Dalila Hace un par de años atrás Ernest Smith era él sin duda alguna el hombre al que todas miraban cuando llegaba a la oficina. Era el hijo de Devon Smith y solía venir algunas reuniones de vez en cuando. Y paralizaba este pobre lugar con su presencia ¿Como no verlo? Para ser honesta, todas las chicas en la oficina nos lo quedábamos viendo, era imposible no verlo. Era alto, muy rubio, con gran porte y excelentemente bien vestido. Uno de los solteros cotizados de New York. Exquisito, sexy, divertido, el chico con onda y famoso de la ciudad. Es un sueño Ernest Smith, esa era la verdad. Y yo pues… nadie me veía. —Les voy a decir que cada vez luce mejor, y sin duda que es un gran partido porque tiene mucho dinero — escucho decir a una compañera. —Su padre tiene intenciones de tomar la ciudad y tener un puesto político importante, ¿se imaginan si algo así como la reina de Nueva York si fueran su novia?— dice otra. —Dicen que varias herederas importantes se lo pelean…— Él era esp
DalilaEra como si todo ese recuerdo me viniera de repente. Ernest y yo besándonos, tal cual sucedía ahora. Pero yo no podía pensar en eso en este momento, tenía que alejarme de aquí, pues estaba convencida de que corría peligro. Sin contar que la situación me asqueaba.—¡Suéltame! ¿Cómo se te ocurre tocarme? — gritó desesperada y lo empujó. Él se viene hacia mí y yo me defiendo prácticamente con uñas y manos, entramos en un forcejeo, en el que yo voy directamente a su cara y rasguño su mejilla. Lo escucho gritar e inmediatamente, me empuja y yo choco contra la pared jadeando. —¡Bruja! ¡Maldita mujer!— dice él tocándose la cara y debe sentir ardor porque inmediatamente deja la herida. No es profunda, pero lo suficientemente molesta como para que me haya dejado. —¡No se te ocurra volver a tocarme! ¡Eres un desgraciado, aprovechado... y jamás volveré a estar de tu lado! ¡Ya he visto quién eres y no me cansaré hasta verte acabado!— grito yo con furia, con una emoción que prácticamente
Lucas —La señora está muy preocupada ——Sí, me he dado cuenta y le he preguntado ya varias veces y no me da una explicación diferente. Pasan tantas cosas a la vez Octavio, que la pregunta debería ser ¿de qué no está preocupada? ——Es muy cierto, sin embargo... es necesario que esté tranquila. La salud de ella es primordial, sobre todo después de ese accidente— me dice Octavio y yo le sonrío. Me da satisfacción que todos se preocupen tanto por ella. Victoria la acompaña siempre que ella se lo pida, Octavio no la pierdas de vista y siempre está dándole tés, y comida. Todos en los servicios de la casa son atentos con ella, y mi esposa trata con amabilidad y consideración a todos. Pero en vez de consentirla y tenerla en casa, me di cuenta de que lo que ella necesitaba era estar ocupada, puesto que así no pensaba en todo lo que nos caía encima: eso que encontramos en el auto, los misterios en Belle Harbor, Claudia, Ernest y Devon con sus amenazas... y toda la cantidad de porquería que h
Dalila —Necesito que me prometas, que vas a estar tranquila con esto ¿Okay? Probablemente, esas acusaciones de que estás involucrada en temas ilegales de Grupo Ferrero es mentira y solo quieren asustarte, quebrarnos, como siempre — —Pero saldremos adelante... — le digo yo y él me da un dulce beso. —Así es... ¿Seguro que no quieres que te acompañe al doctor? Tengo miedo de que te dé alguna noticia desesperante por las cicatrices... y te sientas mal—me dice él con amor. —Estoy segura de que voy a poder con todo pero gracias por preocuparte por mí — respondo y con un último beso nos separamos. Afortunadamente, Owens estaba en Belle Harbor haciendo algunas averiguaciones y no me iba a acompañar a New Jersey para mi consulta. Lucas se había sorprendido bastante de que hubiese elegido un médico lejos, pero yo lo había logrado convencer de que era un doctor importante que manejaba mucho este tema y en general él parecía querer complacerme en todo y no puso muchas objeciones. Yo bási
Lucas La duda me carcomía por dentro. No podía dejar de pensar en el hecho de que ella estuviera embarazada y yo la había dejado. Había intentado sacar el tema varias veces, pero a último momento me arrepentía. Sentía vergüenza, pero también miedo de lo que ella me pudiera decir. Pero hoy tenía que hacerlo. Tenía que hablar honestamente con ella y hacerle las preguntas y decirle también la verdad. Contarle la verdad de esos días en que discutíamos y que llevó a ese desenlace tan horrible de haberla perdido por más de un año. La única forma de que yo sanara era hablando con ella. La peor parte es que yo tenía hasta vergüenza de comentarle esto a Octavio a otros de mis hombres... y convivía con esta duda solo. Sin contar que la mayoría de mis hombres estaban en algún trabajo, Owens se supone que iba a regresar hoy de Belle Harbor, y los demás estaban vigilando al detective Fernández, Ernest y su familia. Parecería que tenía que contratar a más gente en cualquier momento. —¿De ve
Lucas Estaba ahí parado en la puerta, temiendo que alguien entrara y escuchaba cómo se movía como si intentaran abrirla como sea. Yo sentía que iba a tener que salir disparando como loco. De repente que escuché un sonido familiar, una voz que sin duda reconocía, y aunque por un momento dudé, me dispuse a mover todos los muebles que habíamos colocado y era el hombre más feliz del mundo cuando vi que la persona que estaba afuera era nada más y nada menos que... Octavio. —Señor por todos los cielos... imagina que iba a estar aquí… lo he buscado por todas partes— me decía el hombre pequeño y veía que tenía sangre en su siempre limpio traje. —¡Octavio! ¿Te ha sucedido algo? ¿Estás herido?— le preguntaba mientras lo dejaba entrar y volvía a cerrar la puerta con todas las cosas. —No señor... pero abajo hay bastantes personas en malas condiciones, me lamento. También le he pegado a varios de esos hombres…y Victoria... —oh no no, no puede estar sucediendo esto. —¿Dónde está ella? — p
DalilaEsto había sido realmente una pesadilla. Yo sentía que estaba en modo alarma y que mi cerebro funcionaba tratando de responder a la urgencia de lo que acontecía. Los sonidos que escuchaba eran aterradores, y en poco tiempo había pasado desde prácticamente ir de mi habitación, quedarme encerrada en un baño mientras él iba a ver qué sucedía, hasta pasar por una ventana como si yo fuese parte del elenco de Misión Imposible. Cada momento que pensaba era angustioso y solo habían sido poco más de una hora. Como si eso no fuera suficiente mi querida Victoria estaba herida, ella intentaba poner su mejor cara pero yo no podía dejar de angustiarme. Mi vida había dado un vuelco importante y ahora tenía una familia y ella y Octavio sin duda formaba parte de ese pequeño círculo. —¡Al suelo!— gritaba Lucas mientras oíamos más y más disparos. Parecía que venían del invernadero donde estaban cuidadas las plantas, y se acercaban a nosotros. Una vez más él se colocaba prácticamente sobre mí
Dalila —¿Qué sucede?—pregunto angustiada mientras veo que mi esposo se agita de manera frenética en la camilla. Los paramédicos empiezan a moverse y a revisarlo atendiendo como pueden mientras la ambulancia sigue en marcha. —El señor parece haber entrado en paro, ¡tenemos que llegar al hospital inmediatamente!— dice uno de ellos y la ambulancia acelera. Siento que cruzamos media ciudad mientras la ambulancia intenta meterse por todas partes evitando el tráfico, y la sirena prácticamente retumba mis oídos. —Lucas, por favor... escúchame, tienes que aguantar, tienes que ser fuerte, ¡ya estamos en camino! ¡Ya vas a tener toda la ayuda que necesites!— le decía yo desesperada, tomando su mano mientras los paramédicos presionaban en su pecho, masajeando su corazón. Yo veía la herida y era realmente terrible, pero él era un hombre muy fuerte y en una excelente condición física... eso tenía que valer de algo, sobre todo en esta situación. De repente frenamos y hemos llegado al hos