¿Puedo besarte?

- Vale, gracias por contestar en el nombre de Dios. Por cierto, creo que sigues siendo mi dios... Sólo griego. Cuando estoy a tu lado, es como si nada más existiera, solo tú y yo.

Puso su dedo en un panel de la puerta, haciendo que se abriera automáticamente.

- Vale, ¿debería cortarte el dedo cuando necesite entrar? ¿Es eso? - Empecé a reír.

- ¡Yo soy Dios! Gritó, abriendo los brazos cuando entró y las luces se encendieron automáticamente.

Me quedé justo cuando la puerta se cerró, observando todo lo que me rodeaba, tratando de no maravillarme con la vista. El lugar era simplemente gigantesco. Un salón con sofás en forma de L y moqueta blanca (sí, ¿quién, en su estado normal, pondría moquetas blancas en el salón, para que los demás las pisen con los zapatos?). Como el espacio era grande, la habitaci

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