Si hubo algo que realmente me agradó en esa mujer; y hablando de lo unico, fue su capacidad de comprender cada palabra que decía, porque no le escuché pedir que le repitiera algo de la larga explicación que di. Fuera de eso, su trato fue bastante desagradable.
―¿Eres capaz de terminar todo lo estipulado en el contrato en tiempo y forma, niña? ―preguntó andando hacía su auto en cuanto salimos de la residencia, sin mirarme y sin detenerse.
―Puedo comprometerme a terminar cada una de sus exigencias si decide extender al menos un mes el contrato, y le aseguro que tendrá lo que pide excediendo las políticas de calidad de O’Conner Bienes Raíces.
―¿Porqué no antes? ―inquirió volviéndose a mí―. Firmamos un contrato. Si el incompetente de tu compañero no cumplió con las clausulas no es mi problema.
―Comprendo a la perfección su punto señora Costello, y le agradecería que entendiera el mío, recibí este proyecto justo ayer…
―Y lograste en un día lo que e
Entrar a la oficina me dio un golpe de nostalgia, y tal vez pareciera una exageración pues solo habían sido dos días que dejé de venir. Encontré a mi sustituta muy cómoda pero algo nerviosa, quise suponer que Leonora ya le estaba haciendo la vida imposible pero ya no era de momento mi problema, y debo admitir que si era ineficiente y Leonora decidía devolverme a mi puesto con gusto tal vez lo aceptaría, pero por otra parte no quería que esa gente ganara. Quería demostrarme que podía con esto e incluso con más. En cuanto la junta terminó, le pedí unos minutos a Leonora, lo cual en realidad me sorprendió por lo fácil que fue el que aceptara escucharme. ―Señorita O’Conner, respecto a los tiempos para finalizar el proyecto… ―No puedes pedir extensión, creí que te había quedado claro, Evelyn. ―Y me quedó bastante claro. Estuve buscando alternativas para poder cumplir con las expectativas ―expliqué―, y por cualquier lado que le vea, no se podrá hace
Un rato más tarde, observaba los planos de la propiedad. Charles me había estado dando opciones para repartir el trabajo y roles con el otro contratista, así que él se regresó a apresurar la instalación del jacuzzi, y yo me quedé analizando las varias opciones que me dio. ―¿Es tu costumbre siempre llegar tarde? ―Escuché decir, y me estremecí apretando mis puños con disimulo. Aun no cruzaba una palabra con él y ya me había exasperado. Traté de ignorar, pero el muy imbécil no captaba indirectas. ―Llegué muy temprano y pude ver que esos tipos llegaron antes que tu… ―Tuve una junta con mi jefa ―interrumpí su estúpido reclamo separándome de la mesa quedando frente a él cruzándome de brazos. ¿Quién se creía que era? ―Oh, ¿y qué tal ha ido? ―preguntó con cinismo. ―No es de tu incumbencia. ―Eso no suena bien ―Y pareciera que no necesitaba decir nada porque el imbécil lo sabía todo. ―¿Necesitas algo? Porque de lo contra
―¿Qué vemos? ―pregunté a Babs recostándome a un lado de ella en su cama. ―Good Girls. ¿Cómo te fue en la junta? ―Mal. Muy mal, Babs. ―¿Por qué? Cuéntame ―pidió reacomodándose al tiempo que pausaba la serie que estaba viendo. ―Pasaron tantas cosas feas, que realmente no sé si seguir con este proyecto. ―¿Tan pésimo es? ―Tuve que restarle una semana de trabajo para poder obtener manos extra, ya que el imbécil de Esteban ha estado robándole a la jefa. ―¡¿Qué?! ―Sí, Babs. El idiota ese tenía en nómina sueldos fantasmas, por suerte Leonora me permitió sugerirle congelar el sueldo de Esteban para así pagar manos extra, y bueno… Charles se lo tomó bien, pero siento que hice mal al no consultarlo con él. ―Ok. Primero, ¿quién es Charles? ¿trabaja contigo? ―Oh, sí es el contratista. Es la persona mas amable que jamás haya conocido, Babs. Me ha apoyado bastante con esto y me ha dado demasiados ánimos.
Por la mañana me despedí de las chicas y me fui camino a la propiedad. Llegué mucho antes por suerte, pude saludar al señor Rick que, como todos los días se retiró a dormir. El encargo de Inglaterra llegó y por suerte quedó el pianoforte justo donde la señora Costello lo quería, pero me abstuve de colocar aun la alfombra, pues aún había material que estarían metiendo y sacando. Cubrí el pianoforte con un plástico especial, y recibí al nuevo contratista que llegó con seis hombres, lo cual agradecí con el corazón. Tras haber cruzado unas palabras con él llegó Charles y los presenté, después nos reunimos donde teníamos los planos para ponernos de acuerdo. Le explicamos a detalle lo que había de hacerse, y Charles muy amable le mostró el trabajo que ellos ya habían realizado. Ambos pusieron manos a la obra y me encantó la mancuerna que hicieron. ―¿Ya lo pensaste? ―preguntó el idiota haciéndome saltar del susto cuando llegué a su habitación para verificar la insta
Salí de la habitación a toda prisa pues sería largo el camino. No alcancé a ver a Babs o a Jessi, debían estar dormidas aún. No tenía idea de lo intenso que podía ser ese malcriado, hasta que puse un pie fuera del edificio. Ahí estaba muy tranquilo como si no sucediera nada. Recargado en su auto caro, con su ropa cara y su sonrisa llena de soberbia. Resoplé con fastidio y caminé doblando a mi derecha, pero él no captó la indirecta. ―Oye, Rainbow. ¿Porqué me evitas? ―preguntó con descaro. ―¿Enserio lo preguntas? ―resoplé sin detenerme. ―¿Tiene algo de raro preguntar? ―Trato de llegar temprano a mi trabajo, porque de alguna manera misteriosa los neumáticos del auto de la compañía donde trabajo, están sin aire por lo que volver a casa fue una aventura ―expliqué casi sin respirar. Estaba molesta. ―Pudiste llamarme y con gusto te traía. ―Prefiero que mis pies sangren haciendo camino hasta acá, antes de pedirte que me
En cuanto llegamos a la propiedad me apresuré sin titubeos a salir del auto, sentía que me asfixiaba ahí dentro. Pero oh sorpresa, la puerta no abría, y no era que estuviera averiada o algo así; eso era imposible tratándose de un auto de lujo, simplemente que el joven no soltó los seguros automáticos, hasta que bajó, rodeó el auto, y me abrió personalmente la puerta. No tenía ánimos de seguir peleando, así que solo le seguí el juego y tomé su mano para que me ayudara a salir. Un gesto caballeroso y educado que de algún modo él disfrutaba, pude notarlo. ―Gracias ―dije tomando mis cosas esperando que no se ofreciera a llevarlas, por que si lo hacía iba a gritarle. ―Ha sido un placer. Me di la vuelta para entrar a la residencia, pero mi sorpresa fue mayor al ver el auto de la compañía estable. Los neumáticos tenían otra vez su aire como debía ser. ―Dime algo, Neal ―pedí de la manera más civilizada parándome justo frente a él―. ¿Por qué le hiciste
―Evelyn, ya estamos listos. Nos veremos el lunes por aquí ―dijo Charles tras haber cargado la camioneta con la herramienta. ―No, espera ―pedí apresuradamente, aunque no se había movido de su lugar. ―¿Necesitas algo más? ―Sí. Lo que pasa es que, bueno… Babs y yo hemos organizado un picnic para el domingo, y quería saber si te gustaría acompañarnos. ―¿Es enserio? ―preguntó entusiasmado. Definitivamente ese chico estaba colgado de mi prima. ―Sí. Tenemos pensado llevar después a Jessi a la feria, y si quieres seguir la fiesta con nosotras, sería algo realmente genial. ―Por mi está bien. Con gusto estaré ahí. ―Genial. Te vemos entonces el domingo, ¿te parece a las diez de la mañana? ―Claro que sí, ahí estaré. Gracias, Evelyn. ―De acuerdo. Era todo. Han hecho un excelente trabajo esta semana. Descansa. ―Tu igual. Terminé de reunir mis cosas y las llevé al auto, para después regresar a cerrar la residen
Juro que quería golpearlo en la cara, no soportaba siquiera que me abriera la puerta muy caballerosamente, porque en serio no le quedaba. Me coloqué el cinturón de seguridad, y él tras hacer lo mismo, echó a andar el auto. —Entonces, ¿qué te apetece hacer? —Dormir —respondí sin ánimos de nada. —Vamos Tutti, debe haber algo que quieras hacer. —Deja de llamarme así, solo Babs y Jessi pueden, tú no. —¿Porqué no? Me gusta. —¿Por qué vienes con intención de una cita si ni siquiera tienes un plan? —pregunté desviando la discusión que se avecinaba. —Te estoy considerando. Puede que no te guste lo que a mi me divierte. —Creo que en eso estamos de acuerdo. Tu concepto de diversión es un tanto retorcido. —Vale —dijo decidido—, no quiero quejas después. —Haz lo que quieras —mencioné y me recargué en el respaldo mirando hacia la ventana. *** …I can't breathe, I can't be