Mientras yo no puedo siquiera tragar mi saliva, los dos hombres Cappelletti, comen frente a mí como si nada hubiese pasado. Mi jefe, no pareciera que me hubiese besado al punto que casi termino siendo suya y el pequeño no muestra perturbación después de marcharse por un bebé inexistente.Si hay algo que debo aplaudir de los hombres Cappelletti, es la facilidad con la que superan las cosas que a una persona normal, le costaría largas horas de preocupación. Pero, ellos se ven tan tranquilos, que no se muestran perturbados en lo absoluto, algo muy distinto a mí.— Come pronto, Shantelle. La comida se va a enfriar y no va a saber agradable. — me dice mi jefe y yo intento tomar la cuchara pero, no puedo comer. Siento que en mi estomago hay un nudo tan grande que me impide siquiera digerir un poco de comida, por lo que, ataco a mi jefe.— Realmente no comprendo porque está usted aquí.— Debo estar donde se encuentra Taddeo, después de todo, soy su padre.— No te necesito. — dice Taddeo com
Al día siguienteEl sonido de un timbre hace que me despierte y deba limpiar la baba que dejé sobre mi brazo. Durante toda la noche me quedé en el escritorio pensando sobre lo que debía escribir como normas entre mi jefe y yo, pero, al final, el sueño me ganó.El timbre sigue escuchándose y yo me levanto, sintiendo que mi cuerpo va a partirse en dos por cuan mal dormí. Suspirando profundo, camino hacia la puerta, abriendo esta con molestia.— ¿Quién rayos toca tan temprano? — pregunto sin abrir los ojos para que la claridad no sea molesta.— Lindo peinado, señorita Pussi. — dice mi jefe y de inmediato, abro mis ojos encontrándome la sonrisa burlona de mi jefe.— S-señor Cappelletti. — susurro en un hilo de voz.— En el trabajo te veía siempre perfectamente arreglada y peinada, creo que hemos perdido esas buenas costumbres, como también, estar puntual.De inmediato, miro hacia mi cuerpo y maldigo internamente porque mi ripa esta desarreglada y me imagino que mi cabello esta peor.— En
Salimos del ascensor y de inmediato, entramos a la habitación, porque Taddeo fue tan inteligente que se llevó su propia tarjeta de acceso. Por ello, él me lleva hasta los muebles y me sonríe.— Puedes darte una ducha y yo comida. — dice Taddeo y yo asiento aturdida.Taddeo se aleja de mí, para caminar hacia su tableta donde escribe bastante concentrado.— Ve, mami. — dice Taddeo cuando ve que no me levanto y yo lo hago como si mi cuerpo se moviera solo.‘¿Qué es lo que les dan a los niños hoy en día para que sean tan independientes? A su edad yo seguía perdiéndome en la casa donde viví desde que nací.’ Me quejo mentalmente.Sabiendo que pensar de más no me va a ayudar a entender a los Cappelletti, entro a la ducha donde espero que mi cabeza se despeje un poco con el agua fría, pero, no es así. con tantas cosas en mi mente, voy a volverme loca.‘Lo mejor es que juegue un poco, quizás es eso lo que me hace falta para despejar mi mente.’ Me digo mentalmente.Salgo de la ducha y casi al m
Me siento en el mueble con los dos hombres frente a mí en sus respectivas sillas. Los dos, miran al suelo sin atreverse a mirarme y es por ello, que me resulta de cierto modo gracioso, porque los dos actúan tan infantil.— Realmente no puedo entender porque los dos actúan así. No me gusta que actúen tan groseros. Los problemas se deben resolver hablando, no cerrando puertas y mucho menos gritando. — digo mirándolos a los dos.— Necesitamos orden. — dice mi jefe.— Es claro que yo no puedo darles eso. Miren la habitación como esta. Es un desastre y yo vivo peor.— Lo sabemos. — dicen los dos al unísono.‘Ni siquiera lo dudaron, que crueles son.’ Me digo mentalmente.— Contrataré personal para que siempre tengan la casa limpia, por eso, no hay problema. — dice mi jefe.— Creo que eso es lo que menos importa ahora, ust
Lucho porque no me dé indigestión, por la tensión que se siente, pero, al menos no están peleando, bueno, no verbal y auditivamente. Pero, es claro que el tiempo comiendo no fue agradable, por lo menos, no para mí.— He tenido suficiente de hoteles, ¿Cuándo podré regresar a casa? — le pregunto a mi jefe.— Vamos a volver hoy, pero, a mi casa. En la casa anexa a la mansión he colocado todas tus cosas mientras terminan con las reparaciones de tu hogar. Así que, podrás tener tu espacio, mientras arreglar tu hogar. — dice mi jefe y yo niego de inmediato.— No es buena idea, dije que quería una vida aparte de ustedes, no que viviría con ustedes.— Nos marcharemos a las ocho de la noche como lo has pedido, así que, tendrás tu espacio. También se te dará una llave de acceso, para que entres y salgas cuando desees. As&
Llegamos a la propiedad de los Cappelletti y de inmediato, mi jefe se lleva a su pequeño quien esta dormido, mientras uno de sus guardias me lleva hasta la casa en el anexo, donde al abrir la puerta, noto que está lleno de todas mis cosas como lo había prometido.— Aquí está todo lo que en su casa tenía, pero, si hay algo que haga falta, puede decirme y yo me encargaré de traérselo. — dice el hombre y yo asiento.— Entiendo, gracias. — digo entrando a la casa que es más pequeña que una habitación de la mansión de mi jefe, pero, aun así, sigue siendo más grande que el departamento en el que vivía.Recorro la casa y sonrío al ver mi consola y todas las cosas que considero importantes. Al tener tanto estrés acumulado, comienzo a jugar mi juego favorito, hasta que alguien toca a la puerta.Suspiro profundo y abro esta, encontr
Entre las concesiones para quedarme, había dejado una condición que decía que después de las 8:00 de la noche podría marcharme y ya Taddeo no era, por así decirlo, de mi incumbencia.Pero, es claro que en mi primer día oficial como su niñera, esa norma iba a romperse y lo peor de todo, es que yo había aceptado sin antes pensarlo bien y ya no había manera de retractarme.— Estoy seguro de que el color blanco le quedará muy bien. — Dice el hombre que coloca sobre mí, varios vestidos para analizar cual me queda mejor.Sabiendo que esto es una locura, intento comunicarme con mi jefe, pero éste no aparece por algún lado. Por lo que, mi oportunidad de retractarme de lo que he aceptado se desvanece con el viento.Son varias las personas que están en la mansión solamente por la fiesta de esta noche. Lo peor de todo, es que me toca observar qué
Las horas pasan y terminan de arreglarnos, por lo que, yo debo ir a la habitación donde está el vestido, solo para colocarme este y salir. Aunque me dijeron que el color blanco me quedaría hermoso, por un inconveniente, terminaron colocando en la habitación, un vestido rojo que parece una segunda piel que se ajusta perfectamente en mí.— ¿No será un vestido muy revelador? — pregunto preocupada.— No es vulgar, si es a lo que se refiere. Además, es el mismo modelo que estaba en el vestido blanco, señora.— Sí, pero, en el color blanco se veía más puro y disimulado. En el color rojo… todos me verán.— Iban a hacerlo aunque solo llevara una bolsa como vestido, está acompañada de los señores Cappelletti, usted, será el centro de atención y eso no será culpa del vestido que use. — dice la mujer