Sophia había salido de la mansión de los Williams, sintiéndose desfallecer, después de todo, no podía negar que se había encariñado con ellos, qué intensos sentimientos habían florecido en su interior hacia el pequeño y su padre.Con el corazón en un puño y arrastrando sus maletas, se encaminó hacia la calle en la que se encontraba la parada de taxis más cercana.Para su suerte, conforme había ido avanzando, el sol había comenzado a iluminar las calles de la ciudad, haciendo que se sintiera más segura. Cuando llegó a la parada de taxi, se acercó a uno, cuyo taxista se apeó del vehículo para ayudarle a subir las maletas, antes de que ella se montara en los asientos traseros y él hiciera lo propio tras el volante.—¿Dónde la llevo? —preguntó mirándola por el retrovisor.En el rostro de Sophia se evidenciaba las lágrimas que había derramado de camino hasta allí.Sin pararse a pensarlo dos veces, Sophia le indicó la dirección de la fundación principal, donde ella, tiempo atrás, se había
Cuando llegaron a la oficina de Sophia, luego de llamar a los guardias de confianza de Noah para que llevaran a Liam a la mansión, Sophia rodeó el escritorio y se sentó en el alto sillón de cuero negro, mientras Noah la imitaba, frente a ella, en una de las dos sillas que había delante del escritorio.—¿Qué necesitas que haga para que me des una oportunidad y regreses con Liam y conmigo? —preguntó.Efectivamente, estaba dispuesto a hacer lo que fuera porque regresara a casa.—Necesito que ni tú ni nadie me falte el respeto, demasiado tengo con lo que están haciendo Lucas y mi tía para que también tenga que soportar eso contigo. Para eso prefiero estar sola…—¿Qué hay de Liam? —preguntó Noah, alzando una ceja.—Ya sabes que lo quiero mucho y haría lo que fuera por él —respondió y rápidamente aclaró—: Lo que fuera, menos tolerar que se me falte el respeto.—Te entiendo, no te preocupes, haré todo lo que esté en mis manos para que mi padre comprenda que la verdad no es la que cuenta Luca
Durante los últimos siete días, Sophia y Noah se habían esforzado al máximo por conseguir las pruebas necesarias para probar que Lucas estaba detrás de las explosiones que habían traumado al pobre de Max.A pesar de que sus hombres habían logrado dar con el animal, Sophia no podía dejar de sentir la angustia de que Lucas se desquitara con su mascota o con Liam y Noah.Ninguno de ellos tres merecían recibir ese maltrato por culpa de las ambiciones de Lucas.Aquella tarde, mientras tomaba su abrigo, su bolso y su móvil para salir, el último comenzó a sonar con insistencia.Al mirar la pantalla, frunció el ceño, cerró los ojos y suspiró.Sin pensarlo dos veces, cortó la llamada. No quería hablar con ella.Sin embargo, su tía parecía no estar dispuesta a darse por vencida, por lo que la continuó llamando, mientras Sophia iba de salida, hasta que su sobrina, ya harta, por fin contestó.—¿Qué quieres? —preguntó Sophia, de malos modos.—Oh, ¿así tratas a tu tía favorita?—¡¿Tía favorita?! —i
DURANTE LA NOCHE.Aquella noche, mientras Sophia, Liam y Noah cenaban en tranquilidad, mientras veían una película infantil, elección de Liam, el móvil de Sophia comenzó a sonar con insistencia.Sophia, alertada, se levantó de la silla en busca de su teléfono, que había dejado cargando en la sala de estar.—¿Qué sucede? —le preguntó Noah, quien la había seguido junto a Liam.—Es la alarma de la fundación principal.—¿Alarma?—Sí, si la alarma de las fundaciones salta por algún intruso o algo, puedo escucharlo en el móvil.Tras decir esto, tomó su abrigo, las llaves de su coche y salió a la fría noche.—Sophia, espera, mejor llama a la policía. —Noah intentó detenerla.—No puedo esperar, Noah. Esto se está yendo de las manos —respondió, deshaciéndose del agarre de Noah.—Pero Sophia… —dijo, en el momento en el que la mujer se montaba en el coche y arrancaba el motor, para salir a toda velocidad.—¡Por el amor de Dios! —exclamó Noah, llevándose las manos a la cabeza, sin saber muy bien
—¿Me quiere decir que soy sospechoso? —preguntó Noah, con los ojos abiertos de par en par.No, no era posible que el comisario le estuviera proponiendo eso.«Tal vez he oído mal», se dijo a sí mismo.Tras el silencio arrollador del comisario, quien no apartaba la vista de él ni por un solo segundo, Noah repitió:—En serio, señor, ¿usted me está diciendo que soy sospechoso del accidente de Sophia, de «mi esposa»? —preguntó.Ya llevaba demasiadas horas allí, por lo que, quizás, no había oído tan mal. Sin embargo, no podía razonar con calma, su mente viajaba constantemente hacia Sophia, de la cual no le habían querido dar información.El comisario parpadeó con lentitud y, tras mirarlo directamente a los ojos, con cierta violencia, respondió:—¿Tendría por qué?—Por favor, señor, entiendo que quiera cerrar esto ahora mismo, pero puede dejarlo como un simple accidente.—¿Acaso sugiere eso para cerrar esto cuanto antes y que no salga a la luz y usted le hizo fallar los frenos al coche de su
UN MES MÁS TARDEHabía transcurrido un mes desde el fatídico día en el que había ocurrido el accidente, tras el cual Sophia había sido intervenida de emergencia, había quedado en coma y se encontraba hospitalizada en la unidad de cuidados intensivos.Noah había pasado ese mes, sumido en el desconcierto y la angustia de no poder ver a su esposa.Llevaba treinta días tras las rejas y ese, por fin, sería el día en el que, tras haber acordado el pago de una fianza, podría pagar por su libertad.Cuando por fin pudo pagar, gracias a la ayuda de su abogado, y salió de la celda, se propuso buscar a Liam e ir al Hospital Central, donde le había dicho la paramédica que la trasladarían.En cuanto llegó a la mansión, abrazó a su hijo con fuerza.Aquel tiempo en el que estuvieron alejados, le había hecho valorar más el tiempo con su pequeño. Algo que ya valoraba de por sí, pero no tanto como en ese momento.Después de comunicarle al pequeño que irían a ver a Sophia, ambos subieron las escaleras y,
UNA SEMANA DESPUÉS. A la semana siguiente de que Sophia despertara del coma en el que se había visto sumida, durante cuatro semanas, la mujer fue dada de alta. Durante todos aquellos días, Noah y el pequeño Liam la habían visitado en todo momento, en especial, cuando fue trasladada a una habitación común, al considerar que estaba fuera de peligro. Sin embargo, por mucho que ambos habían intentado, por todos los medios, hacer que recuperara sus recuerdos, su mente seguía envuelta en una densa niebla de olvido. Aquel era el día en el que, por fin, sería dada de alta, y, tal y como se había vuelto costumbre, Noah y Liam se encontraban con ella. Por otra parte, Noah, lleno de preocupación, pero también de esperanza, estaba ansioso por llevar a Sophia de regreso a la mansión, la que había habitado hasta hacía tan solo un mes atrás. No obstante, Sophia se sentía intranquila. Por lo que había visto, Noah era muy bueno y atento con ella, mientras que Liam, quien la llamaba «mamá», era ad
Noah, quien se sentía cada minuto más ansioso por descubrir al verdadero responsable detrás de todo aquello, decidió, por fin, tomar cartas en el asunto para descubrir quién estaba detrás de todo lo que le había sucedido a Sophia.Con la ansiedad invadiendo su ser, tras el desayuno, se encaminó hacia su despacho.Al llegar a la habitación, se encerró bajo llave, sacó su móvil del interior del bolsillo de sus vaqueros.Sin perder tiempo, marcó el número de teléfono de Thomas Bennet, su abogado de confianza. Necesitaba respuestas y un camino hacia la verdad.Esperaba que el hombre le tomara el teléfono rápidamente, ya que lo conocía suficientemente bien como para saber que no era normal que lo hiciera a la primera.Sin embargo, en esa ocasión, Thomas lo sorprendió.—Hola, Thomas. Necesito tu ayuda —dijo, en cuanto se estableció la conexión, sin siquiera hablarle como las convenciones sociales indicaban.—¿Qué sucede? —preguntó el abogado, notando la urgencia—Sophia está en peligro —sen