Ruyman.Al entrar en la suite sinceramente sentía que había vivido el día más largo de mi vida, y eso ya era extraño, ya que en ocasiones cuando había que cerrar tratos o programar funciones, el día perfectamente podía pasar de veinticuatro a cuarenta y ocho horas de manera interrumpida que, a exención de alguna cabezada en el sillón o en la habitación adjunta de mi despacho, eran sesiones maratonianas. Pese a eso, sentía que este día, había sido aún más largo.Mientras me ponía cómodo, una voz cantando, un tanto peculiar, me llamó la atención, llegaba desde el baño, así que me acerqué para ver qué pasaba, temiendo un poco por mis pobres oídos.Fue allí donde me encontré con la segunda visión más excitante y rehabilitadora que había tenido en el día de hoy, y sinceramente, en mucho tiempo. La primera había sido en el camarote de mi jet privado, y aun la guardaba en mi retina.La segunda fue inesperada, ya que me esperaba encontrarme a la diosa mal, deprimida y triste, por lo que había
Emi.Tras la ducharme, vestirme, con una camisa de botones blanca y una falda larga y suelta a juego, me dirigí al salón donde el servicio de habitaciones había dejado un buffet completo. Había de todo un poco, las carnes más deliciosas, verduras, frutas, diferentes aperitivos, y una buena selección de dulces y tartas. También había diferentes bebidas con alcohol o sin él, zumos de fruta, champan, vinos distintos, ninguno bajaba de dos mil dólares la botella, lo sabía por mi tiempo que trabajé como camarera en un restaurante de dos estrellas Michelin, a tiempo parcial.- “Pero ¿cuántas personas vamos a cenar?”- me pregunté en alto, pensando que estaba sola.- “Tú y yo, ¿o no te parece suficiente?”- dijo Perseo entrando por la puerta provocando que casi se me salta el corazón del pecho, por lo inesperado de su aparición, iba vestido también con una camiseta de algodón blanca y unos vaqueros negros ajustados, estaba deseable, con el pelo aun húmedo, peinado hacia atrás.- “¡Por dios, P
Ruyman.- “¿No estarás nervioso?”- me preguntó mi hermano por tercera vez en menos de una hora.- “¿Quieres dejar de preguntar? estas siendo cansino, No estoy nervioso, o al menos no lo estaba hasta que mamá metió mano en esta boda, ¿se puede saber por qué ha montado todo esto? Ha traído a la abuela de noventa años desde Canarias, la abuela que no había salido de Tenerife desde que hace más de treinta años. Eso ahí fuera parece una reunión familiar de los Bencomo. Si añadimos que papá, gracias a Duff ha invitado a todos los empresarios influyentes en los cinco continentes, una boda rápida y sencilla se ha convertido, en una boda real por lo menos. Maldita sea.”- le dije moviéndome nervioso de un lado a otro.- “No si se te ve tranquilo, si muy tranquilo”- dijo irónicamente Zipi burlándose de mí. Lo miré con una mirada de advertencia, y como siempre el idiota me ignoró.Es ese momento entró Mary y Ranita, para ponerme aún más nervioso.- “¡Eh!, tú, Zape, me debes una cena, como pago a
Emi.- “Todo está bien, todo va a salir bien, sólo entras ahí recitas lo que el sacerdote te diga, dices, sí a todo y ya, todo estará finalizado.”- mi conciencia me repetía esto una y otra vez, pero mi mente no se convencía.Estaba esperando que pasara algo, que rompiera mi buena suerte, toda mi vida había ocurrido así cuando tenía algo bueno, mi padre, unos estudios, un trabajo decente, hasta un apartamento, llegaba algo que me lo arrebataba.Esta semana todo había sido como un sueño, al principio me resistí no estaba acostumbrada a que nadie se preocupara por mí, a levantarme por las mañanas y que alguien te dijera buenos días, que quieres para desayunar o simplemente “¿Dormiste bien?” Pero en la familia Bencomo eso era natural, me separaron de Perseo, prácticamente desde que pisamos Filadelfia.Una de las cosas que he aprendido de esta familia, es que Diane Pelayo es la auténtica líder, si fuera italiana seria la perfecta mamma, es una autentica fuerza de la naturaleza. Lo primero
Emi.- “¿Se puede saber cuántos empresarios, políticos, celebridades y familiares a invitado tu madre?”- le pregunte a Perseo, mi marido, ya cansada de saludar a más de quinientos invitados.- “No sé porque dudas de la capacidad de tu suegra, tú misma lo sufriste esta semana, esto para ella es pan comido, tiene los correos electrónicos personales de mucha gente influyente y si no los tiene. Howard o Abigail se los consiguen. Ni la casa blanca tiene los contactos que tiene Diane Pelayo.”- me dijo Ruyman cogiéndome de la mano.No sé cómo la princesa Diane organizó todo esto en tan poco tiempo, y como pudieron llegar las invitaciones de la boda a tiempo, pero habían habilitado el salón más grande del hotel estrella de la familia Bencomo en Filadelfia, además de todos los jardines, para los invitados de la fiesta, así por encima habrían más de dos mil invitados, entre los que se encontraba, actores y actrices, cantantes, políticos de ambos partidos, me sorprendí cuando me saludaron y dier
Ruyman.- “No me digas que no puedes encontrar a mi madre, si es fácil, busca donde más gente haya reunida, en medio estará la reina Diane, haciendo de las suyas, y a mi padre como un bobo, sonriéndole todas sus locuras.”- le dije a Lex mientras esperaba que mi esposa llegara del tocador.Me sorprendí a mí mismo lo fácil que me fue, aceptar que ya era un hombre casado, más aún, me sorprendió que no me costaba decir que Emilia Bencomo, era mi mujer, mi esposa. Mi instinto de conservación de nuevo se activó, parando todas mis pretensiones. He vivido toda mi vida observando como mi padre, por el amor que siente por mi madre, le permite todas su locuras, un ejemplo claro es esta boda, no conozco a parte de los invitados, quizás de vista en reuniones de negocio, o algún evento o gala, pero de lejos, no entendía por qué teníamos que hacer la boda del siglo, y en una semana. Pero mi padre en vez de ponerle freno a las locuras de la reina Diane, lo acepta todo, sólo por verla feliz. Una locur
Emi.- “La fastidiaste Emi, lo sabes. Tú y tu estúpida manía de resolver las cosas tu sola, ni siquiera te disculpas, y menos le respondes a su pregunta. Sigue así callada como una tumba, mientras, por tu culpa, llevamos dando vueltas como estúpidos, eso sí, en limusina, que debe de valer cinco años de sueldo de un trabajador medio. Mientras tu marido, permanece callado, en espera que te disculpes y le respondas. ¿Qué vas a hacer al respeto?, ¿Vas a seguir haciéndote la indignada durante una hora más? ¡Respóndele de una vez!, y discúlpate, sabes que metiste la pata.”- maldita conciencia llevan la última media hora de ruta el coche por las calles de Filadelfia, sin callarse.Sabía que había metido la pata, mi silencio no ayudaba, menos cuando me preguntó Perseo si sabía quién era Jack Foster, y más aún cuando entramos en el coche, y tampoco le contesté cuando me preguntó si pensaba contarle en algún momento mi encuentro con el estúpido de Foster.Simplemente, por alguna razón, a mi mar
Emi. Cuando desperté a la mañana siguiente, ya Perseo se había ido, me había dejado una nota junto al desayuno, comunicándome que había una urgencia en el grupo que debía atenderla y que lo esperara para almorzar, que no creía que tardase ni dos horas. - “Que bien, Emilia Bencomo no llevas ni un día de casada y tras la noche más alucinante que has pasado con un hombre, tras horas de sexo y placer indescriptible, tu marido sale huyendo al trabajo, ¡Tan apetecible no debites resultarle!”- hay veces que no sé si mi conciencia está ahí para que yo vaya por el buen camino, o directamente para que yo me deprima más. - “¡Oh, por dios cállate un rato!, si no tienes nada bueno que decir, mantente callada, m*****a estúpida.”- le dije mientras me sentaba a desayunar. La suite nupcial del hotel el Rittenhouse Hotel en Filadelfia, era enorme, ocupaba casi todo el ático, y no le faltaba de nada, desde piscina privada, yacusi exterior e interior, zona ajardinada en una gigantesca terraza donde se