Capítulo 39

Los minutos manejando hasta Kiseemmee fueron bastante tranquilos, de hecho ninguno de los dos levantó la vista de la carretera, no intercambiamos palabra alguna y cuando intenté encender la radio no funcionaba.

Vaya suerte de mierda.

El silencio tan abrumador y la incertidumbre estaban haciendo que mis hormonas lucharan entre ellas y me provocaran mal humor aunque nadie había hecho nada, y quizás ese era el motivo.

O simplemente era incómodo que él decidiera acompañarme o protegerme sin quejas y no el padre de la criatura que llevo dentro, el cuál me abandonó y ahora está casado con alguien más, alguien que no ama y ni siquiera sabe todo el peligro que estamos viviendo su hijo, su hermana y yo.

Mi guerra interna cesó cuando entramos en un callejón sin salida.

Al final de un camino hecho de lodo a mano izquierda, se ubicaba una enorme granja y a sus alrededores, alguno de sus animales caminaban libres picando lo que sea que se encontraran en el suelo, sin preocuparse siquiera por lo
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