hablarle. Alessandro, como buen caballero, decidió prestarle ayuda a la mujer, lo que no sabía, es que él estaba conociendo al pecado vestido de monja.Dos personas que no deberían haberse cruzado, se conocieron una tarde en Irlanda.*Este libro no tiene nada que ver con la historia de Alessandra y Dereck. Podrán verlos en apariciones especiales, pero han transcurrido algunos años, entre ese libro y este.*
Prólogo.Habían pasado dos años desde la última vez que Alessandro había visto a Antonella. Ella no había muerto en el momento que intentó acabar con la vida de su hermana menor, pero eso no le quitaba las ganas de acabar con ella con sus propias manos. Para la mafia, no importa de qué país fuera, le debías lealtad a todos y las mujeres eran sagradas. Una traición de parte de tu compañera y se acaba todo. Él esperó, pacientemente, a que ella quedara sola y atacó en silencio a su presa.¿Maníaco o psicópata? Las dos definiciones le quedaban bien. Capturó el autobús en donde trasladaban a Antonella, logrando que pareciera un accidente de tránsito. Las calles angostas las cerró y él descendió de su auto blindado. —Por favor... Tengo familia. No me haga daño —le rogó el chófer. Él miró al policía con desprecio.El único hombre uniformado que le caía bien era su cuñado. —No tengo nada que ver contigo —pronunció sus palabras.Antonella, al verlo caminar hacia ella, supo inmediatamente qu
La gente tenía una lista de personas con las que no quieres toparte. El primer lugar lo tenía Fabrizio y el segundo, obviamente, Alessandro. La diferencia entre ellos dos, es que, uno razonaba y el otro trabaja por impulso. Uno era cuerdo y el otro estaba loco, pero al final del día, ambos tenían sed de sangre. Por esa razón, la organización se mantenía en pie. Uno complementaba al otro. Alessandro amaneció con ganas de acabar con un cabo suelto y eso hizo. Por eso en su cabeza no le cabía la molestia de Fabrizio.—¡Asesinaste al militar, Alessandro! —le gritaba con furia—. ¿Sabes los problemas que nos va a traer eso? ¡Tenemos un jodido tratado de paz que debemos seguir! ¡Di mi palabra, maldición! —golpeó el escritorio.Fabrizio, al enterarse de lo sucedido, tuvo que volar rápidamente a Irlanda para saber qué pasaba por la cabeza del imbécil que tenía como mano derecha.—Espera un segundo, Fabrizio. No fue tan así —miró a Kylian y supo que estaba jodido—. Tu local es un bonito bar d
Emma era tímida, pero cuando estaba muy nerviosa solía hablar más de lo que debería. Aunque su nuevo amigo, Alessandro, no le daba miedo, le producía nervios. Por esa razón, le contaba todo lo que había en su cabeza. Era un problema porque ella era un manojo de angustia todos los días. Emma ayudó mucho en el orfanato ese día y por mala suerte, se quedó sin comer. Ella no llegó a tiempo para la cena y su comida se perdió. A la mañana siguiente, fue castigada porque una de las monjas del convento dijo que Emma la había espiado en el baño. Ella no dijo nada y recibió su castigo con orgullo. Jamás se quejó y esa era una de las razones por la que seguían metiéndose con ella. Emma no era más que una joven de 24 años y siempre le disgustó verse al espejo. Su apariencia le traía problemas y sí, ella sabía que era hermosa, pero para encajar, trataba de mantenerse al margen. —¿Te duele? —le preguntó, Sor María, preocupada. Ella era una mujer mayor, pero lamentablemente, no podía hacer nada p
Emma seguía esperando a que la madre superiora volviera por ella. Tenía mucha hambre y ya sabía que mañana le tocaba ayunar. A veces deseaba ser una novicia rebelde. Así como una vez le explicó su madre cuando era niña.Esa mansión era demasiado grande y podías escuchar hasta el sonido de un alfiler cayendo al suelo. Si ella llamaba a alguien, probablemente, se escucharía por todos lados. La madre superiora apareció y le hizo señas para que se acercara a donde estaba ella. Esperaba tener días libres mientras estuviesen aquí. Emma, realmente, quería conocer la ciudad. Tratando de disimular las molestias que sentía en sus nalgas, caminó a donde se le llamó. No supo si fue coincidencia, pero ahí se encontraba nuevamente, Alessandro. No demostró ningún tipo de emoción al verlo y algo en su pecho le hizo tener miedo. «¿Acaso me está persiguiendo?», pensó, pero le resultó bastante imposible. Emma no había dado direcciones y tampoco se había sentido perseguida. Sabía cómo actuaban los aco
Emma estaba avergonzada por lo que había sucedido, pero no podía hacer más nada. Su cuerpo dolía y él lo sabía. Debía ser un hombre lo suficientemente detallista con las personas para darse cuenta de eso. Cristal, su nueva conocida, la había llevado a un departamento enorme para ella sola. Era increíble lo gigante que era. Vió dos maletas más que no le pertenecían en la sala y pensó que ella viviría con alguien más.—Aquí estarás por un tiempo. Puedes hacer el cambio que quieras y pedirme lo que desees. Estoy en el piso 6 por si necesitas algo. La hermana María y el padre Antonio están en edificios diferentes —le informó la chica.Ella se giró y le pareció cálido, pero demasiado grande el departamento para ella sola. Una sonrisa se dibujó en su rostro y se atrevió a preguntar.—¿Puedo poner la navidad? Ya estamos en época para hacerlo y es mi temporada favorita —en la habitación del convento tenía un pequeño árbol artificial. Quería estar en Alemania para navidad, pero suponía que es