Zarya. Regreso a donde tengo que entrar y está completamente vacío otra vez. Ni un alma se asoma y sé que es el momento Bajo mi mano a la pierna donde está la funda de mi arma junto a dos dagas y la tarjeta que le quité al imbécil con quien tropecé. Sonrío caminando hasta abrir la puerta que me da paso hacia adentro. Cierro guardando lo que me da acceso de nuevo, yendo por el pasillo que se abre en dos llevándome a una oficina con letras doradas que tienen una M y una T entrelazadas, o quizá sea una J, en lo que parece ser oro. No tengo tiempo de ponerme a investigar justo ahora por los que solo capturo la imagen. Entro a la oficina oscura en la que hay varias carpetas sobre una mesa de cristal con el mismo juego de letras plasmados en la portada. Rutas trazadas en mapas a los que le tomo fotografías. Nombres que no reconozco. Imágenes de lugares aledaños a Moscú, Italia, Francia, Austria y varios más.Cifras sobre cifras con un logo de la central de Londres, un cargo me llama la
Bennett Siempre dije que verían lo que tanto provocaron, se los advertí y al parecer a nadie le quedó claro. Debo mostrar en lugar de decir nuevamente. Así lo quisieron y los resultados los están comenzando a ver. Me contenía para no dejar ver que mi ética se va por el caño cuando las provocaciones surten efecto. Más cuando el zafiro se hace dueño de lo que tengo en el tórax. Es una maldit@ agonía tenerla presente en la cabeza y no entre mis manos. El aire fresco se cuela por la ventana. La luz del sol empieza a salir cuando apenas hace unos minutos llegué a mi departamento con la idea clara de dormir un par de horas, antes de regresar al comando donde tengo asuntos pendientes con mi equipo, que también está en las mismas. Todos merecemos un descanso. No hemos tenido uno desde hace meses.Hace cuatro días estaba en uno de los clubes donde mayor movimiento de trata de blancas se sabe que hay en Bulgaria. Sujetos con mierd@ en el cerebro se daban "regalos" a quienes les inyectaban a
Bennett.Salgo de regreso por el pasillo donde me aseguro que las fundas con las armas en mi pierna y cintura estén aseguradas, ignorando las miradas de algunas oficiales que me miran como si fuera un ser mitológico que regresó a la tierra. Avanzo sin mirar a nadie, hasta que encuentro de frente al sujeto que me mira con los brazos cruzados sobre el pecho, mirándome burlesco, con esa risa irónica que nunca deja.Su altura es casi igual a la mía, la placa en la cintura luciendo el cargo que ganamos juntos brilla con las letras de su comando grabadas en ella.—Comandante Bennett Evans. —exclama cuando el equipo se le junta detrás suyo. Como si no supiera lo que hace realmente. Es un malnacido que soporto por lo que hemos pasado juntos, pero si fuera alguien distinto, soy capaz de enviarlo al mismo infierno con mis propias manos. Veo a Kelly, Adam y George venir hacia mí, pues saben que si mis impulsos me ganan, la sangre va a correr y sin lugar a dudas sería la de ambos.Aunque al fin
Bennett.—¿Entonces mintió desde el inicio? —vuelve a preguntar Kelly leyendo una copia del documento. —Se ha apropiado de niños huérfanos para meterlos en sus filas como si fuesen objetos de conveniencia. Desde la mañana están en el mismo tema y pasa del medio día. No tengo paciencia si no puedo obtener una maldit@ hora de sueño completamente. —No sé con el resto, pero veo que contigo lo hizo. —me dice George con tacto, como si me fuera a ofender por eso. —¿Importa? No se va a regresar el tiempo con saberlo. —dejo caer la imagen de la masacre de hace más de 20 años. —Esto es de prioridad, enfoquense en esto...—¿En serio no te molesta? —insiste Adam —Digo, hubieras podido crecer en un lugar con... —El hubiera no existe. Si van a dar condolencias por el pasado vayan a la iglesia, a un rezo o a otro lugar. —suelto lo que tenía en las manos. —Aquí se viene a trabajar no a lloriqueos como niña caprichosa. Le doy la fotografía a George. —Ve cual de los recientes ataques se asemeja
Bennett. Me saco los vendajes dándome un baño rápido para ponerme el traje que hay en el armario. Abrocho el reloj y tomo las llaves del auto que conduzco rumbo al lugar. Veinte minutos de camino me dejan en casa del coronel, quien está recibiendo a todos los asistentes en la puerta. —Comandante Evans. —su cara es de sorpresa. —Creí que solo su equipo había regresado, pero veo que el hombre que los dirige también está devuelta. Palmea mi hombro con una gran sonrisa en el rostro, tomando la mano en el saludo que da cada vez que me mira. —¿Tan viejo te sientes para retirarte? —cambio de tema y este ríe negando. —Tengo proyectos que quiero hacer realidad y no tengo tiempo suficiente para estar en ambos lados. —comenta. —Tu padre ya lo hubiese hecho sino...—Si no hubiese sido el débil que fue, ya lo repetiste muchas veces antes, coronel. Me quedó muy claro. —El amargo en la boca me causa repulsión.Lo dejo cuando otros llegan, entrando al gran salón donde veo a George con Kelly y A
Zarya Hay momentos en la vida que rebasan, desbordan y destruyen totalmente las bases de lo que tenía planeado ser o hacer. Me siento destruida y muy sensible justo ahora y me gusta. No quiero que desaparezca. Algunas veces se deshacen estructuras que se habían reforzado durante mucho tiempo en tan solo segundos y ahora comprendo, que no pasa nada. Siempre me creí incapaz de soltar lo que acabo de decir, pero fue inconsciente. No lo pude detener, aunque tampoco me arrepiento de admitirlo frente al sujeto que se aferra a mí de la forma en que lo hace. Los labios de Bennett se mueven con suavidad absorbiendo mi alma entera con ello. En un acto tan simple se lleva hasta la última gota de cordura. Mi corazón palpita estrepitosamente, golpeando mi pecho en un retumbar incesante que me vuelve débil ante lo que creí haría. Su respiración tranquila es como si tuviese paz en este momento, cosa que nunca antes había visto. Siempre está colérico, con un genio del demonio que me había gustad
Zarya. Descanso sobre su pecho, mientras Bennett duerme con una paz similar a la que siento. Como si no hubiera nada que se interponga entre los dos, pero me niego a pensar en los contras esta vez. No deseo llenarme de pensamientos destructivos cuando estoy en un lugar alejado del resto del mundo, al que nos hemos aislado, porque tampoco me quiero ir ahora. Y no se cuando volver a la realidad. Es de mañana y el cosquilleo que siento en mi entrepierna regresa como una avalancha gigante que sé que no me dejará en paz. Me impregno de su colonia varonil. Absorbo ese olor que no lo abandona en ningún momento y que cada día solo estaba pensando justamente en ello.Inhalo hondo sintiendo la calma que me llena, lo abrazo y sus manos me rodean más fuerte, removiendose entre las sábanas que nos cubren, afianzando su agarre, asegurándose que sigo con él. No me quiere soltar, tampoco quiero que lo haga.Meto mi cara en su cuello y este no se mueve más dejando que haga lo que quiera aunque es
Zarya.Casi anocheciendo subimos al auto. Él está vestido decente, pero yo solo con el vestido, sin zapatos y sin bragas. En verdad este es el momento donde me veo como una persona de la calle que requiere de limosnas para comer. Lía Rice estaría muy decepcionada de su sobrina. Si me viera es capaz de darme una cátedra para que jamás me vista así de nuevo. La imagen es todo para ella y más si de sus sobrinas se trata. Conduce con esa cara seria que lo caracteriza, pero esta vez une nuestras manos en su regazo, mientras la música suena en el estéreo y mi corazón late al compás de las notas de la canción Pride de Emphatic.No sabía que le gustara algo hasta ahora. Solo me gusta más. Deja que me recueste en su hombro cuando conozco perfectamente que nunca le ha gustado que nadie lo haga. Minutos después llegamos a la pequeña tienda en la que hay pocos clientes, quienes me reparan cuando entro. Me importa poco si piensan que estoy en la miseria. Así camino agarrando las prendas que co