Bennett.—Sabes por qué lo hago. —recalco. Me pongo a la defensiva al oír pasos acercándose. —¿Quienes son? —¿Temes, soberbievans? —se burla la infeliz. —Deja de decirme así. —espeto con desagrado ante ese apodo que detesto desde que lo dijo por primera vez. —Pero si te queda muy bien, amor ¿de qué te quejas? —sigue con su tontería e ignoro lo que causa su forma de llamarme. —¿Le temes a quien pueda venir? —Solo quiero saber cuántas balas les puedo meter a cada uno. —respondo al oírse más cerca y la luz de antorchas haciéndose más amplia. —Mantén tus manos quietas, Bennett. —puntualiza seria. Molesta por mi comentario como si fuera importante la persona que espera. Más vale que no. —Te juro que si sacas un arma te voy a hacer pedazos. —Su amenaza me hace reír. —¿Cómo lograrás eso? ¿Dándole la orden a tu perro?—Si quisiera atacarte, no serías un rival para mí. Te destrozaría y dejaría en ridículo a tí y a quienes te entrenaron. —se jacta convencida de que así es. —Así que haz ca
Bennett. La mañana llega y veo a Zarya salir de una cabaña junto al perro que la sigue, la sigo cuando se mete entre los matorrales altos que aparta, yendo por un camino por varios minutos en los que me dedico solo a seguirla, hasta que el sonido del agua me hace entender lo que busca. Baja por unas rocas quedándose allí parada, observando la cascada pequeña que cae a unos metros. Rodeada de árboles frutales y flores, dando una imagen digna de fotografiar. Saca su celular y captura lo que le llama la atención. —Es hermoso ¿no crees? —pregunta cuando siente mi presencia. —Como para verlo durante días, todas las mañanas. —O para follar. —digo quitando el chaleco táctico y luego la camisa. —¿Puedes dejar de darme ideas, imbécil? Quiero recordar este sitio por ser hermoso, no por tu cuerpo de…Se queda callada.Me río en silencio. —No te doy ideas, solo digo que follaría a gusto aquí si tuviera con quien. —No sexualices mis pensamientos Bennett. —reprocha, me gusta cuando me llam
Narrador omnisciente Los flashes iluminan la entrada, el bullicio es ensordecedor y todos los medios transmiten el evento del que nadie se quiere quedar sin ver. Todos los empleados de la compañía están corriendo de aquí para allá apresurados, con nervios y emoción de lo que comenzará en solo minutos. Todo va de acuerdo a lo planeado: ambientación, iluminación, música, fotografía y filmación, modelos, personal de backstage, maestro de ceremonias, publicidad, prensa, servicio de catering. Nada puede salir mal, o eso se espera —¡El gran día llegó! —dice Linda Spolano con su traje tipo ejecutivo entallado a su cuerpo. —¡Luzcanse! ¡Salgan y derrochen belleza y sensualidad a por montones!Todas sonríen menos Briana que está muerta de nervios, a punto de un colapso en el camerino mientras la peinadora está alisando el cabello. Sus rodillas tiemblan y su corazón parece que se fuera a salir del pecho.—Por favor piernas hoy no sean de gelatina. —musita mordiendo sus uñas. —Solo funcionen
Narrador Omnisciente. Briana está en posición, lista para lo que tiene que hacer, respira hondo y mueve su cuello apretando los labios. Hasta hace un momento estaban sobre de los de Damien quien se encuentra colocando el saco oscuro encima de la camisa con estampados demasiado llamativos para su gusto. Arruga la cara ante su imagen. —30 segundos. —dicen y ella suelta las cintas de su bata. —¿Qué tal tu desfile en parejas? —escucha la voz de su hermana y se distrae en ello.—¿Qué haces aquí? —Briana se muestra confundida ante la presencia de Bonnie. Sabía que iba irse de fiesta a otra ciudad con unos amigos.—Fui por unos tragos con tu pareja de desfile y vine para ver a mi hermanita triunfar. —intenta tocarle la mejilla, pero Briana se pone a la defensiva entendiendo lo que hizo. —¡10 segundos! —vocean. —¿Por qué tenías que hacerlo? Sabes que ibas a afectar a una empresa entera, dañar la carrera de nuestro padre y...—Yo no hice nada más que invitarlos a unos tragos. —se justifi
Zarya El viento me pega en la cara obligándome a que abra los ojos para ver donde me encuentro. No sé ni a qué horas me dormí realmente. Sólo que la última cosa que vi fue…Lo primero que veo son las olas rompiéndose en la arena, el delicioso sol iluminando el día, en tanto me remuevo en la hamaca de playa donde estoy, sin saber cómo llegué. Gaviotas pasan volando y me levanto de inmediato buscando una respuesta de donde estoy o como hice para llegar.Solo hay una pequeña choza detrás de mí, en la que no se encuentra nadie y solo hay cosas básicas sobre la mesa, comida, agua pero no hay más ropa que el traje de baño que tengo puesto. Veo algo en el suelo simulando una cama para perro y recuerdo a Cerbero, lo que me desespera al no encontrarlo en la cabaña. Intento dar el teléfono apresurada para buscar mi ubicación con el dispositivo de rastreo que tengo en el cuello, hallando la bolsa a un lado y la tomo saliendo afuera, mientras hurgo entre los objetos hasta que...La figura atlé
Zarya.—No me gusta la compañía en la cama pero haré una excepción. —exclama palmeando el lugar a su lado. —Gracias gran señor, es un privilegio estar cerca suyo. —respondo con ironía. —¿Te han dicho lo imbécil que eres? Me dejo caer en el colchón que se hunde cuando me acuesto en el espacio vacío. —No dije que te acostaras ahí. —reclama cuando ve la distancia entre los dos. —Eres un ser creado por el mal ¿Quieres cariño? —me burlo y este bufa. —No quiero cariño sino tu coño montando esto. —se agarra el paquete sobre la tela que lo cubre. —No tengo suficiente de tí aún. —Pues yo tengo sueño. —ignoro las ganas que no se quitan y solo incrementan llevándome a ese nivel que no quiero caer. —Así que hazte una paja o qué sé yo, pero voy a dormir. Cuando despierte hablamos. Me doy la vuelta, pero su cuerpo se pega al mío y la dureza de su miembro me golpea la espalda. —Entonces duerme mientras yo te follo, a ver quien se cansa primero. —cuando quiero girar su boca se estampa contra
Zarya.Minutos después llegamos a la orilla de una isla donde el bullicio es algo que se escucha por todos lados. Las antorchas forman un camino como entrada para dirigirse hasta una comunidad habitada, en donde la mayoría visten ropa de playa. Ya no me siento tan mal de solo tener una camisa de botones encima, pero igual quiero algo que no se vea tan desentonado. Hay una pequeña tienda y parece que ven estas situaciones todo el tiempo porque no ponen peros ni miran extraño cuando me acerco. —Esto te quedará perfecto. —me dice la dependienta que me da unos shorts de mezclilla junto a una blusa blanca y unas sandalias.Las tomo y me dirijo a un pequeño cuarto hecho por cortinas. Me quito la camisa para ponerme las prendas que definitivamente me quedan bien y a la medida.Me hago una trenza que me queda perfecta. Busco una malla que me coloco encima de la ropa, que le da un toque veraniego que quiero lograr. —¿Y cómo me veo? —giro cuando salgo para que el comandante la observe. Su mi
Damien Horas antes...Siempre me he caracterizado por hablar de frente, los temas deben estar claros para que se eviten situaciones que no se pueden controlar después, pero con Briana se me está complicando más de lo que debería. Su cuerpo se remueve entre las sábanas y no me molesto en apartarla, porque me agrada la idea de tenerla aquí, de sentir su esencia cerca mío e impregnarme de lo que denota con cada respiro, acaricio su espalda desnuda con mis dedos que delinean la curva de su columna. Sus rasgos delicados y suaves me hacen sonreír, se ve como un ángel pero tiene el pensamiento de un ser al que no le interesan el bien o el mal. Se abraza más a mí en tanto gruñe logrando que suelte una risa silenciosa. —¿Qué hora es? —murmura y medio giro a su mesita de noche. —8:24 —contesto.No se mueve más, pero siento sus pestañas gruesas moverse contra mi pecho. —Pasa algo ¿no es así? —dice de un momento a otro y no digo ni hago nada. —Lo hablamos la otra vez, quiero saberlo, no me