Presioné el botón del elevador que me llevaría al último piso. Mi corazón se sentía fuera de control y ni siquiera estaba seguro de por qué. Quería explicaciones mucho más de lo que tenía que explicar.Mi abuela se enfermó y me tuve que ir... Y el maldito teléfono de Héctor estaba apagado. Lo que más temía era lo que diría sobre Cindy Connor contestando su teléfono.Entré en la gigantesca sala de recepción. Había dos hombres esperando, ambos guapos y vestidos con traje. Fui directamente a una de las secretarias:- Quiero hablar con Heitor Casanova.Ella me miró:- ¿Tienes una cita?- No. Pero dile que es Bárbara.- Bárbara de qué? – intervino el otro.- Sabe qué... - Sonreí y segundos después me puse seria. - ¡Ahora!Los dos se miraron y rieron.- ¿Puedo saber por qué te ríes? ¿Llamarás a Héctor o tendré que ir sin avisar?- Está en una conversación importante y te puedo garantizar que llevará tiempo. - Dijo uno de ellos, sin mirarme a la cara y ambos rieron en voz baja, burlonamente.
- Y pronto encontraste una manera de curar los agravios en la rubia de la polla en el medio. - me reí, con desdén. – “Te demostraré que voy a cambiar, Bárbara y lo verás en mis actitudes”. Pensé que estas palabras eran sinceras y dignas de confianza.- Y pensé que te gustaba mi invitación a cocinar en mi casa.- ¿De verdad crees que no fui porque simplemente no quería? ¿No se te pasó por la cabeza que algo podía haber pasado?- Al principio sí... Luego realmente pensé que... Me estabas despidiendo. Porque siento que puedo esperar cualquier cosa de ti...Negué con la cabeza, confundido:- Ni siquiera sé si vale la pena contarlo, Héctor. Sinceramente, no le veo futuro a esta relación. Ni siquiera hemos empezado y mira cómo está. Como dije, he sufrido demasiado y no quiero seguir con algo que ya salió mal de antemano.- No pensé que fueras tan pesimista.- Pero te imaginaba travieso y descalificado. Y eso no cambiaría.Se acercó a mí y sacó sus bragas blancas de su bolsillo, colocándolas
Fui allí a pedir una explicación... No hablamos de nada y mis bragas ya estaban empapadas y todo mi cuerpo lo clamaba. No volvería a ver a Héctor en el corto plazo. No tenía idea de cuánto tiempo le tomaría a mi abuela mejorar, y ni siquiera estaba seguro de si regresaría a la capital.Una vez más mi vida dio un vuelco. Y justo en ese momento pensé que todo encajaba: un buen trabajo, una posible relación sentimental después de tanto tiempo sola...Héctor me llevó a la mesa de cristal y abrió mis piernas, colocando su cuerpo entre ellas. Sentí su lengua sobre la mía y entonces me di cuenta de lo involucrada y enamorada que estaba de ese hombre y que me extrañó mucho en esos miserables dos días, es decir, 48 horas. ¿Qué sería de mí?El beso se hacía más caliente e intenso y lo sentí cuando su boca parecía querer devorarme y mis labios no la dejaban, por completo. El olor de Héctor estaba acabando con mi cordura... El perfume caro se mezclaba con toda la virilidad que llevaba.Cuando me
Héctor tomó mis dos senos en sus manos y comenzó a hacer movimientos circulares con sus caderas, volviéndome loco:- Entonces... me voy a correr... en unos segundos... - Mi voz se apagó.- Pueden ser segundos, Bárbara... U horas... Esperaré a que vengas a que me corra, ¿de acuerdo?- ¡Dime que eres real, maldita sea! Apreté sus hombros con todas mis fuerzas.- ¡Ahí! Sí, soy real... Y siento dolor. – gimió."Te ataré… lo juro…" Arqueé mi cuerpo.- ¿A tu lado? Se movió lentamente dentro de mí. - Di que sí.- No... En la cama. Y me vengaré...- Me encanta la venganza.Gemí y cerré los ojos con fuerza, sintiendo mi cuerpo explotar en un intenso y loco orgasmo. Y luego se derramó dentro de mí y siguió follándome un rato más, incluso después de correrse.Relajé mi cuerpo, atrayendo mucho aire a mis pulmones.- Vale, si hay toallitas húmedas por ahí cerca, te tiro por la ventana, Héctor... Te lo juro. - Cerré mis ojos.- Mi vida no corre peligro entonces. ¿Por qué tendría toallitas húmedas p
- Mi abuela es todo lo que tengo. no puedo dejarte- ¿Y puedes dejarme? Su voz cambió.- Parece que mi ausencia no te afectó mucho, ya que te encontré con la rubia de la verga de en medio, ¿verdad?- ¿Por qué siempre me pones las cosas difíciles, carajo? Se pasó los dedos por el pelo.- No me dijiste qué estaba haciendo exactamente ella aquí. Ya di mis explicaciones sobre lo que fui a hacer el sábado... Y fue un caso grave de enfermedad. Recuerdo que me prometiste que romperías con Milena y Cindy – me reí. - Hasta tiene gracia decir que... Sometiéndome a cobrarte por terminar tu relación con "dos mujeres". Que lejos he llegado...- Cindy no es una mujer fácil.- Me importa una mierda esto.- Lo necesitaré.- ¿Qué quieres decir con "necesito"? Fruncí el ceño, sin poder creer lo que estaba diciendo.- No tengo otra persona confiable para hacerse cargo de Babylon.- Heitor, ¿estás tratando de decir que vamos a ser pareja, sin embargo tu ex se encargará de tu negocio millonario, que suele
Sonrió tímidamente:- Me alegra que le haya gustado, Sra. Bongiove. Pero lo compré como lo pidió el Sr. Héctor.Miré al rubio con la polla del medio y le pregunté con sarcasmo:- ¿Y cómo te pidió Héctor que me compraras las bragas?- Pequeña, de encaje, sexy y a la vez delicada.Reí y agité mi cabeza:- Eran todos perfectos. Y le encantó. - Garantizar.Cindy me miró.- ¡Hola hermosa! ¿Está listo? Ben se detuvo a mi lado.- Nací listo, amor. – Me eché el pelo hacia atrás, respiré hondo y caminé por la calle meneando mi culo duro y mi pelo cien por cien original (mechas doradas, lo confieso!).En el camino le conté a Ben exactamente lo que había sucedido, tanto en Perrone como en North B.- Al final no se equivocan tanto, ni Sebastián ni Héctor. Joder, vas a dejar todo aquí, Babizinha. ¿Cómo vamos a vivir los tres sin ti? Por eso no menciono a Salma y Maria Lua.Suspiré. No sabía que lo que más me molestaba era dejar a Héctor.Antes de irme al campo ese mismo día, Ben me preguntó:- Pié
Dos días después de mi llegada al campo, recibí una llamada de Héctor. Decir que mis piernas no temblaron de inmediato y que mi corazón no latió más rápido sería una mentira.Ay Héctor, cómo me gustaría que me dijeras ahora mismo que sacaste a Cindy de tu vida, de tu casa, de tu país... Si para eso me llamaste, seré tuya para siempre. Pero si no... Te encontrarás con mi furia."Hola…" dije, tratando de no sonar nerviosa.- No puedo soportar extrañarte. – Dijo de una vez.- Esta oración se puede cambiar. ¿Puedo sugerir que sea "Bárbara, te extraño mucho". ¿Que crees?- Joder, entiendes. Que manía tienes de tratar de confundirme... Y volverme aún más loco de lo que ya estoy.- Puedes cambiar esto por: Bárbara, sin ti ni siquiera puedo pensar con claridad...- Joder, ¿cuándo vuelves?- Esta la reemplazas por: “¿Cómo está tu abuela? Espero que bien."Estaba en silencio al otro lado de la línea, pero podía escuchar su respiración nerviosa.- Dime que Cindy no está a cargo de tus asuntos en
- Gracias por cuidarme. Y déjame tus cosas.- Yo... tengo un trabajo.- Um, gracias por llamarme y avisarme, para tranquilizar a tu abuela. Tal vez es mi culpa que tuve un ataque al corazón, sabiendo que estabas desesperado por un trabajo y todavía negándote a mi ayuda financiera para vivir.- Abuela, lo siento. Pero si supieras todo lo que me ha pasado en las últimas semanas, no sé si lo creerías.- ¿Qué tal si comenzamos con el lugar donde trabajas?- Conseguí un trabajo en Perrone. dije emocionada. - En una posición alta. Estoy casi en la oficina del director general. - Bromeé.Ella no sonrió. No dijo una palabra. Y su rostro se cerró.- Abuela... ¿Estás bien? ¿Sientes algo? - Me preocupé.- ¿Quién es el director general?Arqueé una ceja, confundida.- Sebastián Perron.- No conozco.- ¿Conoces a algún CEO en tu vida? - Me reí.- Sí... A ver... Heitor Casanova, Allan Casanova...- Estos no valen. Todos saben.- ¿Qué haces exactamente en Perrone?- Soy responsable de Marketing. Un t