Capítulo 98: Tú siempre has sido mía.

La mirada de Angelo nunca se apartó de la de Cassandra. Con cada prenda que caía, su confianza se volvía más evidente, más intimidante.

—Recuerda que eres mi amante —dijo con frialdad—. Aceptaste eso sin problemas esta mañana en la oficina. Y, por cierto, tenemos un contrato. Cumple.

Cassandra sintió cómo una mezcla de deseo y rencor se agitaba en su interior.

—No soy solo una amante —respondió, su voz más suave pero aún desafiante—. Soy la mujer que…

Angelo se acercó, eliminando cualquier distancia entre ellos. Ella guardó silencio, incapaz de articular sus pensamientos mientras él se mantenía semidesnudo frente a ella, su piel tocando la suya, acelerando el latido de su corazón.

—Eres lo que quiero que seas —susurró ese italiano, inclinándose hacia ella, sus rostros tan cerca que podía sentir su calor—. Así como debes darme lo que quiero cuando lo deseo, sin rechistar, como ahora… —dijo, mientras su mano levantaba la pierna izquierda de Cassandra apoyándola en su cadera
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