La clase pasó muy rápida, habíamos aprendido mucho sobre la gestión hotelera. Estrategias de ventas para ofrecer paquetes turísticos y la buena administración. Debía aprenderme muchas cosas, mi objetivo debía caer bajo mis encantos. Pero no solo contaba ser bonita, debía seducirlo con mi inteligencia y conocimientos en común. Lady Vivian nos enseñaba a ser más intelectuales que bonitas, decía que no solo por “tener un cara bonita y un cuerpo voluptuoso tendríamos éxito en nuestra misión, la sapiofilia debía ser nuestro fuerte”. Por lo que entendía eso era una especie de fetiche, esperaba equivocarme.
Salí del salón y perdí de vista a Melody, su advertencia corría por mi mente. “Cuida tus espaldas” ¿De qué exactamente debía cuidarme? No entendía a qué se refería, pero lo conversaría con Rachell. Caminé hasta el comedor, nos correspondía la cena. Habían terminado las clases y el día, era momento finalmente de descansar. Me sentía agotada física y mentalmente, tenía mucho tiempo que no sabía lo que era estudiar y tener una rutina. Pero me sentía más que feliz y satisfecha de por fin tener esa oportunidad. El cambio drástico que dio mi vida en cuestión de dos días me tenía realmente motivada, estaba desarrollando un sentido de pertenencia que me llenaba, sentía que tenía un hogar o algo similar. Al llegar al comedor vi a las chicas sentadas en el fondo, ignorando sus llamadas pase por la comida y tome solo unas galletas de soda y un yogurt, salí rápidamente y subí a la habitación. Sentía una extraña sensación al verlas, luego de la advertencia de Melody algo cambio en mí. Ya no confiaba en ellas, me causaba molestia su presencia. Por eso prefería evitarlas, hasta que pudiese descubrir de qué iba la advertencia y las chicas.
—¡Hey!—dijo Rachell, entrando a la habitación y cerrando la puerta con seguro.—, ¿Qué fue eso del comedor? ¿Por qué nos evitaste?
—Rachell, tengo que contarte algo.—avisé y le comenté la extraña conversación que había tenido con Melody.
—¿Y le creerás a una chica equis?—preguntó—, Es raro, Lu.
—No sé qué creer, recuerda que el que confía pierde.—respondí encogiendo mis hombros.
—Tendremos que cuidarnos entonces—respondió restándole importancia—, ¡Debo contarte de Alex!
—¿Quién rayos es Alex?—pregunté.
—¡El jardinero que te conté!—dijo emocionada lanzándose a la cama.
—¡Debes tener cuidado, Rachell!—regañe.
—Es que es tan encantador—respondió contenta—, Se llama Alex, tiene 22 años y trabaja para mantener a su mamá.—contó.
—¿Sabes que aceptamos esto no?—pregunté.
—Sí lo sé, ¡Estúpidas reglas!—se quejó—, Aunque sigo siendo libre porque aún no tengo un objetivo.—dijo alzando sus cejas repetidas veces.
—¡Aun así!—reclame—, Si Lady Vivian se entera, estas frita.
—¡No lo hará!—se defendió—, Solo lo sabes tú y sé que no se lo dirás.
—¡Dios, que terca eres!—me queje—, Cuando te metas en problemas, no digas que no te lo dije.
—¡No lo hará!—respondió—, Disfrutare mientras dure.
Rodó sus ojos y me ignoró quitándose el uniforme, imité su accionar y me fui al baño. Me duche por un largo rato, luego me coloque un poco de crema facial mientras terminaba de depilarme mis piernas.
—¡Ya sal, es mi turno!—se quejó tocando la puerta.
—¡Ya salgo!—respondí gritando también.
Salí y me vestí, tome mis cuadernos y repase todas mis notas. Eran muchas las cosas que había aprendido hoy y no quería saltarme ningún detalle. Era importante para mí no dejar nada a flote, me gustaba memorizar y aprender. Por lo que era muy estricta para estudiar, el cansancio me ganó por lo que me quede dormida sin darme cuenta.
El intenso sonido de la alarma me despertó, haciendo que mi mal humor saliera a relucir. ¿No era suficiente con hacerla sonar una sola vez? Rodee mis ojos con fastidio, me coloque de pie y me duche rápidamente. Busque el uniforme del día, consistía en un conjunto de falda, blusa y blazer en color azul celeste pero más claro que el vestido que usamos ayer. Tacones blancos y complementos blancos, todo se veía muy bien. Había seguido la clase de diseño a la perfección, me alise mi cabello y ondule las puntas, use un poco de maquillaje. Y estaba lista, tome mis libros y cuadernos, estaba por bajar, pero Rachell aun no levantaba. Lo cual era raro, porque tampoco emitía queja alguna.
—¡Ya despierta!—dije sacudiendo el bulto que se veía en la cama, pero al tocarla me di cuenta que no era ella. Eran almohadas y mantas envueltas.
¿A dónde se había ido? Seguro a ver al fulano jardinero, rodee mis ojos con fastidio nuevamente, se me torcerían de tanto hacerlo. Pero era difícil evitar no hacerlo, baje las escaleras y ya estaban haciendo formación. Tome mi puesto y Lady Vivian hizo acto de presencia seguido, no había rastro de Rachell y estaba por ser su turno. Sentí el chirrido de unos tacones siendo arrastrados y la vi pasarse entre varias alumnas para llegar a su puesto. Negué con la cabeza, pero recompuse mi postura.
—Señorita Rachell, ¿Otra vez desarreglada?—preguntó con una expresión de desaprobación total—, ¿No le quedo claro ninguna lección?
—Perdone Lady Vivian, no volverá a suceder—se disculpó.
—Espero y no, es tu segundo strike—advirtió.
—¿Strike?—preguntó sin comprender, me di una palmada mental. Le explique el reglamento, por cada falla es un strike, a los 3, estas fuera.
—Ya veo, ni siquiera te tomaste el tiempo de leer el reglamento—dijo con mala cara.—, Estas fuera.—determinó y abrí mucho los ojos.
—¿Qué? ¡No Lady Vivian, por favor! Déjeme demostrarle que sí soy apta—dijo con desesperación Rachell.
—Si no te tomas la molestia de arreglarte, ser puntual y leer el reglamento. ¿Por qué debería darte otra oportunidad?—inquirió.
—¡Seré la mejor! ¡Lo juro!—pidió—, Una última oportunidad, Lady Vivian. ¡Por favor!
—La última, tú castigo será limpiar los baños y ayudar en la cocina por dos semanas.—sentenció y continuó su camino, era mi turno y estaba muy nerviosa. Parecía estar de mal humor.
—Muy bien, Bloom, como siempre estás impecable—sonrió y solté todo el aire que había retenido.
—Gracias, Lady Vivian—respondí haciendo una venia.
Me guiñó el ojo y siguió checando a las demás chicas, no entendía porque era tan perfeccionista y estricta. Pero conmigo parecía ser más comprensiva, igual me alegraba tener esa especie de “trato especial” si es que podría llamarse así. Luego de evaluarnos a todas, nos fuimos al comedor. Estaba nerviosa porque no sabía cómo evitaría a las chicas, tome mi bandeja y recibí el desayuno, estaba por irme a una mesa sola cuando fui llamada. Para mi suerte.
—¡Bloom, por aquí!—me llamó Melody.
Sonreí, por alguna razón ella me daba confianza, caminé hasta la mesa y me senté a su lado.
—Hola—saludé.
—¿Qué tal todo, Bloom?—preguntó.
—La verdad no sabía cómo evitar a las chicas hoy, me has salvado.—respondí—, ¿Me dirás hoy de que debo cuidarme?
—Sí, Mindy y su sequito son lo peor—dijo con recelo de ser escuchada y mirando a todos lados.—, Son las falderas de Lady Vivian, te hacen creer que son tus amigas. Pero están al pendiente de todo lo que haces y dices, son envidiosas y han hecho que echen a chicas buenas, solo por capricho. Para nadie es un secreto que te has vuelto la favorita de Lady Vivian, te envidian. Ten cuidado.—respondió y escuché todo atentamente.
—Oh vaya, gracias por avisarme—respondí, estaba asumiendo todo lo dicho por la pelirroja.—¿Qué clase nos toca?—pregunté evitando el tema. Quizá era quisquillosa o sabia muy bien de lo que hablaba.
—Hotelería, vamos—avisó.
Recogimos todo y lo llevamos a su puesto, sentí las miradas de las chicas incluidas las de Rachell. Le di un vistazo y me hizo un ademan, le sonreí en respuesta. Seguí a Melody por toda la casa hasta el salón de nuestra clase, la profesora había llegado y nos pidió sentarnos. Tomo su curso y nos hizo preguntas de la clase anterior, hasta que fue interrumpida por Rafaello, el mayordomo de Lady Vivian.
—Señorita Jonhson, es solicitada por Lady Vivian—avisó.
Sentí mi estómago revolverse, los nervios me ganaban. ¿Y ahora para que me quería? Recogí mi bolso y salí siguiendo al mayordomo por el pasillo hasta la oficina de Lady Vivian.
Toque la puerta y espere que me autorizara a pasar. Estaba muy nerviosa, esperaba no haber hecho nada que estuviera mal o que me fueran a expulsar. Había encontrado en estas paredes un destino, una especie de futuro. Además, tendría todo lo que siempre quise, mucho dinero y una vida como la que recordaba. Llena de lujos, ropa y bastantes oportunidades. No me gustaba meterme en problemas por lo que esperaba que todo marchase bien, musito un “pasa” y abrí la puerta con cautela. Entre en silencio.—Buenas, Lady Vivian. ¿Mando a llamarme?—pregunté.—Sí, toma asiento—respondió. Asentí y me senté en frente suyo, ella sirvió café en una taza y me la tendió.—, ¿Cómo estas Bloom, querida?—Muy bien, Lady Vivian—respondí—, ¿Y usted?—Bien también, un poco enojada—respond
Hoy se cumplieron tres meses desde que Rachell fue echada, lastimosamente no pude saber más de ella. Le pedí muchas veces permiso a Lady Vivian, para salir y buscarla. Pero me dijo “Ella es una manzana podrida y su putrefacción podría salpicarte.” Me sentía muy mal por todo lo que había sucedido, seguramente estaba pasándola mal, la calle y una chica joven y bonita no son una buena combinación. Esperaba que de corazón ella estuviese bien, al menos que el frio del invierno no la enfermará. Por mi parte seguía enfocada en mis estudios y disciplinas, me sacaba muy buenas notas y tenía un grupo de amigas muy bueno. Afrika era mi nueva compañera de habitación, ella y Melody eran mi mejor pasatiempo. Mindy y sus amigas nos odiaban, estaban molestas conmigo porque según ellas “Por mi culpa echaron a Rachell” y por eso me refugiaba con las chicas. Teníamos
El tiempo siguió tomando su curso, cada día pasaba más veloz que el otro. Me gustaba porque nos acercábamos a finalizar el nivel 2 y 3. Muy pronto sería nuestra graduación, lo cual me llenaba de ilusión, a todas en realidad. ¿Y es que quien no quería cumplir la misión? Todas aspirábamos lograrlo y estábamos deseosas de ya salir a la ciudad, al mundo real. Por mi parte me dolía tener que despedirme de New York, ya que sería enviada a Londres, Inglaterra. Que es donde reside actualmente mi objetivo, sin contar que sus hoteles están por todo el mundo. Pero su vivienda según tengo entendido está en el mejor conjunto residencial de todo Londres, lo cual suena a tanto lujo que no puedo imaginarlo. ¿Acaso podría enamorarse de mí? ¿Una chica huérfana encubierta? Sabía que no recibiría un no por respuesta, después
Desde mi conversación con Lady Vivian todo cambió, ya no estaba segura si quería continuar con la misión. Mucho menos si sería capaz de hacer lo que me pedía. ¿Podría tener el valor para matar a alguien? imposible, claro que no podría. ¿Por qué me pedía eso? ¿Qué cambio para llegar a eso? ¿Quién la había contratado? Tenía muchísimas preguntas y muy pocas respuestas, no lograba concentrarme en mis clases y ni hablar de los talleres extras. Estaba muy distraída y eso no me gustaba, me sentía sucia, no podía creer que me involucre en un grupo de asesinas. No era un instituto y lo sabía, pero una cosa es ser cazafortunas, otra muy diferente es ser asesina. Me carcomía la culpabilidad, por haber abandonado a Rachell por esto, por convertirme en un monstruo. Pero ya estaba dentro, ¿Qué podía hacer?
Seguí a Rafaello para ver donde sería mi fulana clase, pero no me llevó a ningún salón si no nuevamente fuimos al estacionamiento. ¿Era fuera de la mansión? ¿Acaso era así de mala? Condujo por toda la ciudad, hasta detenerse en una especie de campo. Había botellas y carteles colgados en árboles, habló con un señor y me dejó ahí. Dijo que pasaría por mí al acabar la clase y yo solo asentí. No podía hacer mayor cosa.—¿Tú nombre?—preguntó el caucásico hombre que imaginó será mi profesor.—Bloom Jonhson—me presenté—, ¿Quién es usted?—Julio, señorita. Le enseñaré a disparar y defensa personal, tiene que aprender a defenderse.—respondió y asentí—, ¿Con que le gustaría empe
—Excelente tiro, Bloom—felicitó Julio, sonreí triunfal—, Comienzo a preocuparme, he creado un monstruo—divirtió.—¿Tanto crees que he aprendido?—pregunté bebiendo de mi botella de agua, el asintió—, ¿A cuántas personas has matado, Julio?—¿Crees que llevó un registro?—preguntó obvio—, Perdí la cuenta hace mucho tiempo.—respondió dejándome atónita.—¿Cómo haces para dormir por las noches? ¿No te sientes culpable?—pregunté con interés.—¿Por qué debería sentirme culpable? Bloom, no mató a mujeres o niños. Mató a delincuentes, violadores, ladrones, asesinos, marginados. Escorias en general—argumentó y asentí en silencio—, Una vez que lo hagas, te cambiará la
—¿Estás diciendo que te harán asesinar a tu objetivo?—preguntó Melody, alarmada.Asentí, habíamos salido del comedor y Melody nos trajo a la biblioteca, detrás del último pasillo había una repisa con libros muy polvorientos donde no tenía vista a la cámara gigante que monitoreaba el salón. Así que aquí podíamos conversar sin ser vistas o escuchadas. Lo cual me parecía perfecto, ya que siempre debíamos tener cuidado de lo que habláramos porque siempre estábamos siendo vigiladas.—¿Por qué? ¿No es suficiente con casarse con él?—preguntó Afrika.—No lo sé, ella dijo que mi “misión era especial”—respondí encogiendo mis hombros.—¡Mierda, Bloom! En que nos hemos metido, tengo miedo—respondió Melody.
Al siguiente día nos levantamos con los nervios a mil por hora, no sabíamos que nos diría Lady Vivian. Bueno a mí, ya que fue a quien citó en su despacho. Después de pasar la formación y todas se retirarán a sus clases comunes, camine al despacho como borrego caminando al matadero. Suspire con pesadez, ¿Qué me diría? ¿Me expulsaría? ¿Quizá eso era lo mejor no? No lo había pensado, si hacía que me echará no tendría que matar a nadie y volverme una asesina. Pero ¿tanto nadar para morir ahogada en la orilla? Malditos sentimientos ambivalentes. Toque la puerta y cuando musito su “pasa” sentí que me desmayaría.—Buenos días, Lady Vivian—salude pasando, me hizo señal que me sentará.—Buenos días, señorita Jonhson—respondió seria cruzando sus manos