“Durante mucho tiempo planeé todo esto. Y ahora que ha pasado, me siento como un ser humano despreciable. Nunca estuve loco por el dinero. Pero he estado cansado de todo, especialmente de los pendejos con los que me meto. Parezco tener un imán para atraer a los malhumorados y sinvergüenzas. Justo esta semana conocí a un hombre mayor que parecía ser agradable. Hasta llegar al Motel y darse cuenta de que solo quería satisfacerse a sí mismo. El cabrón estaba casado y por si fuera poco la noche horrible que me hizo pasar, al final me humilló, tratándome como un objeto. Siento repugnancia y repugnancia por hombres como él.
Pero Héctor... ¿Y mi jefe? Después de todo lo que hice para llegar a su habitación, nunca imaginé su desprecio por mí o por la persona que imaginaba que estaba allí.
Sé que todas las mujeres dar&iac
"Bár... Bara..." Dijo lentamente, con la voz entrecortada, mientras la copa con el líquido burbujeante hacía un tremendo esfuerzo para equilibrarse en su mano.Miré a las dos mujeres prácticamente desnudas a su lado en el jacuzzi y agarré sus ropas:- ¡Fuera de aquí ahora! – ordené – Si no te quitas de mi camino en dos minutos, te voy a tirar desde aquí arriba.Los dos se levantaron del agua caliente sin dudar, asustados. Les tiré la ropa encima y abrí la puerta:- Si vuelves aquí, te juro que te arrepentirás del día que naciste.- ¡Ella no miente! – gritó – ¡Ella sí! Celosa... La descla... - no pudo terminar la pronunciación de la palabra, estaba tan borracho - Está muy celosa...Salieron inmediatamente, cerrando la puerta. Volví hacia ellos, que ya camin
Tomó la botella de mi mano y la hizo girar, tomándose su tiempo para responder:- Rojo, liso. La primera etiqueta personalizada creada por North B.- ¿Con mi nombre?Bajó los ojos, sin decir nada más.Tomé nuevamente la botella de sus manos y miré:- ¿Lo beberás algún día?- No sé si debo. Me acabas de prohibir beber nada alcohólico.- Tal vez debería hacer una excepción cuando sea en mi compañía. Mi voz salió débil.- No sé si puedo abrirlo. - Confesado.Dejo la botella en su sitio con cuidado.- ¿Vas a destruir mi sótano? - Le preguntó.Coloqué mi mano sobre su pecho, moviéndola lentamente por la piel suave y demasiado perfumada con tanto jabón. Cuando mis dedos pasaron el ombligo, pregunté:- ¿Tal vez deb
Su dedo alcanzó mi punto de placer, haciéndome gemir, retenido por su boca.Los labios de Héctor descendieron a mi cuello, el cual lamió antes de hacer un chupetón, sus dedos no se olvidaron de mantenerme excitada.- Por qué no me dejas que te toque... Joder. – me quejé de nuevo.Se rió seductoramente, mordiéndome el labio, con ternura y delicadeza:- Si te dejo ir, sé que te escaparás.- No... no lo haré... - aseguré, en un hilo de voz.Se echó hacia atrás un poco y dobló ligeramente mis piernas, luego las separó en su dirección.- Ah... Me mata... Literalmente. - Sentí que se me erizaba la piel antes de que hiciera lo que predije.El dedo índice volvió a tocar mi punto de placer, siendo apretado levemente mientras hacía movimientos circulares, haciéndome ir al c
Tan pronto como llegamos al garaje, vi el Maserati estacionado. El auto de Anon no estaba al lado.Nos detuvimos frente al auto plateado/transparente, con un diseño perfecto:- ¡No me digas que vamos en el Maserati! - Sentí que mi corazón quería salirse de mi pecho.- Sí. - Él sonrió.No me pude resistir y di algunos saltos eufóricos:- Estoy extasiado. - le confesé, dirigiéndome a la puerta del pasajero.Antes de abrirlo, dijo:- Oye, descalificado... ¿Quieres conducir?- ¿YO? no tengo licencia - suspiré con tristeza.- ¿Quién dijo que lo necesitas?- ¿La policía? - Arrugué la frente.- ¿Qué crees que la policía encontraría peor en la dirección: un borracho o una persona sin licencia?- Ya no estás tan borracho.- Y debes
Tan pronto como entramos por la puerta principal del Hospital, ni siquiera tuvimos que ir a la recepción para averiguar sobre Allan. El portero dirigió al Sr. Casanova, quien parecía ser conocido en todos los lugares donde pisaba, directamente a la recepcionista, quien nos guió hasta el ascensor, que nos llevaría al segundo piso, donde estaba su padre.Tan pronto como entramos al elevador, junto con la recepcionista, Héctor tomó mi mano. Entrelacé mis dedos con los suyos y no pude evitar mirarlo.- ¿Todo cierto? Levantó mi barbilla con su mano libre, obligándome a mirarlo.Tomé una respiración profunda:- Sí... Es solo que no quiero despertar. Y no quiero que olvides... Nada.- Ya te dije que no lo haré. Estoy bien. Puedes hacer cualquier pregunta, de la parte después de los analgésicos - sonrió - Antes de eso solo recuerdo
Estaba pensativo. No, no estuve y nunca estuve embarazada. Yo no di a luz a Maria Lua. Pero yo fui la primera persona que la tomó en sus brazos, que le dio todo lo que tenía y que no tenía y que enfrentó mucho cada día, tratando de ser la mejor madre del mundo para ella. Si alguien se atreviera a decir que ese niño no era mío, podría darle una buena bofetada.- No claro que no. - Respondí.- Imposible. – dijo Héctor.- No es imposible. - Miré a los ojos de Héctor.Por supuesto que no era imposible. Ni siquiera recuerdo si alguna vez tuvimos sexo con condón después de la primera vez. Sabía que estaba tomando anticonceptivos sin descanso debido a la endometriosis, pero no estaba tan familiarizado con mi vida como para saber si me perdía unos días o algo así.- Eso me da esperanza. – dijo Allan, mirándome con
Apenas llegamos frente al departamento, me dijo mirándome, con los ojos ardiendo como fuego:- ¿Puedo bajar? – Tocó mi pierna, deslizando su mano dentro, debajo de la gruesa tela del pantalón que era completamente extraña y no se adaptaba a mi cuerpo.- Me encantaría. Pero no ahora... No hoy. - Lo miré con severidad.¿Debería decírtelo ahora mismo? Nunca parecía un buen momento para revelarle a Heitor Casanova que era padre de una hermosa niña de cuatro meses, sin saber siquiera cómo fue concebida la pequeña.Podría ser juzgado como egoísta o egocéntrico por no revelarlo en ese momento, o esa noche porque todo iba tan bien entre nosotros como nunca antes. Sabía que necesitaba saberlo, pero podíamos y merecíamos al menos unos días de paz y amor. Porque a pesar de todo, no sabía cuál ser&iacut
Caminé con Mandy por el centro de la capital de Noriah North con Maria Lua. Cogimos la carriola, pero mi abuela casi no la deja en ella, solo queriendo sostener nuestro rayito de sol que lleva el nombre de la luna.Aparte de las citas pediátricas de rutina, era la primera vez que salía con María Lua. Ben y yo preferimos dejarla en casa, temiendo lo que pudiera pasarle y las preguntas que pudieran surgir.Le conté a Mandy sobre el día que íbamos a revelarle la verdad a Héctor y sobre que Allan estaba en el hospital. Y también que Héctor no había creído que pudiera ser padre.Cuando regresábamos a la casa a última hora de la tarde, Mandy preguntó:- ¿Vas a hablar con Allan sobre tu madre?- No estoy seguro. Pero yo creo que sí. Él es el único que puede decirme la verdad sobre lo que pasó. Me gusta él. Much