Su dedo alcanzó mi punto de placer, haciéndome gemir, retenido por su boca.
Los labios de Héctor descendieron a mi cuello, el cual lamió antes de hacer un chupetón, sus dedos no se olvidaron de mantenerme excitada.
- Por qué no me dejas que te toque... Joder. – me quejé de nuevo.
Se rió seductoramente, mordiéndome el labio, con ternura y delicadeza:
- Si te dejo ir, sé que te escaparás.
- No... no lo haré... - aseguré, en un hilo de voz.
Se echó hacia atrás un poco y dobló ligeramente mis piernas, luego las separó en su dirección.
- Ah... Me mata... Literalmente. - Sentí que se me erizaba la piel antes de que hiciera lo que predije.
El dedo índice volvió a tocar mi punto de placer, siendo apretado levemente mientras hacía movimientos circulares, haciéndome ir al c
Tan pronto como llegamos al garaje, vi el Maserati estacionado. El auto de Anon no estaba al lado.Nos detuvimos frente al auto plateado/transparente, con un diseño perfecto:- ¡No me digas que vamos en el Maserati! - Sentí que mi corazón quería salirse de mi pecho.- Sí. - Él sonrió.No me pude resistir y di algunos saltos eufóricos:- Estoy extasiado. - le confesé, dirigiéndome a la puerta del pasajero.Antes de abrirlo, dijo:- Oye, descalificado... ¿Quieres conducir?- ¿YO? no tengo licencia - suspiré con tristeza.- ¿Quién dijo que lo necesitas?- ¿La policía? - Arrugué la frente.- ¿Qué crees que la policía encontraría peor en la dirección: un borracho o una persona sin licencia?- Ya no estás tan borracho.- Y debes
Tan pronto como entramos por la puerta principal del Hospital, ni siquiera tuvimos que ir a la recepción para averiguar sobre Allan. El portero dirigió al Sr. Casanova, quien parecía ser conocido en todos los lugares donde pisaba, directamente a la recepcionista, quien nos guió hasta el ascensor, que nos llevaría al segundo piso, donde estaba su padre.Tan pronto como entramos al elevador, junto con la recepcionista, Héctor tomó mi mano. Entrelacé mis dedos con los suyos y no pude evitar mirarlo.- ¿Todo cierto? Levantó mi barbilla con su mano libre, obligándome a mirarlo.Tomé una respiración profunda:- Sí... Es solo que no quiero despertar. Y no quiero que olvides... Nada.- Ya te dije que no lo haré. Estoy bien. Puedes hacer cualquier pregunta, de la parte después de los analgésicos - sonrió - Antes de eso solo recuerdo
Estaba pensativo. No, no estuve y nunca estuve embarazada. Yo no di a luz a Maria Lua. Pero yo fui la primera persona que la tomó en sus brazos, que le dio todo lo que tenía y que no tenía y que enfrentó mucho cada día, tratando de ser la mejor madre del mundo para ella. Si alguien se atreviera a decir que ese niño no era mío, podría darle una buena bofetada.- No claro que no. - Respondí.- Imposible. – dijo Héctor.- No es imposible. - Miré a los ojos de Héctor.Por supuesto que no era imposible. Ni siquiera recuerdo si alguna vez tuvimos sexo con condón después de la primera vez. Sabía que estaba tomando anticonceptivos sin descanso debido a la endometriosis, pero no estaba tan familiarizado con mi vida como para saber si me perdía unos días o algo así.- Eso me da esperanza. – dijo Allan, mirándome con
Apenas llegamos frente al departamento, me dijo mirándome, con los ojos ardiendo como fuego:- ¿Puedo bajar? – Tocó mi pierna, deslizando su mano dentro, debajo de la gruesa tela del pantalón que era completamente extraña y no se adaptaba a mi cuerpo.- Me encantaría. Pero no ahora... No hoy. - Lo miré con severidad.¿Debería decírtelo ahora mismo? Nunca parecía un buen momento para revelarle a Heitor Casanova que era padre de una hermosa niña de cuatro meses, sin saber siquiera cómo fue concebida la pequeña.Podría ser juzgado como egoísta o egocéntrico por no revelarlo en ese momento, o esa noche porque todo iba tan bien entre nosotros como nunca antes. Sabía que necesitaba saberlo, pero podíamos y merecíamos al menos unos días de paz y amor. Porque a pesar de todo, no sabía cuál ser&iacut
Caminé con Mandy por el centro de la capital de Noriah North con Maria Lua. Cogimos la carriola, pero mi abuela casi no la deja en ella, solo queriendo sostener nuestro rayito de sol que lleva el nombre de la luna.Aparte de las citas pediátricas de rutina, era la primera vez que salía con María Lua. Ben y yo preferimos dejarla en casa, temiendo lo que pudiera pasarle y las preguntas que pudieran surgir.Le conté a Mandy sobre el día que íbamos a revelarle la verdad a Héctor y sobre que Allan estaba en el hospital. Y también que Héctor no había creído que pudiera ser padre.Cuando regresábamos a la casa a última hora de la tarde, Mandy preguntó:- ¿Vas a hablar con Allan sobre tu madre?- No estoy seguro. Pero yo creo que sí. Él es el único que puede decirme la verdad sobre lo que pasó. Me gusta él. Much
- Como ya sabías lo que realmente pasó... - Miré el reloj - Puedes salir de mi casa, por favor.Ambos me miraron sorprendidos mientras me dirigía a la puerta.- Pero... Hemos recorrido un largo camino. ¿Dónde nos vamos a quedar? No podemos volver a esta hora. – se quejó Bruno.- Eso no es asunto mío. La casa antes era de Salma, ahora ya no. Como tú mismo dijiste, ella “le pateó las botas”... “El periquito descansó”. – repetí sus frases ridículas.- Qué mierda, pensé que seríamos ricos. – Breno habló con un tono de voz alterado, golpeando el suelo con el pie.- ¿Con el dinero que pudo haber ahorrado Salma? – me reí, sarcásticamente – Ella era una simple bailarina de discoteca. Nadie se enriquece de esta manera.- Pero he leído sobre prostitutas
- Oh, mi amor, ¿crees que si yo estuviera en Noriah North en este momento, el lugar donde me encontrarías no sería tu cama?- ¿Como asi?- No estoy en Noriah North. Desafortunadamente. ¿Me llamas y no puedo ir? ¿Es un sueño? ¿O pesadilla? ¿Debo enviar el jet de inmediato? ¿Algo pasó?Respiré hondo, sintiendo que toda la tristeza se apoderaba de mí:- Es muy importante.- Habla, mi amor.- No puedes hablar de eso por teléfono. ¿Cuando vuelves? Dime pronto, por favor.- Te espero en la cena del lunes.- Dios mío, siento que falta un mes para el lunes. Cada día parece durar 72 horas.- Yo también me siento así cuando estoy lejos de ti. Es por eso que necesitamos terminar con esta distancia de una vez por todas. Puedes
- Estás loco... No puedes. – Sebastián comenzó a caminar nervioso.- Necesito un certificado falso. Tengo que poder viajar con mi hija si algo sale mal. Y... si dices que no es mi hija, te mato... lo juro. – hablé entre dientes.Me miró sin atreverse a decir nada. Esperó unos minutos y dijo:- No se como hacer esto. Tenemos certificado de que la niña es mi hija... Con Salma. Una mentira... ¿Ahora quieres que invente otra? ¿Cuál es tu plan de todos modos? ¿Mentir toda tu vida? ¿Tienes idea de en lo que te estás metiendo?- Si soy juzgado, condenado, arrestado o lo que sea y Heitor está con Maria Lua, estaré bien. Sólo quiero que ella esté a salvo. Nada más me importa. Y su seguridad solo existe si Anya y Breno están lejos... Lejos.- Si Héctor no cree que la hija es suya con Bárbara, no acepta