Hoy se cumplieron tres meses desde que Rachell fue echada, lastimosamente no pude saber más de ella. Le pedí muchas veces permiso a Lady Vivian, para salir y buscarla. Pero me dijo “Ella es una manzana podrida y su putrefacción podría salpicarte.” Me sentía muy mal por todo lo que había sucedido, seguramente estaba pasándola mal, la calle y una chica joven y bonita no son una buena combinación. Esperaba que de corazón ella estuviese bien, al menos que el frio del invierno no la enfermará. Por mi parte seguía enfocada en mis estudios y disciplinas, me sacaba muy buenas notas y tenía un grupo de amigas muy bueno. Afrika era mi nueva compañera de habitación, ella y Melody eran mi mejor pasatiempo. Mindy y sus amigas nos odiaban, estaban molestas conmigo porque según ellas “Por mi culpa echaron a Rachell” y por eso me refugiaba con las chicas. Teníamos mucha rivalidad, lo cual me traía recuerdos del colegio. Donde este tipo de cosas sucedían muy comúnmente. Soportábamos sus burlas, bromas y comentarios, pero lejos de permitírselo, nos defendíamos.
Mindy era la más cruel y ruin, un día descompuso la alarma de la habitación que compartimos Afrika y yo, no llegamos tarde por suerte. Pero estuvimos muy cerca de hacerlo, nos habíamos vengado robando sus uniformes del día correspondiente. De momento estábamos en paz o eso quería creer, sin embargo, eran unas víboras. No me sorprendía que estuvieran planeando algo en nuestra contra, eran peor que las crías villanas de las películas adolescentes.
Nos habíamos formado y Lady Vivian como todos los días nos había revisado que estuviéramos perfectas, habíamos ido a clase de turismo Melody y yo, mientras que Afrika fue a química. Ya que su objetivo era un ingeniero químico dueño de muchas farmacias. Nos íbamos riendo de un chiste que hice sobre la electricidad que llevaba mi cabello, el típico frizz. Cuando Mindy me chocó el hombro a propósito, me frene de golpe mientras Melody solo me tomo del brazo para arrastrarme al salón.
—¿Qué? ¿Se te perdió algo soplona?—preguntó con odiosidad.
—Nada, solo intentó comprender algo—respondí y caminé a su alrededor analizándola de pies a cabeza, ella me miraba muy atenta—, Es que no logró comprender, ¿Dónde tienes tu cerebro? Como nunca lo ocupas, me preocupas, cariño.
Ella rodó sus ojos y continuó su camino sin articular palabra alguna, Melody se rio y seguimos nuestro camino hasta la clase. Cada vez me gustaba más esto, me sentía muy lista para avanzar. Ya quería pasar al nivel 3, pero debía esperar, aún tenía mucho por aprender. Mi fachada sin embargo ya fue hecha, Lady Vivian había hecho mis perfiles como Bianca White en las redes sociales. Tenía constantes sesiones de fotos para poder llenarlas con fotografías creíbles, había conseguido tener muchos seguidores y me sorprendía como todas esas personas creían con facilidad que era una súper modelo, estudiante. ¿Acaso nos dejábamos llevar tanto por la vista? Pues así parecía ser.
—¿Bloom?—llamó la profesora. Moví mi cabeza y la miré—, ¿Cuál es el principio número uno de la hotelería?
—Evitar el engaño a los clientes, con falsos precios o promociones—respondí.
—Muy bien, pero presta atención—respondió suspirando.
Asentí y me disculpé con la mirada, me había dejado llevar por mis pensamientos. Pero todo esto me hacía tanta ilusión que ya quería irme al campo, ya quería poner en práctica todo lo que estaba aprendiendo. A la vez tenía mucho miedo, no quería arruinar mi misión. Pero los nervios me ganaban, ¿Y si no lograba que él se enamorará de mí? yo no sabía mucho del amor, nunca había tenido novio. Les tenía cierto temor y rechazo a los hombres, pero estaba mentalizada a que cumpliría mi misión, que haría lo que fuese por conseguir éxito. Faltaba poco para mí cumpleaños número dieciocho y si mis cuentas no fallaban, el mismo día de nuestra graduación al nivel 3 era mi cumpleaños también. Por lo que sería una especie de premio doble. Quizá finalmente el abogado me cediera la herencia de mis padres, aunque eso ya no me hacía ilusión. El objetivo de Melody al ser hotelero era socio del mío, por lo que quizá nos seguiríamos viendo. Claramente teníamos que fingir no conocernos y lo haría casualmente gracias a ellos, ese era el plan. A la que no veríamos más sería a Afrika, ya que su objetivo era árabe. Eso me daba cierta tristeza, porque era otra amiga que perdería. Y por más que fuese fría, tenía un enorme cariño por mis amistades, era muy leal a ellas. Por otra parte, mi mejor recompensa seria no volver a ver nunca más a Mindy y su sequito. Lady Vivian también era una buena persona, siempre cuidaba de nosotras como una madre, era lo más cercano que tenía a una y la veía así. O al menos la respetaba tal como si se tratase de una madre adoptiva.
Las clases habían terminado más temprano de lo normal, según tendríamos una conferencia con una gran estilista y diseñadora de modas francesa. Lo cual sonaba muy interesante, estaba caminando con las chicas en camino al gran salón. Pero Rafaello me llamó con su mano, no entendía porque, pero camine hasta él después de despedirme de las chicas.
—Hola Rafaello, ¿Qué sucede? —pregunté.
—Acompáñame, Bloom—respondió.
Asentí sin comprenderlo, así que caminé con él. Salimos de la mansión y fuimos al estacionamiento. ¿Adónde me llevaba? Me preocupe un poco, además de que sentía un extraño vacío en mi estómago. Pero sin dudarlo igual lo seguí, Lady Vivian dijo que siempre debíamos obedecerle a su asistente, mayordomo. Me subí al auto cuando abrió la puerta y jugaba con mis dedos sobre la falda de mi vestido, estaba nerviosa y ansiosa por saber de qué iba todo esto.
—Sé que estás nerviosa y asustada, pero tranquila—empezó Rafaello—, Lady Vivian me autorizo de llevarte a ver a Rachell…—alargó lo cual me hizo asustar el doble, el tono que lo dijo fue melancólico. ¿Acaso le había sucedido algo malo?
—¿Qué ocurre, Rafaello? Porque de repente acepta dejarme verla, después de lo mucho que le pedí—pregunté con temor.
—Ya lo sabrás—respondió limitándose.
Suspire y centre mi atención en el camino, condujo por las calles que tanto caminábamos Rachell y yo sin un rumbo fijo. Sentí cierta tristeza instalarse en mi corazón, a la vez que una lágrima traicionera corría por mi mejilla. ¿Cómo era que ahora estábamos lejos? Éramos mejores amigas, más que eso, hermanas. Nos unía un lazo de sobrevivencia, más que de sangre.
Me asusté aún más cuando nos detuvimos en una casa fúnebre, de esas donde se vela el cuerpo de los fallecidos. Sentí erizarse mi piel. ¿Acaso ella estaba…? No, no podía ser cierto. No ella, Rafaello abrió la puerta y me baje del auto, siguiéndolo hasta el interior de dicho salón. Al entrar mis piernas flaquearon, había un ataúd el cual se encontraba cerrado y detrás suyo una enorme foto fotografía de Rachell…no podía creerlo. No ella, corrí hasta el ataúd intentando observar que fuera ella y no un malentendido. ¿Por qué me pasaba esto? Porque perder a la única amiga que tuve durante tantos años de soledad. Rafaello se acercó a mí y me colocó su mano en el hombro.
—¿Por qué está cerrado el ataúd? Quisiera verla…—pedí.
—Cariño, su cuerpo sufrió quemaduras de tercer grado, está irreconocible—respondió—, fue un accidente, ella estaba refugiándose en unas bodegas y estás explotaron, lo siento tanto, Bloom.
Mi corazón dolió como nunca, no podía creer lo que veía y mucho menos creerlo. ¿Por qué la vida era tan injusta con las personas que vivíamos en las calles? No podía creer que una explosión acabará con su vida, había pocas personas en la sala. No sabía quiénes eran, pero estaba segura que no la conocían. Así que tome el valor necesario y a pesar de haber arruinado el maquillaje por el llanto que me quitaba la respiración, me acerque al ataúd y me despedí.
—Rachell, lo siento tanto…no debí abandonarte. Perdóname por haber sido tan egoísta, por haber pensado en mí y no en las dos. No me perdonaré jamás esto, no merecías morir, no así. Eras una excelente muchacha, un poco descarriada como toda persona. Pero eras sin duda alguna la hermana que nunca tuve, nos unió por muchos años la sobrevivencia, lealtad y hermandad más que un lazo sanguíneo. Te extrañaré siempre, Rachell.
El tiempo siguió tomando su curso, cada día pasaba más veloz que el otro. Me gustaba porque nos acercábamos a finalizar el nivel 2 y 3. Muy pronto sería nuestra graduación, lo cual me llenaba de ilusión, a todas en realidad. ¿Y es que quien no quería cumplir la misión? Todas aspirábamos lograrlo y estábamos deseosas de ya salir a la ciudad, al mundo real. Por mi parte me dolía tener que despedirme de New York, ya que sería enviada a Londres, Inglaterra. Que es donde reside actualmente mi objetivo, sin contar que sus hoteles están por todo el mundo. Pero su vivienda según tengo entendido está en el mejor conjunto residencial de todo Londres, lo cual suena a tanto lujo que no puedo imaginarlo. ¿Acaso podría enamorarse de mí? ¿Una chica huérfana encubierta? Sabía que no recibiría un no por respuesta, después
Desde mi conversación con Lady Vivian todo cambió, ya no estaba segura si quería continuar con la misión. Mucho menos si sería capaz de hacer lo que me pedía. ¿Podría tener el valor para matar a alguien? imposible, claro que no podría. ¿Por qué me pedía eso? ¿Qué cambio para llegar a eso? ¿Quién la había contratado? Tenía muchísimas preguntas y muy pocas respuestas, no lograba concentrarme en mis clases y ni hablar de los talleres extras. Estaba muy distraída y eso no me gustaba, me sentía sucia, no podía creer que me involucre en un grupo de asesinas. No era un instituto y lo sabía, pero una cosa es ser cazafortunas, otra muy diferente es ser asesina. Me carcomía la culpabilidad, por haber abandonado a Rachell por esto, por convertirme en un monstruo. Pero ya estaba dentro, ¿Qué podía hacer?
Seguí a Rafaello para ver donde sería mi fulana clase, pero no me llevó a ningún salón si no nuevamente fuimos al estacionamiento. ¿Era fuera de la mansión? ¿Acaso era así de mala? Condujo por toda la ciudad, hasta detenerse en una especie de campo. Había botellas y carteles colgados en árboles, habló con un señor y me dejó ahí. Dijo que pasaría por mí al acabar la clase y yo solo asentí. No podía hacer mayor cosa.—¿Tú nombre?—preguntó el caucásico hombre que imaginó será mi profesor.—Bloom Jonhson—me presenté—, ¿Quién es usted?—Julio, señorita. Le enseñaré a disparar y defensa personal, tiene que aprender a defenderse.—respondió y asentí—, ¿Con que le gustaría empe
—Excelente tiro, Bloom—felicitó Julio, sonreí triunfal—, Comienzo a preocuparme, he creado un monstruo—divirtió.—¿Tanto crees que he aprendido?—pregunté bebiendo de mi botella de agua, el asintió—, ¿A cuántas personas has matado, Julio?—¿Crees que llevó un registro?—preguntó obvio—, Perdí la cuenta hace mucho tiempo.—respondió dejándome atónita.—¿Cómo haces para dormir por las noches? ¿No te sientes culpable?—pregunté con interés.—¿Por qué debería sentirme culpable? Bloom, no mató a mujeres o niños. Mató a delincuentes, violadores, ladrones, asesinos, marginados. Escorias en general—argumentó y asentí en silencio—, Una vez que lo hagas, te cambiará la
—¿Estás diciendo que te harán asesinar a tu objetivo?—preguntó Melody, alarmada.Asentí, habíamos salido del comedor y Melody nos trajo a la biblioteca, detrás del último pasillo había una repisa con libros muy polvorientos donde no tenía vista a la cámara gigante que monitoreaba el salón. Así que aquí podíamos conversar sin ser vistas o escuchadas. Lo cual me parecía perfecto, ya que siempre debíamos tener cuidado de lo que habláramos porque siempre estábamos siendo vigiladas.—¿Por qué? ¿No es suficiente con casarse con él?—preguntó Afrika.—No lo sé, ella dijo que mi “misión era especial”—respondí encogiendo mis hombros.—¡Mierda, Bloom! En que nos hemos metido, tengo miedo—respondió Melody.
Al siguiente día nos levantamos con los nervios a mil por hora, no sabíamos que nos diría Lady Vivian. Bueno a mí, ya que fue a quien citó en su despacho. Después de pasar la formación y todas se retirarán a sus clases comunes, camine al despacho como borrego caminando al matadero. Suspire con pesadez, ¿Qué me diría? ¿Me expulsaría? ¿Quizá eso era lo mejor no? No lo había pensado, si hacía que me echará no tendría que matar a nadie y volverme una asesina. Pero ¿tanto nadar para morir ahogada en la orilla? Malditos sentimientos ambivalentes. Toque la puerta y cuando musito su “pasa” sentí que me desmayaría.—Buenos días, Lady Vivian—salude pasando, me hizo señal que me sentará.—Buenos días, señorita Jonhson—respondió seria cruzando sus manos
El día de la graduación llegó finalmente, claro que los días pasaron tan rápido que no lo podía creer. Hoy finalmente cumplí mis dieciocho años, era increíble que a mi corta edad tuviera tanta responsabilidad. Siempre creí que todo sería distinto, que al cumplir esta edad simplemente reclamaría el dinero que por derecho me pertenece y comenzaría una vida nueva, diferente. Pero no, aquí estaba siendo graduada de una especie de “instituto” que no entendía muy bien cuál era su fin, me habían hecho un cambio de look total, mi rubio cabello paso a ser un castaño medio con tonalidad cobre. Lo habían dejado largo hasta mi cintura, estaba ondulado y muy suave, me entregaron valijas con ropa muy bonita y elegante. Un teléfono celular, documentos de mi nueva identidad y títulos universitarios. Todas las chicas que nos graduábamos
Me desperté y apagué mi alarma, no me adaptaba al cambio horario. Es decir, dormí de día, mientras que pasé en vela toda la noche. Me levanté y preparé un café poderoso, como esos que solía invitarme Lady Vivian. Busque en el armario un atuendo que estuviera acorde para la sesión fotográfica, me decidí por un overol ajustado al cuerpo en color azul marino, lo acompañe con un blazer blanco y tacones a juego. Alisé mi cabello y le hice ondas de medio a puntas. Me maquille sutil, pero con un rojo pasión en los labios. Estaba lista, mi teléfono vibró y enseguida lo tomé atendiendo la llamada.—¿Hola?—respondí.—Cariño, te veo en treinta minutos en el hotel Bonard central—respondió la otra voz, no entendía de quien trataba, hasta que recordé las hojas que leí ayer.&mdash