Capítulo 31

Entramos a una oficina y me sorprendí, jamás había visto una oficina como esa. Estaba llena de dibujos, fotografías y más cosas.

—Son mis tesoros —me dijo sacándome de mis pensamientos. — Son cartas de agradecimiento de mis alumnos, fotos de las obras de teatro y de los concursos de la escuela, son de varias generaciones. Me le quedé viendo. Sobre el escritorio estaba la foto de dos niños; una niña y un niño. —Estos dos terremotos son mi mayor tesoro. Son mis hijos y soy divorciado. Y bien, ¿qué me dices tú, ¿Cuál es tu historia? —

Me dijo y pregunto aquello como su fuéramos conocidos de toda la vida. Me sentí algo avergonzada por eso, yo no soy el tipo de persona que confía en alguien que recién conoce.

—Bueno, pues yo solo tengo un niño, pero es más que suficiente, no estoy casada ni divorciada y voy a dar clases de literatura — dije algo seria.

—Entonces bienvenida, veo que ya te dieron la información escrita… La siguiente hora se me fue en medio poner atención y en mirar sus ojos
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