—No camines solo muy lejos ¿de acuerdo?—Tranquilo,solo daré una vuelta por aquí—le regalo una sonrisa en cuanto él baja las maletas que faltan hasta la habitación de la cabaña. A nuestro alrededor habían más mini casas,cada una con un bonito espacio para asar carne y poder comer afuera,los árboles altos y frondosos decoraban con su naturaleza los alrededores,me gustaba el lugar y los pequeños puentes que daban conexión con diferentes puntos del campamento hacían ver el lugar muy hermoso,los tonos verdes se mezclaban de forma maravillosa con el marrón y blanco,el cielo despejado y el tibio calor del sol era de lo más relajante.Cerré mis ojos disfrutando de los rayos calentando mi piel,era un día bastante agradable y disfrutar de su suave brisa con su tibio calor era algo que no podía desaprovechar,mi error fue pararme en medio de ese pequeño cruce y cerrar los ojos sin pensar que más personas pasarían por dicho lugar. De un momento a otro me encontraba golpeando el pecho de alguien
Sentía sus manos acariciando mi piel,como sus dedos pasaban con total calma y lentitud sobre mis mejillas,de ahí recorría mis labios para bajar hasta mi cuello y clavícula,sus dedos tamborilearon sobre mis costillas con cariño,la palma de su mano se posó con ternura sobre mi cintura,lo conocía muy bien y sabía que su recorrido no acabaría simplemente ahí,su mano traviesa bajó hasta mi cadera y sus dedos se metieron dentro de la blanca sábana que cubría mi trasero y piernas. —Deja de ser travieso—susurro contra la almohada,Dean suelta una risita,de esas que me dejan bobo. —¿Estas despierto?—abro un ojo observando a ese maravilloso ser que Dios puso en mi camino,hablo de manera sarcástica claro está. —Déjame dormir cinco minutos más—casi suplico.—Llevas durmiendo unas doce horas—susurra en mi oído,levanto la cabeza de golpe,no podía creer haber dormido tanto. Pero en el proceso la nariz de Dean se lleva la peor parte. —Estoy bien—habla con la nariz tapada,su voz suena chistosa y no
Dean calmó su llanto al regresar a la cabaña, acariciando su espalda mientras él hundía su rostro en mi pecho, aún podía oír los hipidos involuntarios que se escapaban de su boca, acariciando con suavidad su cabello me puse a pensar en lo que podía haber causado su ataque pero todo parecía tan normal a nuestro alrededor que no tenía idea alguna de lo que pudo haberlo causado. —¿Quieres que volvamos a casa? —pregunto en un susurro, con miedo a romper esa paz en la que parecía envuelto. No dijo nada, solo negó con la cabeza rápidamente, abrazándose aún más, si era posible, a mi cintura. Por mi parte sentía una molestia en el pecho, era como si algo estuviera martillando en mi interior sin parar, dolía si concentraba mi atención en ello, dejé ir un suspiro besando su cabeza, cerré los ojos para dormir un poco y descansar de todo lo que estaba pasando y no entendía. Aún no salía el sol, me despertó el vacío a mi lado, creí que estaría en el baño pero la luz estaba apagada y la puerta a
Salgo de mi casa con paraguas en mano, lo busco por todas partes, en cada rincón oscuro en el que pueda encontrarse, escondido y aislado del mundo que lo rodea, me desespero al no hallar ni un pequeño rastro de él, la lluvia me impide ver muy lejos, la noche es pesada y mis pies se encuentran bajo agua. Una figura tambaleante se hace visible ante mi campo de visión, lleva una botella en la mano y al reconocerlo corro hacia él con el corazón acelerado. —¿Donde estabas? —pregunto alzando un poco la voz, la lluvia era cada vez más y más fuerte. No recibo respuesta alguna, inquieto abro el paraguas, cubriendo su cuerpo del agua helada que ya calaba los huesos, con ojos tristes se volvió a mirarme y dejó ir una pregunta que partió en miles de pequeños pedazos mi corazón. —¿Por qué? —no supe que responder, me quedé en silencio mirándolo desde arriba. Ojalá tuviera la respuesta, contestaría a cada una de sus dudas y así protegería su frágil corazón de todo daño, me arrodillo a su lado, s
Desde mi ventana podías ver con total perfección el amanecer, como el sol se hacía notar con lentitud y poder através los edificios para entrar con fuerza en mi habitación. Dejé ir un sonoro suspiro mirando al techo, a esa hora lo más entretenido en mi habitación era la luz colgante que parecía poder caer sobre mí en cualquier momento, desgraciadamente no fue así, estaba bastante bien atornillada. Girando a un lado observé su rostro pacífico, dormía tan tranquilo que me provocaba cierto grado de envidia, no era su culpa no tener el miedo constante que parecía perseguirme impidiéndome conciliar el sueño, me abracé a él, ocultando mi rostro en su pecho, cerrando los ojos para cuando el despertara. Mi ansiedad había aumentado y mis ganas de dormir habían desaparecido, me encontraba alerta la mayor parte del tiempo, atento a cualquier peligro inminente, protegiendo mi cuerpo y vida con pequeños saltos casi imperceptibles, me ocultaba en el baño, temblando y con constantes náuseas, las oj
Una enorme sonrisa me recibió, todo se sentía extraño, como si me encontrara en una nube, una nube muy suave y esponjosa, era la primera vez que me sentía de aquella manera, era una sensación agradable, algo que jamás creí sentir. Sus brazos me rodearon con cariño, de esa forma cálida que solo él conocía, me hacía sentir seguro y protegido. Sus ojos me miraron con un cariño extraordinario, mi corazón bombeando con alegría, por primera vez en mi corta vida sentía que merecía ser feliz. —Lo hiciste bien. —sus palabras llenaban mi alma. —Vamos a casa.—tomando su mano caminamos escaleras abajo, al terminar con lo que años estuvo atormentando mi vida me sentía relajado, vivo. —Estoy muy orgulloso de tí. —dijo a mitad de camino, sonreí. —Todo es por tí, tú eres la razón de todo lo bueno en mi vida, lamento tanto no haberme dado cuenta de lo mucho que te amo antes. —sus brazos se aferraron a mi cuello, sabía a donde iba esto y me acerqué a sus labios con lentitud, una lentitud algo
Desperté de golpe, sudando, mi respiración agitada, volviendo rápidamente mi vista a un lado, buscando que se encontrara a mi lado como todas las noches desde hace más de dos años, tragando me volví a acostar, esta vez mirándolo, sin apartar la vista de su rostro pacífico, respiraba con lentitud, de forma constante y tranquila, a un ritmo suave que hacía hipnótico verlo. Mi mano camino desde su cintura hasta sus hombros, pasó por su cuello hasta su mejilla, mis dedos traviesos molestaron a su boca, provocando que un tierno puchero se formara en ella. El mal sueño que me había despertando volvió a mi mente, cerré los ojos un momento, apartando mi mano de su rostro para que no notara su temblor, mi respiración había comenzado a volverse irregular, con cuidado me levanté de la cama, caminando hasta el baño en el pasillo, temblando enjuague mi rostro con agua fría, me miré al espejo, las ojeras eran notorias, eran cerca de las cinco de la madrugada, había visto el reloj de la mesa de noc
Me miré en el espejo, mis mejillas se encontraban ligeramente rojas y mi corazón aún latía a gran velocidad, mis manos y piernas temblaban debido a la adrenalina, mis ojos brillantes se volvieron hacia la persona tumbada en la cama, su sonrisa era enorme, satisfecho y más que feliz, fumando un cigarrillo y dejando ir el humo suavemente, de esa forma se veía aún más atractivo que de costumbre, creo que contemplarlo después de estar ciegos por la pasión y la locura se había convertido en mi cosa favorita. Me acerqué a él, acostándome sobre su pecho, escuchando los latidos de su corazón, eran rápidos y constantes, un sonido magnífico sin duda. Sonreí para mí, una sonrisa enorme, tan grande que mis labios tiraban, tanto así que comenzaban a doler, dejé de oír sus latidos y aún sonriendo me alejé de su pecho para enfocarme en su rostro. Por dentro sentía pánico, miedo y horror, por fuera mi rostro no dejaba de sonreír, la persona que amaba se encontraba justo debajo de mí, sus ojos abier