El día más esperado había llegado, Víctor se reunió con Alejandro en la mansión Rowling, y tenía que admitir que estaba cagado de miedo al saber que ese hombre era el líder de la mafia. Pasar mucho tiempo con Rafael, hacía que descubriera lo peligroso que era. Con razón David le tenía tanto miedo. —¿Por qué tan tenso, muchacho? —El mafioso le palmeó el hombro a modo de broma—. Estoy de tu lado. —N-no estoy tenso… —Tienes que ver esto, estoy seguro de que se te quitará la tranquilidad —habló Rafael, entregando las fotografías comprometedoras. Víctor las tomó, todos estaban en la salida, y sus ojos se abrieron como platos al ver el estado de su único hijo. Cada moretón que veía en Mateo, le generaba una fuerte punzada de golpear a Catherine, aunque fuera mujer. No pudo ver todas las fotos, se las devolvió a Rafael cuando ya no pudo más. Sobó su cabeza, y echó su cabello hacia atrás porque le parecía imposible. —Esa mujer… —susurró, mordiéndose una uña—. No la voy a perdonar jamás
Elsa estaba cuidando de Victoria junto a Camilo, se había vuelto costumbre que él las acompañara en sus momentos libres. —Es increíble cómo el karma siempre llega, ¿no? —habló él. —¿Lo dices por lo que está ocurriendo con el ex de Mónica? Victoria estaba concentrada en armar su casita de muñecas, esa que le había regalado su abuelo hace un tiempo. No le prestó atención a la conversación que tenían los adultos. —Precisamente por eso —El hombre se acomodó, estaban sentados en el suelo de la sala. Mónica atravesó la puerta, era la hora del baño de su hija, por lo que fue a buscarla. Además, necesitaba distraer su mente porque sabía que su padre había ido a buscar a Catherine. —Bebé —La llamó—. Es hora del baño. —No termino —refutó la pequeña. —Y aquí es cuando se pone terca —bromeó Elsa, dándole un codazo a Camilo. Sus piernas chocaban, pero era algo de lo que ella no se había percatado aún, le restó importancia. En cambio, el corazón de Camilo se volvió loco dentro de su pecho.
—Buscamos a una tal Catherine Lambert —habló Alejandro. La recepcionista lo vio extrañada, buscó el nombre en su computadora y dio error. —Lo siento, no recuerdo haber registrado a una persona con ese nombre —expresó—. ¿No estarán equivocados? —¿Ves? Te lo dije —miró a Víctor con cara de: yo tenía razón—. Estamos buscando a una mujer pelirroja de ojos verdes, cuerpo de modelo y está acompañada de un niño. La mujer frente a ellos se quedó pensando, hasta que un bombillo se alumbró en su cabeza. Había una mujer hospedada desde hace más de una semana, tenía esas características. —Creo que ya sé de quién me hablas —Tecleó un nombre diferente—. Malena Watson. Por lo general, las personas no duran más de una semana en este hotel, pero ella es diferente… Es como si no tuviera a dónde ir. —Y se la pasa de hotel en hotel —añadió Alejandro—. ¿Me puede decir el número de habitación? Ella frunció el ceño, porque recordó algo extra. —Tengo que mencionar el hecho de que a la señorita la vis
—¿En verdad creíste que podías escapar? —se burló el castaño—. Es gracioso. —¿Qué le hiciste? —indagó Víctor, al ver que Catherine no movía ni un pelo. El estado de shock en el que había quedado, no la dejaba ni hablar. Con suerte podía mover los ojos, pero les estaba dando la espalda a ellos. —Tranquilo, solo fue un leve choque eléctrico que le provoca parálisis, se le quitará en un par de minutos —explicó—. Ahora, busquemos al niño. Inhaló hondo. Mateo no se veía por ningún lado, y eso que la habitación era pequeña. Víctor revisó el armario, y tampoco había rastros. La única puerta extra que quedaba por revisar, era el baño. —Supongo que lo encerró en el baño —murmuró Alejandro—. Ve por él, estará feliz de ver una cara conocida. Yo estaré pendiente de esta loca. —Muy bien.Víctor se preparó mentalmente para reencontrarse con su hijo, estaba preocupado por su estado de salud. ¿Lo recordaría? ¿O se asustaría al verlo? Abrió con cautela la puerta del baño, le quitó el seguro c
En la mansión Rowling, el grupo estaba reunido esperando la llegada de David, y de los dos hombres que fueron a buscar a Catherine. Elsa se sentó al lado de Mónica cuando vio la oportunidad, Rafael había ido a la cocina y por fin la dejó disponible. —Tu esposo parece un chicle pegado a ti —susurró, alzando una ceja—. ¿Qué fue lo que le hiciste? —Tenemos una relación sana, arreglamos todo con el poder de la conversación, supongo que por eso somos muy felices —comentó, orgullosa de su nuevo matrimonio. Había sido muchísimo mejor, pues Rafael sabía escucharla y le daba importancia a todo lo que Mónica decía, por muy trivial que fuera. Nunca se había sentido tan plena y en paz. —Bueno, no quería hablarte de eso —murmuró Elsa, jugando con sus dedos. Se aseguró de que Camilo no estuviera escuchando, por suerte, él hablaba con Victoria a lo lejos, ella ya lo veía como a un tío de verdad. —¿Qué pasó con Camilo? —¿C-cómo sabes que se trata de él? —balbuceó, aturdida. La rubia sonrió.
—Escóndete, pero recuerda que está prohibido ir a la sala o pierdes automáticamente, ¿entiendes? —Elsa le estaba explicando las reglas a Victoria. La niña quería jugar a las escondidas, pero no podían ir a la sala porque David estaba presente. —¡Entiendo! —exclamó, emocionada—. Ganaré. —Muy bien, contaré hasta cincuenta y te buscaré —informó la niñera, con una sonrisa. Se dio la vuelta para cubrir sus ojos y no ver a dónde se iba Victoria. Cuando la pequeña escuchó el primer número, salió corriendo por el pasillo de la mansión.—Uno, dos, tres… —Y Elsa se quedó sola. Victoria se cansó al cabo de unos segundos, y la primera puerta abierta que vio era la de la enfermería. Dentro, se encontraba Mateo sentado en una camilla, Miles había ido por un vaso de agua y un poco de comida nutritiva para él. El niño estaba flaco, restregó sus ojos. Victoria entró con sigilo a la enfermería al no escuchar a Miles, creyó que estaba ocupado en la sala con sus padres, cosas de adultos. Se detuv
Mónica y Rafael estaban en su habitación despiertos a altas horas de la noche, habían pasado dos días desde que encontraron a Catherine. —¿Sabes lo que hizo Victoria? —inquirió la mujer, acomodándose en el colchón. —Ustedes a veces me ocultan cosas —bromeó—. ¿Qué hizo y por qué te ves preocupada por eso? Rafael se rodó para llegar al lado de Mónica y poder rodearla con su brazo, con las espaldas pegadas de la madera. Ella se acurrucó, era su refugio, un lugar seguro alejado del exterior. —Conoció a Mateo y ahora quiere verlo más seguido, creyó que vivía aquí —explicó, se cruzó de brazos—. ¿Deberíamos hacer algo al respecto? Y es que a Victoria le emocionaba por fin tener un amiguito con el cuál jugar en el futuro. —¿Le dijiste la verdad? —Ay, ¿cómo le digo a mi hija que su amiguito está pasando por mil problemas familiares y se irá lejos por un tiempo? —Rodó los ojos. —No se irá lejos, simplemente pasará unos días en el hospital, ¿no te dije que el juicio será dentro de un mes
David había conseguido la firma de Catherine para culminar su divorcio. Alejandro tuvo que ayudarlo a eso, y después, regresó a la mansión Lambert, dónde su madre ya estaba esperando. La señora tenía un ceño fruncido, que demostraba su preocupación y enojo ante una nueva situación que los sobrepasaba. —¿Mamá? —cuestionó el rubio, cerrando la puerta principal—. ¿Qué haces aquí? Últimamente vienes mucho. —Deja de gastar el poco dinero que tienes en bebidas alcohólicas, David —lo regañó, se enteró porque revisó las últimas transacciones en su cuenta—. Estamos muy mal. Tu padre está en el hospital. —¿Ah? ¿Y qué diablos le pasó? —¡Le dio un maldito infarto luego de enterarse que nos hemos quedado sin ahorros! —exclamó, estaba furiosa. Rowena no sabía de dónde sacar dinero, si la empresa se la habían heredado a su hijo y si él caía, ellos también. Movió el pie repetidas veces, ansiosa. —¿Un infarto? —David se sentó en una silla cercana, sin poder creerlo—. Esto no… ¡no es mi culpa qu