Ruyman.-“Y esto fue lo que, por vuestra locura se buscarme pareja, sucedió”- le dije a los cuatro hombres que tenía delante de mí, mientras cogía una taza café y un sándwich de la mesa de desayuno.Por lo visto como tardábamos mi asistente doméstico, nos trajo el desayuno al despacho, mientras yo les contaba que había sucedido la noche anterior, y como Humberto Marchetti había hecho que firmara el contrato sin leerlo, o más bien como mi estúpido orgullo, me había metido en ese lio.- “Ósea ¿me estás diciendo que esas reuniones de solteros no es otra cosa que trata de mujeres?”- me pregunto mi padre.-“ Si, y eso no pude salir de aquí firme un documento de confidencialidad, si lo rompo puedo perder parte de mi fortuna. Y una parte del grupo C. P.A. pasaría a manos de uno de los mafiosos más peligrosos de Chicago.”- le dije entregándole la ficha que me había enviado mi jefe de seguridad de Humberto Marchetti.- “¿Qué hacia allí, tu futura esposa?”- me pregunto mi hermano, mientras leía
Emi.Cuando me desperté, me encontraba desorientada, lo último que recordaba era estar llorando como una niña pequeña en los brazos de Perseo, después de que su familia me barriera con muestras de amor y cariño que yo no había sentido en mi vida.Estaba preparada para sentir desprecio, violencia, maltrato psicológico, pero no para que se me escuchara, se me atendiera, y desde luego que no estaba preparada para que me dijeran que formaba parte de una familia tan espectacular como la familia Bencomo, una familia que, aunque agobiante e intimidatoria, lo hacían porque se querían unos a otros, para todos, y cada uno de ellos, incluido, el independiente Ruyman Bencomo, la unidad familiar lo era todo. Al pensar en ellos, casi me hace volviera a llorar, pero me contuve, miré a mi alrededor, y me di cuenta de que no estábamos en la casa de Perseo, de hecho, en la habitación, en la que me hallaba tumbada sobre una enorme cama, era totalmente desconocida para mí.El lujo era la tónica destac
Ruyman. Sabía que tenía que despertar a Andrómeda, ya habían pasado la hora y media de más que le había exigido a las azafatas que le ordenaran al piloto que volara antes de aterrizar en Chicago, y todo y cada uno de esos minutos, había sido bien aprovechado. En mi memoria tenía grabado cada gemido, cada temblor, incluso cada movimiento impaciente de la diosa esclava. No quería analizar que era lo que me había ocurrido, mientras la hacía mía, pero sabía que no había sido una más, quizás por eso, decidí dejar esas sensaciones encerradas, hasta que estuviera preparado para enfrentarlas. Pero lo que no podía encerrar, y que ahora me estaba volviendo loco, era el sabor de su piel, el olor de sus senos, la suavidad de su interior, y lo peor de todos, su reacción a mis caricias, a mis besos, a su primera vez, estará como cuando descubres algo que siempre habías deseado, pero ni tú lo sabias. Me encontré de nuevo mirándola dormir, descubriendo en su blanca y desnuda piel marcas que yo, co
Emi.Descubrí lo que era tener dinero, y ser alguien importante, y con influencias, cuando llegamos al aeropuerto.Prácticamente, ni nos revisaron, directamente nos enviaron a la limusina que nos esperaba, junto a la limusina, había una hermosa mulata de pelo rizado y ojos verdes de pie, alucinantes, que vestía con un traje ejecutivo. Iba muy arreglada, mientras sostenía un portafolio y hablaba por el móvil. Cuando nos vio llegar, por un segundo la intuición femenina me dijo que no le gustó verme allí, pero enseguida se recompuso y se mostró seria, e imperturbable.- “Buenos tardes, señor Bencomo. Esta todo como lo ha pedido, se ha gestionado, el hotel The Langham Chicago, tiene la suite presidencial para usted, ¿Tendría que pedir otra habitación, como siempre, para la dama?”- por una extraña razón, que lo mismo podía ser mi imaginación, la palabra dama me sonó como una burla.Decidí ignorarla, mi enemigo era mucho más grande, no me iba a enfadar con una plañidera mujer, con pelo riz
Emi. - “Buenas tardes, madre, veo que el tiempo sin mí, no te ha mejorado el carácter, sigues siendo la misma, “adorable, abnegada y entregada” madre, la de siempre”- le dije sonriendo burlona, demostrando que su forma de tratarme no me afectaba. - “¡Eres una descarada!, ¿Qué haces aquí? Te has escapado, ¿verdad? Como le ocurra algo a tu hermano por tu culpa…”- la interrumpió el histérico de mi hermano. - “¡No, mamá me ha vendido!, ¡esa m*****a me ha vendido! Han venido a buscarme, para que usar mis órganos, ha vendido mis órganos.”- dijo el estúpido de mi hermano, señalando a la limusina que se veía en la calle. No pude evitar soltar una carcajada. Mi madre me miro aterrorizada, y del terror, pasó a la furia, intentando golpearme mientras me gritaba en italiano. - “Che tu sia maledetto! Avrei dovuto ucciderti alla nascita, non solo mi hai portato via l'uomo che amavo, ma vuoi anche portarmi via il mio caro figlio, ti meriti quello che ti è successo, di essere venduto e maltrattat
Narrador. En unas oficinas, lejos del edificio de apartamentos donde Emilia había tenido su casa, se encontraba el señor Humberto Marchetti, estaba reunido con su contable, cuando en unos segundos, sonó la puerta y su mano derecha entró en su despacho, para hablarle en el oído. - “Señor, la señorita Monti, se ha reunido con su madre y su hermano, mientras discutían ha aparecido el señor Ruyman Bencomo, y se ha llegado a la madre y el hermano de la señorita Monti, y ha acompañado a esta su hotel, rodeada de un fuerte grupo de seguridad.”- esta noticia le produjo dos reacciones, al señor Moretti. Por un lado, alegría porque sabía que esos dos iban a recibir su merecido, a él le hubiera querido darles su merecido también, en más de una ocasión quiso torturarlos y hacerlos desaparecer, pero sabía que tenerlos cercan serviría para volver a ver, de alguna manera, a la tigresa. La segunda sensación fue ira y celos, aunque él no los identificó como tales, el maldito CEO, había conseguido a
Emi.Mire a mi alrededor, mientras sumergida en el agua de la gran bañera tipo yacusi, llena de espuma dejaba que mis músculos se relajasen, tenía una copa de vino junto a la bañera mientras un hilo musical de baladas rock de los ochenta, ambientaba la escena que quise reproducir cuando vi esa gran bañara en esa habitación de lujo del hotel.La verdad es que soy un alma clásica, pese a que tengo veinticuatro años, pero mi padre me anexiono desde pequeña hasta su muerte, en la música, las series y el cine de esos maravillosos ochenta y noventa, para él la mejor época de todas.Me volví, tras su muerte, adicta y firme seguidora de su dotrina, como una forma de compartir con él, eso, ya qué ya no estaba mi lado.Esto hizo que, en mi adolescencia, mis amigos se rieran de mí, y me llamaran “alma vieja”, a mí en el fondo, no me importaba, los insultos en mi casa eran aún peores.Así que cuando vi esa gran bañera inmensa, me sentí como Vivian Ward, en el Hotel Beverly Wilshire, dentro del ya
Ruyman.Al entrar en la suite sinceramente sentía que había vivido el día más largo de mi vida, y eso ya era extraño, ya que en ocasiones cuando había que cerrar tratos o programar funciones, el día perfectamente podía pasar de veinticuatro a cuarenta y ocho horas de manera interrumpida que, a exención de alguna cabezada en el sillón o en la habitación adjunta de mi despacho, eran sesiones maratonianas. Pese a eso, sentía que este día, había sido aún más largo.Mientras me ponía cómodo, una voz cantando, un tanto peculiar, me llamó la atención, llegaba desde el baño, así que me acerqué para ver qué pasaba, temiendo un poco por mis pobres oídos.Fue allí donde me encontré con la segunda visión más excitante y rehabilitadora que había tenido en el día de hoy, y sinceramente, en mucho tiempo. La primera había sido en el camarote de mi jet privado, y aun la guardaba en mi retina.La segunda fue inesperada, ya que me esperaba encontrarme a la diosa mal, deprimida y triste, por lo que había