La vergüenza me invade, porque siento que estoy alardeando de algo que quizás ellos no crean del todo cierto, pero, la sonrisa de ellos y como los dos levantan sus pulgares en aprobación, hacen que la vergüenza, se disipe un poco.

— ¡Ahora mismo voy a ponerte en tu lugar, maldita amante! — grita una mujer saliendo del baño.

Kendrick, mi jefe y con quien tengo muchos sentimientos, me rodea con su brazo y me acerca a su cuerpo, mientras los hombres de negocios detienen su caminata al escuchar el grito molesto de la señora Armani.

— Según usted, ¿Cuál es el lugar de mi mujer? — pregunta Kendrick y yo siento que mis piernas se debilitan.

Han pasado muchas cosas desagradables el día de hoy, pero, todo eso es compensado al escuchar al hombre que tanto me gusta llamarme su mujer. Mi adolescente perdidamente enamorada de él, da saltos de emoción, con piruetas inc