Bennett. Me saco los vendajes dándome un baño rápido para ponerme el traje que hay en el armario. Abrocho el reloj y tomo las llaves del auto que conduzco rumbo al lugar. Veinte minutos de camino me dejan en casa del coronel, quien está recibiendo a todos los asistentes en la puerta. —Comandante Evans. —su cara es de sorpresa. —Creí que solo su equipo había regresado, pero veo que el hombre que los dirige también está devuelta. Palmea mi hombro con una gran sonrisa en el rostro, tomando la mano en el saludo que da cada vez que me mira. —¿Tan viejo te sientes para retirarte? —cambio de tema y este ríe negando. —Tengo proyectos que quiero hacer realidad y no tengo tiempo suficiente para estar en ambos lados. —comenta. —Tu padre ya lo hubiese hecho sino...—Si no hubiese sido el débil que fue, ya lo repetiste muchas veces antes, coronel. Me quedó muy claro. —El amargo en la boca me causa repulsión.Lo dejo cuando otros llegan, entrando al gran salón donde veo a George con Kelly y A
Zarya Hay momentos en la vida que rebasan, desbordan y destruyen totalmente las bases de lo que tenía planeado ser o hacer. Me siento destruida y muy sensible justo ahora y me gusta. No quiero que desaparezca. Algunas veces se deshacen estructuras que se habían reforzado durante mucho tiempo en tan solo segundos y ahora comprendo, que no pasa nada. Siempre me creí incapaz de soltar lo que acabo de decir, pero fue inconsciente. No lo pude detener, aunque tampoco me arrepiento de admitirlo frente al sujeto que se aferra a mí de la forma en que lo hace. Los labios de Bennett se mueven con suavidad absorbiendo mi alma entera con ello. En un acto tan simple se lleva hasta la última gota de cordura. Mi corazón palpita estrepitosamente, golpeando mi pecho en un retumbar incesante que me vuelve débil ante lo que creí haría. Su respiración tranquila es como si tuviese paz en este momento, cosa que nunca antes había visto. Siempre está colérico, con un genio del demonio que me había gustad
Zarya. Descanso sobre su pecho, mientras Bennett duerme con una paz similar a la que siento. Como si no hubiera nada que se interponga entre los dos, pero me niego a pensar en los contras esta vez. No deseo llenarme de pensamientos destructivos cuando estoy en un lugar alejado del resto del mundo, al que nos hemos aislado, porque tampoco me quiero ir ahora. Y no se cuando volver a la realidad. Es de mañana y el cosquilleo que siento en mi entrepierna regresa como una avalancha gigante que sé que no me dejará en paz. Me impregno de su colonia varonil. Absorbo ese olor que no lo abandona en ningún momento y que cada día solo estaba pensando justamente en ello.Inhalo hondo sintiendo la calma que me llena, lo abrazo y sus manos me rodean más fuerte, removiendose entre las sábanas que nos cubren, afianzando su agarre, asegurándose que sigo con él. No me quiere soltar, tampoco quiero que lo haga.Meto mi cara en su cuello y este no se mueve más dejando que haga lo que quiera aunque es
Zarya.Casi anocheciendo subimos al auto. Él está vestido decente, pero yo solo con el vestido, sin zapatos y sin bragas. En verdad este es el momento donde me veo como una persona de la calle que requiere de limosnas para comer. Lía Rice estaría muy decepcionada de su sobrina. Si me viera es capaz de darme una cátedra para que jamás me vista así de nuevo. La imagen es todo para ella y más si de sus sobrinas se trata. Conduce con esa cara seria que lo caracteriza, pero esta vez une nuestras manos en su regazo, mientras la música suena en el estéreo y mi corazón late al compás de las notas de la canción Pride de Emphatic.No sabía que le gustara algo hasta ahora. Solo me gusta más. Deja que me recueste en su hombro cuando conozco perfectamente que nunca le ha gustado que nadie lo haga. Minutos después llegamos a la pequeña tienda en la que hay pocos clientes, quienes me reparan cuando entro. Me importa poco si piensan que estoy en la miseria. Así camino agarrando las prendas que co
Damien Cuando fui al primer viaje junto a mi padre quería conocer todo de golpe, me olvidaba que se debe ir con calma para absorber el máximo lo que se ve. Así me lo enseñó el korol. La prisa jamás lleva a buenos resultados si el ritmo no lo controlas. Aprender a ser metódico lleva su tiempo, lo entendí a su tiempo. Con el proceso adecuado se logra el resultado imaginado. Siempre. Veía a mi padre accionar y desmontar con gran facilidad la artillería que creaba, admiraba eso, aún lo hago.Desmantelo y vuelvo a armar otra colocando cada una de las piezas en su puesto para después tirar del gatillo que pulveriza la pared creada para eso. Más que complacido con las mejoras que dejan ver que la dinastía Mikhailov es más letal de lo que ha creído nunca. Tenemos todo y lo que no, no tarda mucho en estarlo. Dejo que sean ellos quienes arreglen la siguiente que prueban cerciorándose que son lo mejor que pueden conseguir. El cargamento de armas se va con sus dueños. Su destino es Hungría. Ca
Damien.Doy zancadas hasta ella, al tiempo que otro gusano le pone las manos en la cintura. Lo aparto a las malas dando un puñetazo en el rostro tirándolo al suelo. Este se levanta dispuesto a venirse encima de mí, pero su intento queda a medias cuando Aarón Reed lo aleja haciendo que la pelea no sea conmigo, sino con los demás.Miro al que está golpeado y Briana me detiene del brazo para que no avance hasta el tipejo. —Estoy bien. —me hace verla. —No pasó nada, estoy bien ¿ves? Se aleja un poco para demostrarlo, pero no me quedo tranquilo al ver la marca que tiene en la piel. —¿Qué te hizo? —interrogo al notar los dedos pintados en el brazo. Se zafa cubriéndose. —No es nada. —trata de convencerme, pero llamo a seguridad para que saquen al borracho o voy a matarlo. Maldit@mente no es lo que ella quiere. —Damien, eso es exagerar. —Exageración o no, que agradezca que conserva las manos. —le dejo claro llevándola conmigo escaleras arriba para entrar al palco de Zarya donde busco al
Bennett Me mantengo en silencio solo accionando el arma al blanco que está a unos metros lejos de mí, antes de apretar el gatillo soltando la bala que impacta en el centro de este. El centelleo de luz por la línea de disparos iluminan el cubículo en el que me encuentro, mientras mi mente maquina lo que debo hacer y me reitera que estoy donde debo, pero no donde quiero. Los recientes acontecimientos me han recalcado que soy tan vulnerable como el resto, más a la mujer de ojos azules electrizantes que dejé en su casa antes de venirme al comando. Aunque es de mañana y nadie haya llegado aún no me voy a dormir, no siento cansancio esta vez. Más bien una calma absoluta sin motivo alguno. Todo me da igual, incluso puedo decir, no tengo ganas de asesinar a nadie. Respiro hondo desarmado el arma para limpiarla sobre la mesa, reviso la recámara asegurándome que no haya ninguna bala en ella. La dejo donde estaba, yendo por el pasillo a tiempo que los tres integrantes de mi equipo vienen e
Bennett.La entrada de la central queda a la vista. El vigilante me reconoce dejándome pasar de inmediato sin preguntar si tengo o no el permiso de acceso que se requiere, pero no me interesa. El gabinete entero sale en unas horas rumbo a Francia y es la única oportunidad que tengo para poner los puntos sobre las íes de una vez por todas. El bullicio apresurado de todos llenan el sitio. Los cadetes caminan de aquí para allá llevando y trayendo maletas que entregan a los que se encargan de ponerlas en el mismo vehículo, pues de aquí saldrán como la jauría de carroñeros que son. El capitán Smith me mira pero no dice nada pasando de largo. Es el único que más o menos soporto entre todos ellos. En realidad es porque no me interesa su vida. No se ha metido conmigo ninguna vez y también forma parte de los huérfanos de guerra, por lo que crecí viéndolo entre las pruebas que nos dejaban tirados en el piso mientras él supervisaba. La oficina queda frente a mí, las figuras de todos ellos se