Todos estábamos en silencio.
- ¿Por qué tienes que ser tan sensato, carajo? – Ben no pudo contener las lágrimas – Te llamé porque eras la única persona que podía ayudarnos y no revelar nuestro secreto, porque amo a Babi. Ahora tú... Tira todas estas verdades sobre nosotros... Cuando lo único que hacíamos era querer quedarnos con el niño que hemos estado siguiendo durante todo el embarazo, que hemos llenado de amor desde siempre, que... - no tuvo más palabras, que estalló en lágrimas.
- Entiendo que no quisieron hacer daño... Odio a Héctor y lo sabes. Pero yo en su lugar... Los mataría a ambos si supiera la verdad. Y ponerlos tras las rejas.
- Usted tiene razón. Tomé aire y me sequé las lágrimas.
Todavía había un grito encerrado en mi garganta, un dolor horrible que no me atrevía
La primera botella que Ben y yo preparamos fue algo de lo que hablar. No conseguimos la temperatura adecuada y con cada gota de leche que sorbía, teníamos miedo de que se ahogara.El pañal que cambió Ben goteó la primera vez, al ser puesto en el lado opuesto. ¿Ungüento para hornear? ¿Para que sirve eso? ¿Cuántas veces al día lo usamos? ¿Debería dormir de lado, boca abajo o boca arriba? ¿Es normal que duerma tanto? ¿A qué hora abre los ojos?- Dejemos el celular para despertar cada tres horas. Cada uno se levanta una vez para preparar la leche. - El sugirió.- OK. Pero ella duerme en mi habitación hasta que compremos una cuna.- Esto no es justo. ¿Por qué no el mío?- Salma me pidió a “mí” que la cuidara.- Pero “yo” compré toda la ropa que tiene. Y &ldquo
- ¿Quieres suicidarte? Yo pregunté.Volvió la cabeza hacia mí y no dijo nada.- ¿Me ignorarás? - Insistí.- Vete, inquietante.- ¿Perseguir? - Me reí. – ¿Te parezco angustiado?- Posee...- Um, apesto, ¿no? Recordé sus palabras. Pero creo que podría ser una droga mejor que su whisky, comandante desclasificado.- ¡Fuera de aquí! ¿Ni siquiera puedo soñar en paz?Lo tomé del brazo y lo obligué a girarse hacia mí.- Esto no es un sueño, descalificado. Vamos.- Te odio. - Dijo, en voz baja.- Lo sé... No lo dejaré morir aquí.Se rió irónicamente:- ¿Crees que me mataría... por ti? – casi se cae hacia mí cuando vino una ola más fuerte.Me agarré a su cuerpo y comenc&ea
- Vale, gracias por contestar en el nombre de Dios. Por cierto, creo que sigues siendo mi dios... Sólo griego. Cuando estoy a tu lado, es como si nada más existiera, solo tú y yo.Puso su dedo en un panel de la puerta, haciendo que se abriera automáticamente.- Vale, ¿debería cortarte el dedo cuando necesite entrar? ¿Es eso? - Empecé a reír.- ¡Yo soy Dios! Gritó, abriendo los brazos cuando entró y las luces se encendieron automáticamente.Me quedé justo cuando la puerta se cerró, observando todo lo que me rodeaba, tratando de no maravillarme con la vista. El lugar era simplemente gigantesco. Un salón con sofás en forma de L y moqueta blanca (sí, ¿quién, en su estado normal, pondría moquetas blancas en el salón, para que los demás las pisen con los zapatos?). Como el espacio era grande, la habitaci
- Líbrame de Heitor Casanova... Amén – se echó a reír – ¡Chúpame! – el tono era serio.- ¡Estúpido! – Lo empujé al baño – Solo cuando te lo mereces. Y te lo mereces... Ay, si te lo mereces. - dije en voz alta, observándolo caminar prácticamente desnudo, sin poder trazar una línea recta con sus pies.El baño era tan grande como el dormitorio.- Joder, ¿por qué un baño tan grande? – Fui a la ducha, abrí la ducha mientras él presionaba el botón de la bañera, que comenzó a llenarse – Dudo que haya vapor aquí si me ducho – risas – No tendrías una sauna gratis con yo, descalificado.Se metió en la bañera, ignorando la ducha helada que acababa de abrir.Nos miramos, cada uno en un rincón, como si no pudiéramos a
Héctor abrió los ojos y me miró, tomándose su tiempo, haciendo que cada minuto pareciera una hora:"Puedes..." dijo con voz débil.Me acerqué a él, lentamente, sabiendo que tal vez sería el último beso, la última vez, como siempre fueron nuestros encuentros: una incógnita, una mezcla de emociones y sentimientos siempre al límite... Así que cada segundo necesitaba ser puesto a prueba. buen uso.Me arrodillé y toqué su cuello, sintiéndolo estremecerse bajo mi toque. Sonreí y llevé mis labios a los suyos, cerrando los ojos y dejando que el momento me llevara al cielo, que era como me sentía cuando estaba a su lado.Los labios de Héctor rodearon los míos, chupándolos suavemente. Sentí sus manos recorriendo mi espalda, resbaladizas con espuma, y estaba completamente excitada.Ese beso se sinti&o
- Puedo hacer lo que hace la rubia peróxido - dijo - De hecho, cualquiera puede. ¿Quién no baila sobre un palo?- Tú - se rió - ¿Recuerdas que dije que cuando haga esto debo tenerla hospitalizada?- Ponme entonces, descalificado. – Fui hacia la barra de pole dance, completamente confundido, una explosión de emociones dentro de mí, tratando de entender cómo no sabía quién era mi amiga Salma, ya que tenía una hija con ella.Se sentó en la cama, curioso, con los ojos siguiéndome.- Vamos a jugar un juego - dije - Hago una pregunta y cada respuesta que das, si eres honesto y de acuerdo a lo que quiero saber, me quito una prenda... Y bailo para ti.- ¿Quién dijo quiero que me bailes, descalificado?- ¡Yo digo! – lo señalé – ¡Nadie deja de tener sentimientos profundos tan rápido, maldita
Sentí mi cuerpo ablandarse:- Necesito una cuchara - dije, sin querer.- Tengo varios... Pero mis manos también pueden hacer eso - me miró. – Quítate las bragas y derrítete en mis brazos, Bárbara Novaes.- Espera... Cuarta pregunta... - Dije con dificultad.- Había tres.- No hago acuerdos.- ¿Y yo no sé esto? - Se rio.- ¿Estás borracho?- No mucho... - Confesó.Lo empujé hacia la cama, mientras él se sentaba.- Las respuestas no fueron exactamente lo que esperaba... Pero me parecieron sinceras.- Fui honesto, incluso con tus preguntas siendo las más locas que me han hecho en mi vida.- Bailaré para ti... En calzoncillos... En la barra del pole dance. – dijo, volviendo a poner la música.Sus ojos no se apartaban de los míos mientras yo bailaba al comp&aacut
- Aquí está la cosa: ya no quiero nada de ti, Bárbara. – dijo serio.- ¿Estás borracho? Pregunté, mientras apoyaba mi cabeza en la almohada, tratando de encontrar una respuesta a todo eso.- Tal vez un poco. Pero sumergirme en la tina me hizo un poco mejor y más lúcido.- ¿Por qué bebes tanto? Lo miré fijamente, abriendo mis piernas, involuntariamente, mientras mis brazos pasaban detrás de mi cabeza.- Porque me gusta. Porque tengo una puta vida que no me deja vivir de verdad.- Sé que no puedo venir aquí de la nada y pedirte que me perdones por las cosas malas que he hecho. Dije palabras horribles para alejarlo de mí. Pasé por momentos difíciles.- “Tú” haces los momentos difíciles – se sentó en la cama, a mi lado – Porque quiere. Porque no quieres ser feliz. Porque crees q