- ¿Y el otro no? preguntó irónicamente. - Siéntate. – dijo serio.De acuerdo, no fue un asunto de vida o muerte en el que necesitaba renunciar y huir, aunque sí, tenía un poco de prisa. Todavía necesitaba volver ese día a la ciudad donde viví la mayor parte de mi vida.Miré a Sebastián. Nos conocíamos desde hacía poco tiempo, pero tuvimos cierta conexión desde el primer momento que nos vimos. Allí, frente a él, incluso recordé cuando estaba en esa misma silla, pidiendo trabajo, hace dos meses. Su mirada interesada y pedido de sinceridad durante la entrevista.Todavía no estaba seguro de si realmente estaba en Perrone por mi capacidad intelectual o para vengarme de Heitor Casanova. También estaba tratando de entender por qué Sebastian estaba tratando de mantenerme allí a toda costa, a pesar de que había pedido un adelanto para el segundo día de trabajo, estando involucrada, o mejor dicho, "estando" involucrada con el hombre que odiaba, teniendo entrometido en la vida .su personal y sig
Suspiré, resignado. No le iba a contar lo que pasó entre Hector, Cindy y yo, porque seguramente diría que me advirtió. Pero yo no era alguien que supiera escuchar a la gente. Solo me escuché a mí mismo.- ¿Crees que sería capaz de enamorarme de Heitor Casanova? Me oí preguntar, todavía con mis ojos en el último piso de North B.- No creo que se merezca tu amor. Pero creo que Heitor Casanova podría enamorarse de ti. Porque Bárbara Novaes es diferente a todas las mujeres que ha conocido en el camino hasta la fecha... De eso estoy seguro. - Él se rió.- Me tengo que ir, Sebastián. – Miré el reloj y me di cuenta que ya estaba hablando demasiado y el tiempo pasaba.- Te veré en una semana. Eso es suficiente tiempo para resolver sus problemas con su abuela.- ¿Qué te hace estar tan seguro de que voy a volver?- No estoy seguro. Solo confío en mis instintos... y en Heitor Casanova.- ¿Como asi?- Si no vuelves por mí y Perrone, volverás por él.Miré por la ventana una última vez. Le di un be
Presioné el botón del elevador que me llevaría al último piso. Mi corazón se sentía fuera de control y ni siquiera estaba seguro de por qué. Quería explicaciones mucho más de lo que tenía que explicar.Mi abuela se enfermó y me tuve que ir... Y el maldito teléfono de Héctor estaba apagado. Lo que más temía era lo que diría sobre Cindy Connor contestando su teléfono.Entré en la gigantesca sala de recepción. Había dos hombres esperando, ambos guapos y vestidos con traje. Fui directamente a una de las secretarias:- Quiero hablar con Heitor Casanova.Ella me miró:- ¿Tienes una cita?- No. Pero dile que es Bárbara.- Bárbara de qué? – intervino el otro.- Sabe qué... - Sonreí y segundos después me puse seria. - ¡Ahora!Los dos se miraron y rieron.- ¿Puedo saber por qué te ríes? ¿Llamarás a Héctor o tendré que ir sin avisar?- Está en una conversación importante y te puedo garantizar que llevará tiempo. - Dijo uno de ellos, sin mirarme a la cara y ambos rieron en voz baja, burlonamente.
- Y pronto encontraste una manera de curar los agravios en la rubia de la polla en el medio. - me reí, con desdén. – “Te demostraré que voy a cambiar, Bárbara y lo verás en mis actitudes”. Pensé que estas palabras eran sinceras y dignas de confianza.- Y pensé que te gustaba mi invitación a cocinar en mi casa.- ¿De verdad crees que no fui porque simplemente no quería? ¿No se te pasó por la cabeza que algo podía haber pasado?- Al principio sí... Luego realmente pensé que... Me estabas despidiendo. Porque siento que puedo esperar cualquier cosa de ti...Negué con la cabeza, confundido:- Ni siquiera sé si vale la pena contarlo, Héctor. Sinceramente, no le veo futuro a esta relación. Ni siquiera hemos empezado y mira cómo está. Como dije, he sufrido demasiado y no quiero seguir con algo que ya salió mal de antemano.- No pensé que fueras tan pesimista.- Pero te imaginaba travieso y descalificado. Y eso no cambiaría.Se acercó a mí y sacó sus bragas blancas de su bolsillo, colocándolas
Fui allí a pedir una explicación... No hablamos de nada y mis bragas ya estaban empapadas y todo mi cuerpo lo clamaba. No volvería a ver a Héctor en el corto plazo. No tenía idea de cuánto tiempo le tomaría a mi abuela mejorar, y ni siquiera estaba seguro de si regresaría a la capital.Una vez más mi vida dio un vuelco. Y justo en ese momento pensé que todo encajaba: un buen trabajo, una posible relación sentimental después de tanto tiempo sola...Héctor me llevó a la mesa de cristal y abrió mis piernas, colocando su cuerpo entre ellas. Sentí su lengua sobre la mía y entonces me di cuenta de lo involucrada y enamorada que estaba de ese hombre y que me extrañó mucho en esos miserables dos días, es decir, 48 horas. ¿Qué sería de mí?El beso se hacía más caliente e intenso y lo sentí cuando su boca parecía querer devorarme y mis labios no la dejaban, por completo. El olor de Héctor estaba acabando con mi cordura... El perfume caro se mezclaba con toda la virilidad que llevaba.Cuando me
Héctor tomó mis dos senos en sus manos y comenzó a hacer movimientos circulares con sus caderas, volviéndome loco:- Entonces... me voy a correr... en unos segundos... - Mi voz se apagó.- Pueden ser segundos, Bárbara... U horas... Esperaré a que vengas a que me corra, ¿de acuerdo?- ¡Dime que eres real, maldita sea! Apreté sus hombros con todas mis fuerzas.- ¡Ahí! Sí, soy real... Y siento dolor. – gimió."Te ataré… lo juro…" Arqueé mi cuerpo.- ¿A tu lado? Se movió lentamente dentro de mí. - Di que sí.- No... En la cama. Y me vengaré...- Me encanta la venganza.Gemí y cerré los ojos con fuerza, sintiendo mi cuerpo explotar en un intenso y loco orgasmo. Y luego se derramó dentro de mí y siguió follándome un rato más, incluso después de correrse.Relajé mi cuerpo, atrayendo mucho aire a mis pulmones.- Vale, si hay toallitas húmedas por ahí cerca, te tiro por la ventana, Héctor... Te lo juro. - Cerré mis ojos.- Mi vida no corre peligro entonces. ¿Por qué tendría toallitas húmedas p
- Mi abuela es todo lo que tengo. no puedo dejarte- ¿Y puedes dejarme? Su voz cambió.- Parece que mi ausencia no te afectó mucho, ya que te encontré con la rubia de la verga de en medio, ¿verdad?- ¿Por qué siempre me pones las cosas difíciles, carajo? Se pasó los dedos por el pelo.- No me dijiste qué estaba haciendo exactamente ella aquí. Ya di mis explicaciones sobre lo que fui a hacer el sábado... Y fue un caso grave de enfermedad. Recuerdo que me prometiste que romperías con Milena y Cindy – me reí. - Hasta tiene gracia decir que... Sometiéndome a cobrarte por terminar tu relación con "dos mujeres". Que lejos he llegado...- Cindy no es una mujer fácil.- Me importa una mierda esto.- Lo necesitaré.- ¿Qué quieres decir con "necesito"? Fruncí el ceño, sin poder creer lo que estaba diciendo.- No tengo otra persona confiable para hacerse cargo de Babylon.- Heitor, ¿estás tratando de decir que vamos a ser pareja, sin embargo tu ex se encargará de tu negocio millonario, que suele
Sonrió tímidamente:- Me alegra que le haya gustado, Sra. Bongiove. Pero lo compré como lo pidió el Sr. Héctor.Miré al rubio con la polla del medio y le pregunté con sarcasmo:- ¿Y cómo te pidió Héctor que me compraras las bragas?- Pequeña, de encaje, sexy y a la vez delicada.Reí y agité mi cabeza:- Eran todos perfectos. Y le encantó. - Garantizar.Cindy me miró.- ¡Hola hermosa! ¿Está listo? Ben se detuvo a mi lado.- Nací listo, amor. – Me eché el pelo hacia atrás, respiré hondo y caminé por la calle meneando mi culo duro y mi pelo cien por cien original (mechas doradas, lo confieso!).En el camino le conté a Ben exactamente lo que había sucedido, tanto en Perrone como en North B.- Al final no se equivocan tanto, ni Sebastián ni Héctor. Joder, vas a dejar todo aquí, Babizinha. ¿Cómo vamos a vivir los tres sin ti? Por eso no menciono a Salma y Maria Lua.Suspiré. No sabía que lo que más me molestaba era dejar a Héctor.Antes de irme al campo ese mismo día, Ben me preguntó:- Pié