Irina. Las cosas se habían puesto un poco locas ese día, nadie quería decirme nada pero lo sabía, algo andaba muy mal. Me había percatado de la ausencia de Elena durante todo el día desde que Yuri y Dimitri habían llegado a la casa. Había querido sacar información de Filippo pero me fue imposible, él mismo tenía la cabeza partida en miles de pedazos que estaba como loco. ¿Qué habría hecho esta vez mi amiga que los tenía tan desesperados? Me había dado cuenta que también Dimitri había desaparecido, por lo tanto podía asumir que se encontraba con Elena. Cuando en un momento fui a buscar a Yuri se encontraba hablando con Alessio de lo más bien, los había estado observando con atención un buen rato pero de un momento a otro Filippo se acercó a ellos y se llevó consigo a Yuri. Alessio parecía muy tranquilo y no lo notaba para nada preocupado, entonces creí que sería algo relacionado con la empresa. Traté de calmar mis nervios y me dediqué a velar por la casa y que estuviera funcional,
Irina. Me enteré de que mi amiga había regresado sana y salva fue la cosa más relajante del mundo para mí. Había querido ir a verla pero entonces decidí que sería mejor dejarla descansar al igual que Alessio, no podía ni tan siquiera imaginarme lo nervioso y alterado que estaría por todo lo que estaba ocurriendo y en el peligro en el que se encontraba su esposa. Mientras tanto decidí enfocarme en la cena, estaba poniendo en práctica mis dotes culinarios y hasta el momento nadie en la familia se había quejado de mi comida. En un momento de absoluta concentración de mi parte jamás me percaté de que alguien estuviera mirando como me movía en la cocina, hasta que en un momento volteé a mirar para ese lado y me encontré con unos ojos gélidos. — ¿Me estás acosando? — pregunté con una media sonrisa en mis labios. — Ya quisieras, solo vine en busca de algo que comer, por si no lo sabías he estado muy ocupado toda la tarde. Bajé el cuchillo que tenía en la mano y lo miré de frente, su vo
Irina. Lo había dicho finalmente, había sincerado mis sentimientos por el hombre que amaba realmente y no lo podía creer, me sentía liberada de una opresión en el pecho. No podía levantar la mirada, no quería verlo y darme cuenta que para él no significaba más de lo que significaba un punto en una línea. Pero la verdad es que había respondido a su pregunta, ya estaría contento porque me doblegué ante él. — Dime algo Yuri. — pedí en un susurro porque ni siquiera emitía sonido alguno que me demostrara que haya escuchado lo que acaba de decirle. Él en un momento tomó mi rostro haciendo que lo vea fijamente a sus ojos. Su mirada fría como el hielo, el color de sus ojos nada más acentuaba esa frialdad pero era justamente eso lo que por tanto tiempo me había gustado de él. Era perfecto para mí, hermoso como lo viera y era el hombre que quería para mí. — ¿Me amas? ¿Por qué? ¿Es enserio? Acabo de confesarle que lo amaba y este idiota me pregunta ¿Por qué? ¡Es un imbécil! — ¿Por qu
Irina. Al salir de la oficina de Alessio fui directamente al jardín, necesitaba respirar y necesitaba pensar las cosas muy seriamente. Le había dicho a Yuri que lo amaba y él me había confesado que también me quería, no estaba muy segura como saldrían las cosas de allí pero había tomado una decisión, lo había elegido a él. No dudé ni un solo minuto en decirle a Filippo cómo me sentía realmente para poder elegirlo a Yuri. En estos momentos las dudas que tenía en mi mente eran más que nada porque temía sufrir, temía que nuevamente mi corazón se desilusionara del hombre que decidió amar. “Basta Irina, deja de ser tan negativa” Me recriminé a mi misma porque no tenía sentido estos pensamientos. Debía creer en nosotros dos, debía creer que seríamos capaces de afrontar cualquier obstáculo y nos seguiríamos amando tal y como lo hacen Alessio y Elena. Nosotros también podemos si realmente sentimos eso tan fuerte. Miré las estrellas en el cielo, la noche ya estaba en alto y la gran majest
Elena. Pude darme cuenta como mis palabras la tomaron desprevenida porque su rostro pasó por todos los colores posibles. Tenía unas ganas inmensas de reírme a carcajadas pero debía admitir que me causaba mucho más hacerla sufrir por lo que mantuve mis facciones serias esperando que me dijera algo. Podía verla tragar duro cada vez que se había decidido en decirme algo pero en el momento de abrir la boca se arrepentía. Sabía mejor que nadie que esta situación para ella significaba algo muy vergonzoso, mucho más el que le haya dicho que los había visto la noche anterior. — Elena yo… — nuevamente se había quedado sin palabras y hasta ahí llegó mi maldad. Me reí mucho y podía ver su rostro desfigurarse nuevamente entre la sorpresa y la confusión para luego quedarse más calmada al verme sonreír y tomarle las manos. — Tranquila, perdón por hacerte sufrir tanto. — me disculpo mientras vuelvo a reír un poco más. — Simplemente quería divertirme un poco contigo. Pero ahora si hablando en se
Elena. Luego de acordar con Dimitri que luego de la visita del médico iríamos a dar un paseo me dediqué a investigar los documentos que trajimos del lugar. Sabía que podíamos encontrar más cosas en esos libros, por lo menos rastrear algún otro lugar de relevancia para la organización. Estaba muy segura que así como se habían infiltrado en una de las compañías podrían haberlo hecho en otra y mi idea era poder localizarlas para arruinar las cosas poco a poco al maldito que nos quiere ver muertos. — Buen día Elena, no esperé verte aquí con todo esto. Filippo ingresó al despacho de Alessio con una gran taza de café y unas ojeras monumentales, estaba claro que no había dormido nada la noche anterior. — No muy buenos a tí al parecer, ¿Anoche te has quedado trabajando hasta tarde? — Tú has logrado alborotar el avispero y eso significa mucho trabajo para mí. ¿Qué haces? Le mostré las anomalías en los libros que habíamos visto en la empresa junto con Dimitri donde gracias a eso pudimos d
Elena. Encontramos un pequeño lugar retirado e íntimo donde la multitud de personas turistas no llegaban. Los comensales de este pequeño café eran principalmente gente local que quizás acudían diariamente. Era el lugar adecuado para nuestra reunión. Dimitri se había encargado de que nadie nos estuviera siguiendo, de todas formas nos acompañaban dos vehículos más con cuatro hombres dentro armados y listos en caso de que ocurriera un imprevisto. Alessio había entendido que la salida se trataba de una reunión de amigas porque existía un triángulo amoroso entre su mejor amigo y mi hermano, pero con Yuri fue mucho más difícil despistarlo porque él sabía muy bien que Irina ya me había contado toda la verdad. Por suerte logramos que entendiera que una chica necesita de un momento de soledad junto con otra mujer para que pudieran pensar mejor las cosas y hablar libremente sin temer que tu suegra o las tías de tu marido te escucharan por ahí. Dimitri, el hombre de confianza de mi hermano
Elena. Luego de nuestra charla tuvimos que hacer una parada a un centro comercial para justificar nuestra salida de chicas, todos los hombres siempre creían que las mujeres cuando salían la finalidad era salir de compras, entonces para enmascarar lo que realmente fue lo hicimos. Al llegar a la casa me encuentro con la gran noticia de que Ana ha vuelto de donde sea que fue, por supuesto todos en la casa estaban emocionados porque era la única que cocinaba los platillos favoritos de la familia. Alessio es quien más feliz se encontraba, no estaba muy segura cómo reaccionaría si supiera que estaba investigando a la mujer que prácticamente lo crió, pero más segura estaba que le afectaría aún más saber que era quien los estaba traicionando. Estaba muy consciente que sería un gran golpe. — ¿Cómo les fue en su salida de chicas? — pregunta Alessio cuando me acerco a ellos luego de haber guardado todas las cosas que compré. — Bastante bien de hecho, fue muy esclarecedor. — digo observando