Los gritos, los aplausos y los llantos no pudieron faltar. En el mismo momento en que el sacerdote nos declaró marido y mujer todos nuestros invitados se pusieron de pie para festejar con nosotros la gran felicidad que sentíamos en nuestro interior. Alessio había derramado unas lágrimas durante la ceremonia y no había visto algo más tierno en mi vida, saber que se encontraba así de emocionado por casarse conmigo me hacía dichosa. Pero ahora era mi momento, ahora era yo quien no podía dejar de llorar por la inmensa felicidad que sentía en mi interior. — Felicidades hermanita, estoy tan feliz por tí. — Gracias Yuri. Si no hubiera sido por tí hoy no tendría un esposo como él. Ambos nos reímos por mi comentario conociendo muy bien la historia detrás. — Hija, felicidades. Te damos la bienvenida oficialmente a la familia D’Angelo. Ya sabes para lo que necesitas puedes contar con todas nosotras en la familia. — Muchas gracias Annalisa. Fue así que todos los invitados poco a poco fuero
— ¿Estamos todos listos? — pregunta Alessio ya bastante apurado por querer largarnos de aquí. — Ya estamos — contesta Filippo trayendo sus maletas. — Seremos 6 personas cuidando de ustedes en todo momento, allí nos esperan unos guardaespaldas más que contratamos de una agencia que nos seguirán de lejos, están informados quienes somos porque se trata de un socio nuestro el dueño de la agencia. — ¿Irina aceptó venir? — pregunto porque no la veía por ninguna parte. — ¿Ella también irá? ¿Y eso por qué? — pregunta Yuri bastante perturbado al escuchar la noticia. — Acompañará a Filippo, no quisiera que pasaran mucho tiempo alejados por culpa nuestra teniendo en cuenta que se dieron una oportunidad. ¿Acaso hay algún problema hermanito? Yuri no sabía con certeza para donde mirar porque de repente todo su rostro se había tornado de todos los colores. Estaba enfadado, confundido y no lo quería demostrar pero mi querido hermano no era muy bueno ocultando sus emociones. El que parecía estar
Alessio me había sorprendido con nuestro destino, Grecia es un país que siempre me había llamado la atención pero que hasta el momento no había podido venir. Un lugar realmente hermoso y muy romántico, especial para una luna de miel, me encontraba realmente emocionada. Por supuesto mi marido el controlador y mi hermano no habían querido correr riesgos por lo que nos instalamos en una villa privada en vez de un hotel. No me importaba en realidad porque lo disfrutaría incluso mucho mejor, ya que la privacidad que nos ofrecía tener un gran lugar como este solo para nosotros era único. Apenas llegamos a la casa y antes de siquiera acomodarnos, Alessio me pidió que le avisara a mi hermano que ya nos encontrábamos aquí. Mientras tanto él vería con sus hombres la protección del lugar ya que, a pesar de habernos “escapado” del radar de nuestros enemigos era muy probable que nos estuvieran buscando y nadie descarta la idea de que nos puedan encontrar. De todas formas yo no quería pensar en
— ¿Qué quieres hacer hoy? — ¿Qué me dices de ir a la playa? O quizás alguna excursión. — Me gustan ambas ideas, pero haremos lo que tú quieras hacer. Habíamos pasado el día anterior en la casa acomodando nuestras cosas y descansando luego del viaje tan agotador y los preparativos de la boda que habían dejado a Elena rendida ya que habían sido un cúmulo de estrés constante a pesar de haber recibido mucha ayuda. Pero para hoy quería pasar un tiempo a solas con ella, disfrutar del lugar tan maravilloso que teníamos y quería disfrutar de su compañía. Había elegido Grecia porque sabía lo perfecto que podía llegar a ser este lugar, lo pacífico y paradisiaco. Lo había visitado hace mucho tiempo atrás en un viaje familiar, luego había venido por mi cuenta en una escapada junto con Filippo aunque en ese entonces había estado en mi época en la que vivía sin importarme básicamente nada más que el placer. — Me gustaría ir a la playa, quiero broncearme y beber un cóctel sin preocupaciones ni
Nos encontrábamos los dos acurrucados en la cama mientras observamos el techo sin decir nada más que escuchar nuestras respiraciones agitadas luego del encuentro tan pasional que habíamos tenido. Realmente estaba sin palabras, Alessio se había comportado de la mejor forma, había sido tan tierno, dulce y amoroso conmigo. No podía ni tan siquiera expresar la forma en la que me siento porque me encontraba más que extasiada. Esto se había tratado de la mejor experiencia que había tenido en mi vida, jamás me había logrado sentir de esta forma y mucho menos haber sentido todas esas emociones juntas. Realmente sentía como si hubiera encontrado mi lugar en el mundo. — No se que decir — digo mirando a los ojos a Alessio. — No digas nada, no es necesario. Fue simplemente increíble. — Estoy tan feliz de haber dicho que sí y hoy ser tu esposa. — Y yo soy feliz de que lo seas. Estuvimos un buen rato recostados en la cama, el vaivén de las aguas en el yate lo hacía aún más increíble y el sile
— Señora, rápido póngase el traje debemos saltar cuanto antes o nos verán. — ¿Has visto cuántos son? — pregunto muy preocupada por Alessio. — Se trata de 3 motos acuáticas con dos hombres en cada una, el problema es que están muy bien armados. Si llegaran a subir al yate sería un grave problema. Traté de vestirme lo más rápido que pude, cuando ya estaba lista con la ayuda del guardaespalda tomé aire una vez más y luego me sumergí en el mar. Me había resultado tan linda, tan cristalina y realmente relajante, pero ahora estando en la situación que nos encontramos la verdad en lo único que podía pensar era en lo oscura y fría que se sentía. A medida que me alejaba del yate y a medida que nadaba podía sentir como si una parte de mí lo estuviera perdiendo. Realmente me sentía incompleta, esta sensación tan extraña era realmente triste y desoladora, Alessio era una parte muy importante de mí que dejarlo es como si lo estuviera perdiendo. Agradecida por mi condición física seguía nadand
Luego de haber gritado, luchado y discutido con todas las personas en la playa había llegado finalmente la lancha que Filippo había estado esperando. No dudé en subir en ella, no me importaban los peligros ni nada más que no fuera ver a Alessio, necesitaba comprobar por mí misma cómo estaba. No podía dejar de llorar, las lágrimas salían solas y se escurría por mis mejillas me encontraba desesperada y el corazón dolía de una forma tal que no podía describir con palabras. Irina estaba a mi lado, ella también había tenido que decirle muchas cosas a Filippo para que entendiera que no me dejaría sola y que también iría a ver el estado en el que se encontraba el yate y sus ocupantes. Tampoco sabíamos nada de los hombres que nos habían atacado, en la explosión no vimos a ninguna moto alejarse por lo que sabíamos que todos ellos se encontraban heridos o bueno, en peor estado. — ¿Logran verlo? — preguntó Filippo mientras los demás recorrían con las motos entre los escombros. — Filippo, de
— ¡Aquí! Soy su esposa, dígame doctor ¿Cómo está? — hablo tan rápido que de seguro parezco una demente. — Tranquila señora, puede estar más relajada que el señor D’Angelo ha salido de la operación muy bien sin ningún inconveniente. Tiene un marido muy fuerte y con muchas ganas de vivir. Por el momento estará monitoreado ya que las primeras horas son muy importantes para poder definir su estado al 100% pero le puedo asegurar que todo ha sido un éxito. Tendrá mucho tiempo nada más para que pueda recuperarse muy bien, pero le aseguro que con paciencia lo podrá hacer. — Muchas gracias. — respondo con lágrimas inundando mi mejilla. Las lágrimas brotaban a borbotones de la emoción que sentía, caigo de rodillas en el suelo y en ese mismo momento siento como unos brazos me rodean en un abrazo muy fuerte. — Elena, todo está bien. Él estará bien, ya escuchaste al médico. Yo asentía pero no podía dejar de llorar, Irina me tuvo en sus brazos por un momento mientras descargaba todo lo que te