ZaryaColoco el cartucho y disparo para probar su eficacia, confirmando que funcionan perfectamente. Cada detalle pensado para evitar que haya algún defecto. Creado tal cual se plasmó. La dejo a un lado tomando la siguiente en la que está vez utilizo las 306 ZD que creó mi padre, desatando la serie de balas que impactan en una plancha de blindaje que atraviesa sin importar que sea de los mejores. No ha salido de nosotros y no saldrá porque solo nos pertenecen, como lo dispuso el último korol. Mi hermano pone otra caja sobre la mesa con armas de alto nivel, su imagen da la idea de lo letales que son y nadie puede cuestionar tal cosa debido a lo que han causado. Saca la AK-630M-2 Duet que comienza a armar sobre una plataforma firme, esforzandose en que no se mueva para que quede como se muestra. Me acerco a detallar tal cosa, que no es más que un arma de letalidad pura, sin exponerse mucho por la facilidad con la que se puede usar. Es una avanzada ametralladora de 30 milímetros que
Zarya Pongo mi otra mano sobre la suya presionando ese punto que deja las articulaciones dolientes, pero Bennett me atrapa la cintura por lo que me inclino un poco enredando su pie con el mío para después empujarlo. No me suelta y me lleva con él al piso, donde ruedo quitándolo de encima, aunque cuando quiero me parar su mano se aferra a mi hombro poniendo mi cabeza en su cuello. Le doy un codazo en el pecho pero no cede.—Ágil y rápida. —dice cuando me presiona contra él pegando aún más mi espalda a su pecho.—Y también hábil. —saco una mano con la que le golpeo la mandíbula logrando que me suelte para ponerme en pie. Se levanta rápido y acorta el espacio que nos separa. Agarra una mata de mi cabello para ponerme a centímetros de su rostro.—Una maldición, eso es lo que eres. Mis uñas se entierran en su cuello, esa oscuridad que desprende se hace presente y parece aumentar. —Otros huyen de sus maldiciones, tú las persigues. —siseo con rabia. —¿Cuál es el problema contigo?Roza
Narrador omnisciente La rabia que recorre al comandante no se aplaca con nada. Está furioso por lo que su mente máquina y se niega a sí misma la que sucede. El frío clima no ayuda en nada cuando cree que el excesivo calor que siente es por ello, que lo que descifró solo es una jugada de su cabeza, encontrando sentido a todo para, por fin estar a la par de sus contrincantes. El enojo lo corroe y por eso se quita la camisa golpeando una y otra vez el saco de arena que se mueve violentamente. Lanza los puños con ira desmedida con el pecho ardiendo sin importar que su brazo se lastime de la herida que sangra de nuevo. Uno, dos, tres y una serie de golpes impactan contra la lona, sus nudillos se rompen y aún así se detiene porque lo que sabe lo rebasa, lo que tiene lo descontrola y lo que siente lo tira contra las cuerdas. El instinto le dice que sí, la cabeza se lo reitera, pero no tiene cómo probar lo que sabe. La fuerza parece sobrenatural, su control se va al caño dejando que tod
Narrador Omnisciente.La lucha entre Briana y Tommy continúa en un lugar donde todos los autos que pasan prefieren ignorar para no verse implicados en nada.—¡Te dije que pararas! ¡Perdí todo por tu culpa! —Briana mete las manos para evitar el golpe que iba a su cara.—Tommy. Detente. —intenta mediar. —Date cuenta de lo que…—¡Es tu culpa! ¡Tú causas todo! —la toma del cabello para volver a estrellar su mano en su cara. —No fue mi culpa, fue la tuya. —bloquea la cachetada, pero es tomada del cuello con una fuerza que le quita el paso del aire. Entierra las uñas en las manos del tipo que ejerce más presión contra ella. Lanza patadas a los tobillos de Tommy, quien no reacciona debido a la furia que siente por quien cree, es la causante de su desgracia y pérdidas.—No te costaba nada perdonar un error. —pone la otra mano alrededor del cuello de Briana, quien siente que la cabeza le va a explotar, pero no deja de luchar llevando sus uñas a los ojos de Tommy.—Suelta...Los neumáticos de
Bennett. Trazamos en el mapa las ubicaciones de los ataques y el número solo aumenta. Algo me dice que esto solo es una parte, pero no tengo conocimiento sobre mucho aún y es algo que no pienso que sea así siempre. Siete en Londres, cinco en Alemania, uno en Rusia y cuatro en Italia. —17 puntos de ataque. —dice Adam a un lado. —En cada uno incrementan las víctimas.—Investigué al gabinete de la central y solo el general Rinna sufrió una pérdida en el tiempo del ataque en los suburbios de Londres. —comenta George con un documento en las manos. —Su esposa se suicidó. Tomo el papel leyendo los detalles. —15 años de casados, un hijo de 12. Familia influyente con alto nivel en la política. —le doy la hoja a Adam. —¿Motivo porque se suicidó? —No se sabe. Hablan de depresión pero no hay datos que lo corroboren. Tendríamos que ir por ese lado.—Amelia Harpper, la conocí hace años, era muy agradable y se llevaba muy bien con el general. Se amaban. Sé muy bien cuando alguien finge ser f
Bennett.—Sabes por qué lo hago. —recalco. Me pongo a la defensiva al oír pasos acercándose. —¿Quienes son? —¿Temes, soberbievans? —se burla la infeliz. —Deja de decirme así. —espeto con desagrado ante ese apodo que detesto desde que lo dijo por primera vez. —Pero si te queda muy bien, amor ¿de qué te quejas? —sigue con su tontería e ignoro lo que causa su forma de llamarme. —¿Le temes a quien pueda venir? —Solo quiero saber cuántas balas les puedo meter a cada uno. —respondo al oírse más cerca y la luz de antorchas haciéndose más amplia. —Mantén tus manos quietas, Bennett. —puntualiza seria. Molesta por mi comentario como si fuera importante la persona que espera. Más vale que no. —Te juro que si sacas un arma te voy a hacer pedazos. —Su amenaza me hace reír. —¿Cómo lograrás eso? ¿Dándole la orden a tu perro?—Si quisiera atacarte, no serías un rival para mí. Te destrozaría y dejaría en ridículo a tí y a quienes te entrenaron. —se jacta convencida de que así es. —Así que haz ca
Bennett. La mañana llega y veo a Zarya salir de una cabaña junto al perro que la sigue, la sigo cuando se mete entre los matorrales altos que aparta, yendo por un camino por varios minutos en los que me dedico solo a seguirla, hasta que el sonido del agua me hace entender lo que busca. Baja por unas rocas quedándose allí parada, observando la cascada pequeña que cae a unos metros. Rodeada de árboles frutales y flores, dando una imagen digna de fotografiar. Saca su celular y captura lo que le llama la atención. —Es hermoso ¿no crees? —pregunta cuando siente mi presencia. —Como para verlo durante días, todas las mañanas. —O para follar. —digo quitando el chaleco táctico y luego la camisa. —¿Puedes dejar de darme ideas, imbécil? Quiero recordar este sitio por ser hermoso, no por tu cuerpo de…Se queda callada.Me río en silencio. —No te doy ideas, solo digo que follaría a gusto aquí si tuviera con quien. —No sexualices mis pensamientos Bennett. —reprocha, me gusta cuando me llam
Narrador omnisciente Los flashes iluminan la entrada, el bullicio es ensordecedor y todos los medios transmiten el evento del que nadie se quiere quedar sin ver. Todos los empleados de la compañía están corriendo de aquí para allá apresurados, con nervios y emoción de lo que comenzará en solo minutos. Todo va de acuerdo a lo planeado: ambientación, iluminación, música, fotografía y filmación, modelos, personal de backstage, maestro de ceremonias, publicidad, prensa, servicio de catering. Nada puede salir mal, o eso se espera —¡El gran día llegó! —dice Linda Spolano con su traje tipo ejecutivo entallado a su cuerpo. —¡Luzcanse! ¡Salgan y derrochen belleza y sensualidad a por montones!Todas sonríen menos Briana que está muerta de nervios, a punto de un colapso en el camerino mientras la peinadora está alisando el cabello. Sus rodillas tiemblan y su corazón parece que se fuera a salir del pecho.—Por favor piernas hoy no sean de gelatina. —musita mordiendo sus uñas. —Solo funcionen