Isabela se quedó mirando el resultado final de dos horas desde que la habían comenzado a vestir, peinar y maquillar. Casi no se reconoció.El hermoso vestido ajustado a su cuerpo con la amplia pero cómoda falsa, el cabello peinado en una trenza muy elaborada y amplia que caía por toda su espalda y más debajo de la cadera con adornos de flores metalizadas, y el maquillaje en tonos marrones que hacían resaltar sus rasgos y para rematar un tono rojo que contrastaba con todo.No podía negarlo, se veía realmente hermosa, el personal había hecho muy buen trabajo con ella, solo que… acaso ella merecía verse así. No había nacido en cuna de oro, no tenía ese dinero, estaba forrada en deudas y para rematar, era perseguida. Ahora que lo pensaba esas eran parte de las razones por las que nunca había pensado en tener una pareja, pero ahora… se encontraba a punto de casarse. Algo que por su cabeza nunca había pasado.Un sonrojo adornó sus mejillas.Casarse. Ese día. Era una cosa de locos realmente.
Isabela se sentía como un bicho fuera de lugar rodeada de aquellas personas, donde no conocía a ninguna de ellas. No eran muchas, la verdad. Después de salir de la ceremonia de casamiento, con el peso del frío material del anillo en su dedo, se habían dirigido directo al restaurante que su ahora esposo había contratado. Allí los esperaban, como le había dicho cerca de 20 invitados de clase alta, conocidos de él. Muchos de ellos que habían dejado regalos caros como ella había podido percibir encima de una de las mesas.Sin embargo, Isabela no estaba familiarizada con la forma de hablar de ellos, ni cómo comportarse de forma tan… refinada, como la mayoría de las mujeres que de lejos se les olían los millones. Ella era una simple chica, que había tenido que luchar toda una vida. Aun así, no bajó la mirada en ningún momento y aunque no habló tampoco tenía una leve sonrisa en sus labios, aunque su cuerpo estaba sumamente tenso debajo del vestido de novia y los zapatos de tacón le estaban a
Giovani si tenía que reconocer una cosa. Samantha había sido su pareja por cuatro años y no fue por gusto. El vestido rojo que portaba la mujer le quedaba endemoniadamente bien, ajustado a sus curvas y dejando ver una nívea pierna. Ella era una mujer hermosa, no había dudas de ello, así como elegante. Había atraído la mirada de todos, tanto por su presencia inesperada como por su aspecto. Solo si ella no tuviera su verdadero carácter y la pasión entre ellos no se hubiera enfriado, quizás ellos hubieran durado unos años más. Aunque ahora se lo cuestionaba y mucho.Después de conocer a Isabela, una persona fuera totalmente de su acostumbrado círculo social, se había dado cuenta que los horizontes eran mucho más grandes. Y que una simple mujer como ella, podía despertar no solo la bestia de la pasión en su interior. Él se sentía cómodo y como él junto a ella. Algo que con Samantha o cualquier mujer no había sentido nunca.Entonces recordó muy bien lo que Samantha le había hecho a Isabela
El silencio que inundó la sala fue el más incómodo que pudiera haber. Los invitados miraron de la mujer haciendo el espectáculo al anfitrión del evento y después a la mujer detrás de él. Isabela por su parte no sabía bien cómo reaccionar. Si fuera la novia real, pero real, de este hombre, le caería a patadas en ese mismísimo momento por traicionarla de esa manera, pero no. Ella era la novia por contrato por lo tanto no sabía si sería correcto fingir un espectáculo y quedarse callada detrás de Giovani aunque la vena en su ceja ya comenzaba a palpitarle.Samantha la incomodaba muchísimo. Además, que demonios le pasaba. Había manchado el traje de Giovani, traje que vendería junto al suyo para ganar algo de dinero. Bien podría agarrarla de las extensiones esas que tenía puestas y hacerlo lavar a ella. Ah, maldita.Pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Giovani soltó un bufido primero y después una carcajada que impresionó a todos los presentes. El rostro de Samantha palideció,
Isabela se encontró dentro de aquella enorme habitación decorada en colores oscuros, con la espalda contra la puerta y el cuerpo semidesnudo de Giovani que presionaba el de ella hasta pudiendo sentir la humedad y el calor sobre ella. Tragó en seco y alzó las manos en un intento de alejarlo de ella, pero estas se posaron en el pecho desnudo y húmedo de él. Pudo sentir el corazón de él latiendo fuerte.Quiso apartar las manos rápidamente, pero una de ellas fue agarrara para que se mantuviera en el mismo lugar.-Toca- él tono de él era demandante, había un brillo peligroso en esos ojos azules.Isabela se sacudió un poco con las mejillas completamente rojas, la pierna de él estaba posicionada entre los muslos de ella, aunque no podía sentirlo mucho dada la falda del vestido, aunque aun así esa posición era vergonzosa.-Suéltame, me voy, le voy a pedir a alguien más que me ayuda a quitar el vestido- ella habló rápido, pero intentando mantenerse firme.Ahora con Giovani tan cerca sentía que
Isabela no supo en que fugaz momento pasó de estar vestida y luchando con el cierre en su espalda, a quedar aprisionada contra la puerta, con su boca llena de la lengua de Giovani moviéndose de un lado a otro, y sus senos cubiertos no solo por el ajustador de encaje, sino también por las manos del hombre.Ella gimió contra la boca de él. La lengua masculina se enredaba en la suya de una forma que no creía que fuera posible, la sacaba de su boca y la chupaba en la de él. La saliva apenas la podía contener y se derramaba como un hilo por su barbilla. Aun así Giovani no se detuvo, más bien, hacía el beso más profundo, más húmedo, símbolo de su excitación, sobre todo porque la sensación de los senos de la mujer en sus manos era increíble.Isabela no tenía dos grandes pechos quizás como Samatha o alguna de las mujeres con las que se relacionaba antes, por el contrario, estos eran más pequeño, más suaves dado que n había ni una onza de silicona dentro de ellos, pero lo que más le gustaba er
Terminar en el regazo de Giovani, con sus piernas a cada lado de su cuerpo y el miembro de él entre sus labios de su sexo, solo separados por la fina tela del encaje de su braga, no era precisamente lo que Isabela había tenido en mente para no noche de bodas. Más bien, ella había imaginado que terminaría durmiendo en el cuarto junto con Allen y al otro día despertar como si solo se hubiera casado por contrato, por lo que era. Sin embargo… era Giovani del que estaba hablando, un hombre que sabía tentarla al punto de tenerla en ese estado de excitación donde su mente ni siquiera ponía trabas a lo que le estaba haciendo.Un dolor excitante la recorrió y miró hacia abajo con las mejillas completamente rojas.-Concéntrate- Giovani le dijo con el pezón de ella entre sus dientes.El sujetador en algún momento se lo había quitado en cuanto se había sentado y la había acomodado sobre él y su boca no había perdido tiempo en atacarlos. Eso la había avergonzado a morir, pero cuando la lengua de é
La luz entraba por la rendija de la ventaba iluminando levemente la habitación, mas no fue eso lo que hizo que Giovani abriera los ojos.-Mierda- fue su primera palabra alzando la cabeza de la almohada y mirando hacia la puerta con los ojos pequeño de haberse acabado de despertar.La mujer que estaba entre sus brazos acostada de lado se removió e hizo un sonido con la garganta de incomodidad.Giovani no quería levantarse. El reloj de su mesa de noche marcaba las 7 de la mañana. Él aún estaba cansado del día anterior, tanto de la ceremonia, como lo que había hecho con Isabela y teniendo que encargarse de limpiarlo a los dos, que ahora estaban desnudos en la cama. La ropa socia se había encargado de ella y el vestido de noche descansaba encima del sofá del juego que estaba en un costado del cuarto.Esperó que la puerta dejara de ser tocada, pero no, no fue así y gruñó. Todos sabían en su mansión que él tenía un horario estricto que se entregaba el día anterior y entre los puntos estaba