—¿Por qué sigo aquí? La sonrisa del joven se amplió, dándole una apariencia mucho más madura que el joven rebelde que alguna vez fue.

Estaba vestido como un hombre de negocios con una camisa blanca bien ajustada, el pelo bien peinado y un maletín en la mano. Si no se hubiera dirigido a Lily por su nombre, a ella le habría costado reconocerlo.

—No nos detengamos en eso —respondió Lily con el ceño fruncido. Aunque el joven se refería a sí mismo, ella sintió una sensación de incomodidad al escuchar esas palabras—. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi.

Jenny observó con curiosidad mientras Lily conversaba con el apuesto joven en la mesa cercana.

—He estado ocupado con algo —asintió con una leve sonrisa—. ¿Qué tal si nos ponemos al día tomando un café? Es un placer mío.

Dada la naturaleza inusual de su encuentro y habiendo completado las tareas que tenía entre manos, Lily estuvo de acuerdo.

—Seguro.

—Tú eres... —Jenny vaciló brevemente, contemplando si interru