Lily durmió profundamente. No era porque hubiera tenido un día agotador en el laboratorio, sino porque...

Estaba experimentando en un campo específico cuando descubrió que los hombres y las mujeres tenían naturalmente una resistencia diferente en ciertas áreas. Por ejemplo, Alexander se había levantado temprano para ir a la empresa a una reunión.

Lily ni siquiera estaba segura de a qué hora había salido. Vagamente, recordaba que justo antes de irse le había dado un beso en la frente. No recordaba mucho antes de eso.

Rebuscó con los dedos y encontró su celular que vibraba. Se lo acercó a su oreja. “¿Aló?”.

“Lily, soy yo”. Era la voz de Olivia, y sonaba enérgica.

“Eh, todavía es muy temprano. ¿No quieres descansar más?”, dijo Lily, medio despierta. Estaba dando vueltas en la cama, pero no tenía ganas de levantarse aún.

“¿Temprano?”. Olivia miró la hora. “Ya van a ser las seis. ¿Cómo es eso temprano?”.

“¿Las seis? ¿Las seis no es temprano?”. El cerebro de Lily seguía agotado. Estab