La pareja había tenido un fin de semana romántico que jamás olvidarían, pero en su regreso a casa, como era de esperar, la familia aún no había regresado. Por lo tanto, decidieron pasar una última noche juntos antes de volver a la realidad. Lex y Nikki pasaron la tarde del lunes viendo películas, cocinaron juntos y hablaron sobre sus proyectos personales. Nikki bailó para su chico, y Lex tocó la guitarra cantando para ella. Estuvieron relajados la mayor parte del tiempo. Los dos habían dado por hecho que después de pasar todo el fin de semana teniendo sexo estarían cansados y solo buscarían algo de descanso. Un auténtico autoengaño, pues pasaron sus últimas horas juntos sumergido en la lujuria. A la mañana siguiente, Nikki y Lex se pusieron de acuerdo para saber exactamente lo que iban a decir a sus padres que llegarían en pocas horas. Nikki estaba lista para contarles que se había encontrado mal y que por eso no había viajado con la compañía de baile. Lex a su vez se just
Lex y Nikki habían podido mantener su relación oculta durante un par de meses. Ella pasaba las tardes en el piso de Lex y cuando estaban con la familia buscaban la manera de verse a solas. Era excitante vivir ese amor prohibido, pero no iban a poder ocultarlo toda la vida. —¿Todavía te duele? –Preguntó Lex preocupado, dando besos en el vientre de Nikki que llevaba un par de días con molestias. –Porque si es así no creo que debas bailar esta noche en la presentación. —Estoy bien mi Leoncito, no te preocupes. Además, ya dejé al grupo tirado en el viaje a Madrid. Así que esta vez no pienso faltar. —Enfatizó ella deslizando sus dedos entre los mechones de Lex. —Creo que te hice daño, a veces soy demasiado bestia. Ya sabes que cuando me excito mucho pierdo el control. —Lo sé, es cuando deseas follarme hasta partirme por la mitad. –Se rio la Leona y Lex soltó una carcajada. —Pero puedes estar tranquilo. En esta semana tengo cita con la doctora. — Aseguró y eso lo dejó más despreocupado
Lex estaba pegado a la puerta de la habitación donde tenían a Nikki, sin que nadie lo viera. Cada palabra que le decían los médicos y escucharla llorar solo aumentaba su culpa…su desesperación de no poder abrazarla en aquel momento. Cada explicación que daba el doctor eran como dagas atravesando su corazón. —Pero ¿no hay nada qué se pueda hacer doctor? –Preguntó Nikki mientras que su madre la abrazaba. —Lo siento señorita, pero no. Los embarazos ectópicos no llegan a término. Por eso le había comentado a sus padres que necesitábamos hacerle más pruebas. Los primeros resultados eran claros, claramente está usted embarazada, pero con el ultrasonido que le hicimos encontramos que el embrión está localizado en la trompa de Falopio. —¿Cuánto tiempo podría estar con mi bebé? –Indagó Nikki con un dolor horrible en su pecho. —La estructura que contiene el feto suele romperse en las primeras semanas, mucho antes de que pueda vivir por sí solo y es un peligro esperar a que eso suceda. Que s
Después de aquella noche Lex no volvió a ser el mismo y Nikki mucho menos. Los dos tenían que encontrar la manera de arrancar de sus corazones el amor que se tenían, dejar atrás sus momentos de felicidad. Lo más difícil no era olvidar, era seguir adelante sabiendo que siempre estarían presentes en la vida el uno del otro, pero no como ellos querían. Nikki borró todas las fotos que tenía en su teléfono móvil de aquella escapada en París, pero no pudo deshacerse de su vestido de princesa, ese tan delicado y hermoso que Lex le había regalado. Tampoco pudo tirar una rosa que había guardado entre las páginas de un libro, una flor que ella había conservado del ramo de flores. Pequeños recuerdos de su fugaz cuento de hadas y también tenía algo más. Nikki pasó la mano por su vientre pensando en su angelito que ya no estaba. Ese pequeño que no llegó a nacer, pero era lo más puro que habían tenido Lex y ella. Cuanto a Lex… bueno, él se sentía como un niño perdido. Desde que Nikki salió del
Aquella noche Nikki bajó las escaleras de un exclusivo club en el Soho. Ella había elegido los años veinte como temática para su fiesta. Todo se veía como en aquella época. La decoración era fabulosa, habían bailarinas en pequeños escenarios, una enormes torre de copas llenas con el champagne más exclusivo que existía, sus invitados iban vestidos a rigor y ella parecía una verdadera reina de la noche. Nikki llevaba un precioso vestido rojo hecho especialmente para la ocasión, collar de perlas, un delicado adorno en la cabeza con rubíes y sus carnosos labios pintados de rojo. La Leona no era el mayor destaque de la noche solo por ser la cumpleañera, sino que también lo era por su belleza. Todo era perfecto o por lo menos lo era para los demás, pero para ella faltaba algo. Nikki saludó a todos sus invitados, bailó con sus amigos y pasó la primera hora de la fiesta con una enorme sonrisa en su rostro que jamás llegó a sus ojos. El único momento en que realmente se sintió feliz fue c
Sasha estaba parado delante de la puerta de la iglesia viendo a los recién casados salir por la puerta, rodeados de personas que gritaban sus felicitaciones y les tiraban granos de arroz. Tan solo esa imagen le revolvió el estómago.Cuando se enamoró de Heidy en el instituto le pareció la chica perfecta, porque era buena, dulce, de apariencia inocente y de muy buena familia. Había creído durante dos años que algún día ella sería su esposa y la madre de sus hijos.Los dos habían decidido perder la virginidad supuestamente juntos, entonces Sasha preparó para ella una linda noche romántica antes de la graduación con todo su amor. Después de preparar toda la decoración con velas, el champagne, sus bombones favoritos fue a buscarla y cuando llegó a la casa de Heidy se encontró con una escena que le rompió el corazón en mil pedazos.Sasha había entrado por la puerta del jardín, como siempre hacía para subir por un árbol que estaba pegado a la casa para llegar hasta el balcón de la habitació
Nueva YorkSasha estaba caminando por calles de Nueva York con su amigo Frank, quejándose del lugar que su amigo había elegido para estar de fiesta y buscar alguna compañía para la noche.–Espero que no tengamos que caminar mucho Frank, acabo de regresar de un viaje en moto que hice con mi padre y mis hermanos por la costa, estoy muerto de cansancio solo quiero sexo y dormir. –Se quejó Sasha mientras se metían por una callejuela, que según su amigo era para hacer el camino más corto. –Si hubieras elegido mejor el antro ahora no estaríamos pasando frío en la calle de madrugada. –Espetó poniendo los ojos en blanco mientras abrazaba su cuerpo.–¡¡Vamos Sasha no seas así!!¿Dónde ha quedado tu espíritu aventurero? –Bromeó Frank mirándolo y Sasha negó con la cabeza. –Ya estamos casi llegando.–¿En qué antro de m***a me vas a meter ahora Frank? – Preguntó Sasha resoplando con fastidio.–Pues a un lugar que te va a gustar. Ahora deja de quejarte como si fueras un viejo y apúrate que solo esta
Sasha tenía delante un caballete con un cuadro en blanco que pretendía pintar, pero lo único que hacía era jugar con el carboncillo entre sus dedos, manchándolos de negro. Normalmente su mente era un universo lleno de inspiraciones, con tan solo tener un papel en blanco y un bolígrafo era capaz de dibujar maravillas, pero en aquel momento lo único que tenía en su cabeza eran las curvas de la stripper. Él no dejaba de pensar en ella y se negaba a pintar cualquier detalle de aquella mujer.Él reloj parecía que iba lento, Sasha no dejaba de mirarlo deseando que las horas pasaran lo más rápido posible, porque estaba dispuesto a regresar al club durante la noche. No iba a permitir que una stripper se hiciera la digna con él, más que nada porque para Sasha ella no podía ser diferente de las demás. De repente escuchó su teléfono móvil sonar y puso los ojos en blanco porque ya sabía quién era, entonces decidió contestar la llamada para que Frank lo dejará en paz de una buena vez.–¿Qué quiere