Una vez frente a mi casa, bajó conmigo, escaneó la zona buscando a los miles de asesinos que me esperan fuera de casa y me quitó la llave. Las vecinas, metiches miraban el auto de mí… ¿novio…? ¿Amante?, y salían como quien no quiere la cosa a regar matas que no tenían, algunas, llegaron más allá y empezaron a hacer flexiones y les juro, esas mujeres las únicas flexiones que hacían era para inclinarse sobre un plato de galletas.
—Buen día, señoras. —les dijo con su voz lobuna.
—Buenos días, ¿es de casualidad el jefe de Oli?
—No, soy un hombre enamorado que trata de convencerla de que lo acepte.
Los suspiros colectivos no se hicieron esperar. Condenado Bruno. Abrió mi puerta, digitó mi código—¿A qué hora se lo di? — y después de asegurarse que todo estaba en orden me besó, y vaya beso.
—Hadita, gracias por darnos esta oportunidad. No te defraudaré.
—Lo sé, confío en ti.
—Hoy en la noche te quiero en el club conmigo.
El día de los enamorados empieza a pasar rápido, llegué a la oficina a medio día alegando un dolor de garganta y no me han puesto trabas, pero es que necesitaba dormir algo.Veo en la oficina que todas reciben arreglos y sonrío, festejo con ellas y me duele. No es como si asumiera que Bruno iba a salir corriendo a comprarme algo, pero quizás esperé algo.
Doy gracias al cielo de que el día está por acabar y que, tras horas de ver amor por todas partes, se han ido a casa y solo quedamos dos. La secretaria del jefe y yo. Y ella, la dulce Janice, me mira con picardía. La miro, viene jadeante y no entiendo.
—Te lo tenías bien guardado.
—Yo... espera… ¿qué?
—Vengo de recepción, cariño y hay un muñeco que pregunta por ti.
—Janice, ya te he dicho que no bebas en el trabajo.
—Déjate de pendejadas, ya le han dado el visto bueno y viene subiendo, ha de pensar que estoy mal porque pasé corriendo a su lado por las escaleras, en estos putos tacones de 15 centímetros. Pero tenía que ver tu cara al verlo.
Janice acababa de decir eso cuando lo vi. Wolf. Vestido con vaqueros, zapatillas y una camisa deportiva de algún equipo de soccer. Me mira con intensidad. Trae un ramo de flores, chocolates y se acerca a toda velocidad.
Pero no trae cualquier rosa, no y me quedó helada, este hombre romántico no conoce límites para probarme que me ama. El ramo de rosas es un tono rojo oscuro con ligeros matices negros unidos al rojo. Es rarísima, un hibrido que crece solo en Turquía.
Mientras miro maravillada semejante arreglo de rosas, Wolf mira a Janice con una risa plasmada en su rostro.
—¡Vaya forma de correr!
—Valía la pena, tenía que ser testigo de esto. Nuestra niña tiene un pretendiente de nombre…
—Wolf, Bruno Wolf.
La mirada de Janice se llena de asombro y emoción.
—No serás el mismo Bruno Wolf dueño del club Cuervos Negros.
—El mismo.
—Tu club es famoso, entrar es difícil.
—¿Has tratado de afiliarte?
—Pensé que era solo por invitación.
—La asistencia a eventos lo es, para nuevos ingresos solo debes presentarte, te daré mi tarjeta, sabrán que me conoces y te facilitarán las cosas.
—Demonios… Gracias de verdad. Y, por cierto, a esta hora estamos solo nosotras, Jeff, nuestro jefe—añade mirando a Wolf—no se encuentra. De casualidad desviaré las llamadas a mi celular y me iré a casa.
Wolf le sonríe con aire lobuno, y nos aísla, cerrando las puertas. Me arrincona contra la pared y me besa, lo dejo, gimo porque me gusta y sus manos esas van a mi entrepierna.
—¿Húmeda?
—¿Wolf?
—¿Piensas que lo de hace unas horas fue un asunto momentáneo para meterme entre tus piernas?
—Te deseo de nuevo.
—Pronto, esta noche cuando acabemos en el club vendrás a casa conmigo.
—No me dejes así.
—No señorita, sobre la mesa, piernas abiertas.
Aquello era de locos, ¿no estaría soñando?
Me quito los pantalones luchando con el temblor en mis manos, le sigue la ropa interior, lo miro, sabe que estoy mojada y lame sus labios. Parece un hombre lobo, el condenado. Se coloca frente a mis piernas y chupa con ganas, mi cabeza se va hacia atrás y gimo, como animal herido. No es muy elegante, pero la necesidad por tener de nuevo a ese hombre es mucha. Sujeto su cabeza, necesito decirle que no se mueva, presionarlo contra mi piel con fuerza.
Y entonces exploto, mis jugos salen a toda velocidad y lo llenan.
—Eres mía, hadita.
Miro el traje y pongo los ojos en blanco.
—Caperucita… ¿de verdad?
—Soy el lobo feroz, cariño. No faltes porque soy capaz de ir a buscarte.
—No lo haré. ¿De verdad seguiremos juntos?
Mi voz suena insegura, es que cómo no estarlo cuando semejante hombre me dice esas cosas.
—Sí, acabarás hasta con un anillo en ese dedo, te quiero para siempre, he esperado un año y no más.
—Las rosas…
—¿Cómo supe que morías por tener un ramo de rosas de Halfeti? Llevo un año viéndote, aprendiendo sobre lo que te gusta.
—Las tienen solo en Turquía.
—Y mi jet privado aterrizó en suelo norteamericano hace media hora. Sé que pasaste viendo a otras recibir arreglos de flores y esperaba que las tuyas llegaran muy temprano esta mañana y no fue así. Lo lamento.
—Te quiero.
—Te quiero, hermosa hadita y sé que anhelas tener a Nicholas.
—Ustedes son pareja.
—Tengo dos compañeros—me dijo y supe que el silencio que siguió a esa declaración era un silencio lleno de temores, de pensar en lo que haría si lo rechazaba.—y los amo.
—¿Y no te importaría verme con él?
—Amaría verte con ambos incluso.
—Wow, eso es…
—Fuerte, lo sé.
◦•●◉✿♥ 𝑀𝑒 𝑒𝓃𝒸𝒶𝓃𝓉𝒶𝓇í𝒶 𝒸𝑜𝓃𝑜𝒸𝑒𝓇𝓁𝑜𝓈, ¿𝒹𝑒 𝒹ó𝓃𝒹𝑒 𝓂𝑒 𝓁𝑒𝑒𝓃? ♥ ✿◉●•◦
꧁☬Nos vemos en el capítulo que sigue.☬꧂
🅷🅾🆁🅰🆂 🅳🅴🆂🅿🆄🅴🆂…Miro con atención el traje que me ha dado Bruno para esta noche y no sé cómo demonios me lo voy a poner. Una llamada de mi jefe me distrae lo suficiente aunque me llena de preocupación.—Hola, Oli.—Jeff, un gusto.—Te necesito en la oficina ya mismo.—¿Ya?—Lo siento, una broma de mal gusto idea de Janice. Sé que vas de salida con Bruce Wolf. Te llamo por otra cosa y te pido que seas honesta, hemos adelantado la fecha del viaje y es la próxima semana. Toma libre desde hoy y hasta el martes.—
El chofer no me dice nada, su mirada esta hacia el frente, pero es joven, muy joven y demasiado raro. Es decir, podría pasar por empresario y no por chofer.—No eres un chofer—me atrevo a decirle.—Bruno no puede imaginar cuanta gracia me hace ver lo lista que eres. Accedí a ir por ti porque mi amante tenía miedo de que cualquier persona fuese a recogerte y pedí tener el honor de conocer de primera mano a la criatura capaz de poner el mundo de mi amigo, totalmente de cabeza.—Eres su otra pareja.—Lo soy, sí.—¿Cuál es tu nombre?—Christian…—Mientras no me digas Grey, todo bien.—No eres la primera mujer en reaccionar así, ese personaje de novela ha arruinado la vida de todos los Christian multimillonarios.Me le quedé mirando fijamente, era realmente simpático y bromeaba conmigo.
ıllıllı Bienvenidos al Club Cuervos Negros ıllıllı ♜ EVENTO PRIVADO, SOLO POR INVITACIÓN ♜Nicholas miraba el rótulo negro y dorado. Ese club era su lugar de escape cuando las cosas en casa se ponían difíciles. Y no debido a sus compañeros, hombres calientes como el infierno. No. Sino que su hambre por más…muchas veces era abrumadora.En general, Nicholas siempre sentía que algo le hacía falta. Sexualmente a
Olivia se subió sobre Nick, se agarró del cuello y empezó un baile de caderas, ardía por el hombre así que no le costó mucho. Depositó pequeños besos en la base del cuello y supo que lo hacía bien, cuando él puso las manos sobre sus caderas y guio sus movimientos. Empezó a emitir pequeños quejidos y sintió como él se tensaba. Oli le pasó la punta de la lengua por el cuello, la mandíbula y la barbilla.Siendo osada, se trasladó a su boca, la cual estaba cerrada y empezó a lamerlo de forma juguetona, buscando que la dejara entrar. Sintió a Ryder cerca, ya desnudo y tocándose mientras veía su exhibición y ella, inmersa en una nube de placer se volteó hacia su amigo, sujetó la polla que le ofrecía y la metió dentro de su boca. Ry le sujetaba el pelo y mientras gemía con la cabeza hacia at
Ese debió ser uno de los momentos más embarazosos de mi vida. No es tanto lo que él me dijo, es que ha sido como un gatillo, algo en lo que me dijo me hizo sentir como acorralada.No sé qué hay en sus palabras porque de verdad, no recuerdo que Timothy me haya dicho nada, así que no entiendo. Pero lo que me mata es la pena, estábamos teniendo algo increíble y ahora debe estarse riendo, burlándose de mí y puedo morir.Mi instinto fue arrodillarme y pedirle perdón y antes de avergonzarme más a mi misma. Quería disculparme por arruinar su momento.¿De dónde venía aquello?Vestirme a la carrera fue difícil, mis manos temblaban y se sacudían sin que pudiese controlarlas. Gracias al cielo Ryder me escudaba.Ryder… demonios, él querría que hablásemos y no podía, de verdad que no.Me he puest
Bruno me mira con intensidad, sé que quiere que hablemos, pero no necesito hablar, necesito coger para olvidar.—Me dijiste que puedo tener a quien quiera.—Lo dije, si—me dice mirándome con intriga.—Quiero a Christian.—Christian es como yo, cariño. Es decir, no querrá solo un trozo te quiere entera y me lo hizo saber. Quiere una relación seria contigo.—Me vio una sola vez.—No, después de que te conocí hace un año es quien te ha vigilado cuando no puedo y cuando está en el hospital y no puedo, estaba Ryder contigo.—Me han cuidado.—Pensé que te sentirías molesta porque estabas bajo vigilancia.—Te preocupabas, él también. ¿se iba a quedar en silencio sin decirme nada?—Sí. Nosotros somos más que amigos, lo mismo con Nick.
Cuando estaban llegando a casa de Olivia, Amelia Sloan estaba fuera.—No puedo…—No te preocupes. Llámala y dile que querías ir a verla, pero te salió trabajo fuera de la ciudad. Esperaremos a que se vaya.—Gracias, debe parecerte infantil mi actitud.—La agradezco, Oli. Porque en este momento eres tan mía como de Nick y Bruno y si te dice algo no podré contenerme.Amelia por supuesto no se tomó bien el que Olivia no la recibiera.—No entiendo quien llevaría de gira de trabajo a una tullida.Sí, Amelia gritaba lo suficiente como para que Christian escuchara.—Madre…—De verdad me avergüenzas.—No ando trabajando sino con mis novios. Salgo con tres a la vez.—Por Dios, Olivia, deja de soñar.Y entonces Christian, que miraba la palidez en su mujer, la derrota, el dolor
Olivia despertó extasiada, desnuda en medio de aquellos hombres. Se movió, se bañó y los tres seguían dormidos. Bajó a la cocina y vio a Owen preparando la comida.—Buen día, Owen.—¡Señorita Olivia! Casi está listo el desayuno.—Aquellos siguen durmiendo.—¿Quiere empezar a desayunar?—No, los esperaré, pero si me tomaría una taza de café.—Puede ir allá a la arena. Hay unas cuantas sombrillas.—Suena perfecto.Un rato después no fue Owen sino Nicholas quien le llevaba el café.—Hola, pequeña.—Dormilones, de veras que parecen muertos cuando duermen.