Luciano sonrió mientras miraba el cuerpo desnudo de Ofelia enredado entre las sábanas y sus propias extremidades enredadas entre ellas.
—Es hora de levantarse —susurró a su oído, bañándola con la calidez de su aliento.
—No quiero, estoy cansada y tengo sueño —se quejó la muchacha moviéndose para pegarse más al cuerpo masculino.
—O-fe-lia —Luciano deletreó su nombre y la manera tan sexy de hacerlo, envío un escalofrío por toda su columna vertebral y la obligó a abrir uno de sus ojos, mientras ronroneaba como un pequeño felino.
—Un ratito más —pidió y el hombre negó.
—Es el cumpleaños de Luciana —le recordó.
—¡Es verdad! ¡No puede ser! Estaré como un Bambi escaldado —gritó provocando que Luciano estallara en c
La sonrisa de Laura se extendió por su rostro con fingida cordialidad y tanto Luciano como Ofelia pudieron ver sus negras intenciones detrás de aquella mano extendida.—Un placer conocerlos —dijo, como si fuera la primera vez que se vieran.Ofelia fue la primera en extender su mano hacia ella.—Encantada señora González, aunque creo que nos hemos visto antes ¿No le parece? —el comentario de Ofelia deliberado y la mujer borró la sonrisa del rostro.—Me temo que no, debe haberse confundido —respondió y Ofelia sonrió.El encuentro de esa noche no era deliberado, pero era claro que Laura había intentado arruinarla para ellos, esperando no quedar al descubierto ante su marido.—Señor Barrera —dijo Laura, apartando la mirada de Ofelia y dirigiéndose a Luciano.—Señora —la voz de Luciano salió
Ofelia dejó la oficina de Luciano y cambió su rumbo de casa a la tienda de su madre. La saludaría y aprovecharía para hablar sobre la boda.El asunto de Laura le preocupaba, pero no lo suficiente como para quitarle el sueño. ¿Por qué debería? Ella fue muy sincera con Luciano y no mentía en absoluto. Si resultaba que Laura si tenía un hijo de su prometido. Le daría cariño y amor como si fuera uno de sus hijos, pero temía que solo fueran artimañas de la mujer.Debía ser el tipo de persona que era su padre y ella ya había tenido suficiente Valerio para dos o tres vidas y lo último que iba a permitir es que una mujer como Laura intentara arrebatarle la felicidad que le había costado lágrimas y sangre.Ofelia era consciente de que no era perfecta, ella había cometido errores y Luciano unos cuantos. Pero como adultos conversaron y
“¡Estoy embarazada! ¡Seremos padres de nuevo!”“¡Estoy embarazada! ¡Seremos padres de nuevo!”¡Seremos padres de nuevo!”Aquellas palabras era lo que Luciano esperaba escuchar en algún momento, pero se vio sorprendido por el cúmulo de emociones que le embargaron, al escuchar la voz de Ofelia darle la noticia. Él ya era padre de una hermosa princesa y sabía lo que era esperar un hijo. Sin embargo, este embarazo era muy distinto. Esta vez no estaría escondido detrás de ninguna cortina para estar presente.Esta vez él estaría en todo momento al lado de Ofelia, le tomaría la mano en la primera cita, en la primera ecografía. Los dos conocerían a su bebé al mismo tiempo y podrían reír y llorar de la emoción juntos. También iba a asegurarse de que se tomara las prenatales sin falta y se alimen
El pequeño punto en el monitor era casi nada, pero para la pareja lo era todo. Esta era la primera imagen de su bebé con solo siete semanas de gestación y ya estaba robándose el corazón de sus padres.—Es hermoso —aseguró Luciano provocando que Ofelia esbozara una ligera sonrisa.—Es una pequeña manchita —le contradijo sin apartar la mirada del monitor. El corazón de Ofelia latía como la primera vez que miró a Luciana. Las situaciones habían sido diferentes, pero era exactamente la misma felicidad que embargó todo su ser.Luciano no se sentía diferente de su prometida. La primera vez que acudió a una cita médica lo hizo a escondidas.—El embrión se encuentra en perfectas condiciones, para las semanas de gestación, tiene el tamaño adecuado. Estaremos controlando el embarazo periódicamente y nos a
Luciano deslizó el cierre del traje de novia del cuerpo de su esposa, dejando pequeñas caricias sobre la columna vertebral, haciéndola temblar.—No debimos irnos de la fiesta así —murmuró Ofelia mientras el cosquilleo corría por su cuerpo hasta hacerle erizar la piel.—No van a echarnos de menos, cariño, puedes jurarlo —Luciano se acercó por la espalda desnuda de Ofelia y pegó la piel de su pecho y abdomen contra la piel desnuda de su esposa. —Además, no quiero esperar para tenerte en mis brazos y escucharte gritar mi nombre. Veinticuatro horas han sido un verdadero infierno para mí —confesó Luciano.Él bajó la cabeza para dejar un sendero de besos por el cuello y los hombros de Ofelia. Sus manos recorrieron el costado del cuerpo femenino hasta ahuecar los senos y los pezones de la mujer entre sus dedos.Ofelia suspir&oacut
—¡No puedes hacerme esto, Marcelo! He hecho todo lo que me has pedido durante todos estos meses, me mantuve alejada de tus negocios, no salí de fiesta y ¡Te he sido más fiel que un perro! —gritó Laura mirando a su marido con resentimiento.—Y nada compensará lo que me has hecho. ¿Piensas que puedes borrar todo lo que has hecho a mis espaldas? —preguntó Marcelo con enojo.—Hice lo que me pediste. No voy a firmar el divorcio, no voy a renunciar a la vida que tengo contigo, puedo hacerte feliz —insistió la mujer, pero el hombre negó y se alejó dos pasos de ella.—¡Trataste de seducir a mi hijo! ¿Qué clase de mujer eres, Laura? No contenta con alejarlo de mi casa y de mi vida ¡Hiciste lo mismo con Luciano Barrera! Tu plan no te funcionó, Laura. Ahora tu castigo será quedarte en la calle, como la serpiente que er
Ofelia observó por enésima vez el reloj en la pared. Imperio y Tristán recién habían salido a la cita que maquiavélicamente había planificado para llevar a cabo sus planes. No, no eran sus planes; eran los planes de su padre. Él quería que se casara con un hombre rico, que le ayudara a progresar en su carrera y claramente no importaba el medio para lograrlo.Era más que claro que le tenía sin cuidado lo que ella pudiera desear o sentir.«No tengo la culpa de que no nacieras hombre Ofelia. Me hubiese gustado tener un macho y no una…»—Niña —susurró al recordar las palabras de su padre, el pan de cada día. No había día que él no le recordara el gran pecado de ser una mujer y no un niño cómo era su deseo.Suspiró y esperó un poco más, estaba nerviosa y cuando el timbre son&oac
Ofelia permaneció quieta sentada sobre su cama. La puerta había sido cerrada de manera brusca por Luciano. Él se había marchado dejándola con el cuerpo y el corazón dolorido. Ella solamente quería que se fijara en ella, pero escuchar aquellas duras palabras salir de sus labios después de lo que habían hecho, fue como un balde de agua fría sobre su joven cuerpo, cómo una bofetada sobre su rostro. ¡Ella no era como su padre! No lo era, ella solo quería tener un lugar en el corazón de ese hombre frío. Solo quería que la mirara con ojos de orgullo, aunque fuera solo por una vez. Por eso había aceptado aquel plan. «¿Y crees que eso puede justificar lo que le has hecho?», le recriminó su conciencia con dureza. «Le mentiste, lo engañaste para que viniera a ti, lo drogaste para que yaciera contigo, como si fueras una put4…»