A Alice se le llenaron los ojos de lágrimas. Se mordió el labio y le lanzó a Natasha y Joseph una mirada de desconcierto. “Les dije que me dejaran venir sola. Ahora, miren lo que han hecho. ¡Joshua ha malinterpretado mis intenciones!”.

Alice resopló y le entregó el termo de comida a Joshua. “Le hice sopa a Luna. Ya que crees que mis padres y yo tenemos motivos ocultos al visitarla, ¡entonces nos iremos ahora mismo!”.

Después, Alice se dio la vuelta. Sin embargo, cuando estaba a punto de irse, Joshua frunció el ceño y la agarró de la muñeca.

“Ya que no tienes ninguna intención oculta para visitar a Luna ¿por qué te vas ahora? Siento haberte malinterpretado y malentendido”, dijo Joshua, con la mirada fija en Alice.

El corazón de Luna se enfrió al escuchar eso.

En todos los años que había conocido a Joshua, ya fuera como su esposa o en su nueva identidad, nunca lo había escuchado hablar con nadie con tanta ternura.

Joshua también había malinterpretado a Luna esa mañana, pero nunca