Capítulo 40: Emociones

Rafael se había quedado afuera para esperar que padre e hija terminaran de hablar. Cuando lo hicieron, ambos salieron del restaurante riendo con felicidad.

Él los vio con nostalgia, porque extrañaba un poco a sus difuntos padres, a pesar de las exigencias. Notó que Alejandro y Mónica se parecían un montón, sobre todo en la nariz puntiaguda.

—Bueno, supongo que dejaré a mi hija en tus manos —Palmeó el hombro de Rafael—. Cuídala, o ya sabes lo que te puede pasar.

El empresario comprimió una sonrisa porque la amenaza estaba clara, aunque Mónica se burló. Se preguntaba de qué habían hablado durante la comida.

—Cuente conmigo.

—Padre, recuerda tu promesa —Carraspeó su hija, un poco molesta por la amenaza.

—Sí, sí —Suspiró, colocando ambas manos detrás de su nuca con relajo—. No le haré nada a tu querido esposo.

Rafael parpadeó y la mujer se quedó sin habla, con la boca temblorosa porque no creyó que su padre lo diría con facilidad. Tragó saliva, nerviosa por la mirada profunda que l
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