En cuanto llegamos a la propiedad me apresuré sin titubeos a salir del auto, sentía que me asfixiaba ahí dentro. Pero oh sorpresa, la puerta no abría, y no era que estuviera averiada o algo así; eso era imposible tratándose de un auto de lujo, simplemente que el joven no soltó los seguros automáticos, hasta que bajó, rodeó el auto, y me abrió personalmente la puerta.
No tenía ánimos de seguir peleando, así que solo le seguí el juego y tomé su mano para que me ayudara a salir. Un gesto caballeroso y educado que de algún modo él disfrutaba, pude notarlo.
―Gracias ―dije tomando mis cosas esperando que no se ofreciera a llevarlas, por que si lo hacía iba a gritarle.
―Ha sido un placer.
Me di la vuelta para entrar a la residencia, pero mi sorpresa fue mayor al ver el auto de la compañía estable. Los neumáticos tenían otra vez su aire como debía ser.
―Dime algo, Neal ―pedí de la manera más civilizada parándome justo frente a él―. ¿Por qué le hiciste
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―Evelyn, ya estamos listos. Nos veremos el lunes por aquí ―dijo Charles tras haber cargado la camioneta con la herramienta. ―No, espera ―pedí apresuradamente, aunque no se había movido de su lugar. ―¿Necesitas algo más? ―Sí. Lo que pasa es que, bueno… Babs y yo hemos organizado un picnic para el domingo, y quería saber si te gustaría acompañarnos. ―¿Es enserio? ―preguntó entusiasmado. Definitivamente ese chico estaba colgado de mi prima. ―Sí. Tenemos pensado llevar después a Jessi a la feria, y si quieres seguir la fiesta con nosotras, sería algo realmente genial. ―Por mi está bien. Con gusto estaré ahí. ―Genial. Te vemos entonces el domingo, ¿te parece a las diez de la mañana? ―Claro que sí, ahí estaré. Gracias, Evelyn. ―De acuerdo. Era todo. Han hecho un excelente trabajo esta semana. Descansa. ―Tu igual. Terminé de reunir mis cosas y las llevé al auto, para después regresar a cerrar la residen
Juro que quería golpearlo en la cara, no soportaba siquiera que me abriera la puerta muy caballerosamente, porque en serio no le quedaba. Me coloqué el cinturón de seguridad, y él tras hacer lo mismo, echó a andar el auto. —Entonces, ¿qué te apetece hacer? —Dormir —respondí sin ánimos de nada. —Vamos Tutti, debe haber algo que quieras hacer. —Deja de llamarme así, solo Babs y Jessi pueden, tú no. —¿Porqué no? Me gusta. —¿Por qué vienes con intención de una cita si ni siquiera tienes un plan? —pregunté desviando la discusión que se avecinaba. —Te estoy considerando. Puede que no te guste lo que a mi me divierte. —Creo que en eso estamos de acuerdo. Tu concepto de diversión es un tanto retorcido. —Vale —dijo decidido—, no quiero quejas después. —Haz lo que quieras —mencioné y me recargué en el respaldo mirando hacia la ventana. *** …I can't breathe, I can't be
―Ahora sí pareces un trébol ―dije colocándome el cinturón de seguridad. ―Cierto. Ahora que lo mencionas, no me respondiste el mensaje ―dijo echando a andar el auto. ―¿Qué mensaje? ―«Déjame dormir, Clover» ―citó y recordé. ―En tu foto de perfil tienes un trébol entre tus dedos. ―Qué observadora. Así que, después de todo entraste a mi perfil. ―No te emociones, no fui yo. Fue Babs. ―Ya le habías hablado de mí. ―¿Cómo esconder que eres realmente fastidioso? Me envías mensajes a lo tonto… no tengo secretos con Babs, ella se iba a dar cuenta de cualquier manera. ―Entonces acepta mi solicitud. ―Mira, terminemos con esta tortura. Dígame joven amo ―mencioné con sarcasmo cargado y sobreactuación incluida―. ¿Cómo me va a torturar el resto de la noche? ―¿Qué tal una cajita alegre de McDaisy? —¿Estás hablando en serio? —cuestioné aun sabiendo que a esas alturas ese chico salía con cada locura
―¡Tía Tutti! ¡Tía Tutti! ―gritó dando saltos sobre mi cama la pequeña Jessi hasta despertarme. ―¿Qué ocurre? ―pregunté un poco adormilada. ―¡Vamos, levántate! Ya son las nueve. ―Oh, que bien ―balbucee. ―Tienes que estar lista ya. ¡En una hora nos iremos de picnic! ―Vaaaaale. Ya voy ―aseguré y salió corriendo de mi habitación. No supe por qué exactamente, pero lo primero que hice fue revisar el celular con un ojo abierto. No tenía mensajes de Neal, suspiré con fastidio y apagué el aparato. Me levanté y busqué ropa cómoda para el picnic. El agua fría resbalaba por mi cuerpo obligándome a despertar. La noche anterior llegué con una mezcla de furia y decepción. No sé que me estaba haciendo ese chico, pero definitivamente estaba surgiendo algo y tenía mucho miedo. Cuando terminé de alistarme tomé mi celular y suspiré. Abrí mi faceworld y busqué la solicitud de Neal, parecía un robot deslizando la pantalla hasta dar c
Nos habíamos separado de Babs cuando a Neal se le ocurrió ganarse un gran unicornio de felpa. Nos acercamos al stand de tiro al blanco, donde Neal no desistió comprando tiros hasta que por fin ganó el dichoso muñeco. Lo supe cuando se paró frente a mi mientras degustaba un delicioso hot dog. ―Es tuyo, Rainbow. ―¿Es enserio? ―Sí. ―Ese muñeco ocupará más de la mitad de mi cama ―anuncié dando la última mordida. ―Mejor. Así lo abrazas pensando que soy yo ―Clover, ese muñeco va a tirarme de la cama. ―Será divertido ver eso, es una lastima que no lo pueda disfrutar. Ya nos hemos subido a la mayoría de los juegos. ¿Qué otra cosa podemos hacer aquí? ―¿La casa de los espantos? ―sugerí pero el me miró con susto así que, ¡bingo! Había encontrado una debilidad. ―¿No hay algo más interesante? ―No. Quiero que entremos en la casa de los espantos. ―¿Estás segura? ―Sí. Vamos ―pedí tomando su mano
Tres días y realmente me sorprendía el gran avance. Definitivamente el trabajo estaría listo, solo quedaban algunos detalles por hacer que tomarían algunos días para que los acabados secaran, pero ya no eran un problema. El tiempo se dignó a estar de nuestro lado. Me fui directo a la que sería la habitación de Neal y detallé el jacuzzi que tanto peleaba el muy tonto. Ya era noche y los chicos ya se habían ido a descansar. Neal tenía una vista excelente en ese lugar, pues en ese balcón podía detallarse el cielo tal como en el mirador. ―Escogí esta habitación justo por todo eso ―dijo ese tonto a mis espaldas. Me giré contenta pero irritada a la vez porque no me había dado señales de él por tres días―. El cielo puede verse con claridad, y me gusta el paisaje que hay más adelante. Refirió por los arboles que daban paso al bosque y que obviamente se veían desde ese punto. ―Espero que esté satisfecho con el trabajo, joven Neal ―dije cortante ocultan
Neal y yo empezábamos a convivir más, pues había empezado a simpatizar con los chicos e incluso comenzó a ayudarles a mover muebles. Pero fue el fin de semana que organizamos una salida en grupo con los chicos a un bar, teníamos mucho que festejar. ―¡Por que la venta sea todo un éxito! ―brindó Charles levantando su botella y todos golpeamos nuestras bebidas sin importar que se derramara un poco de ellas. ―¡Por la mejor jefa que hemos tenido en mucho tiempo! ―dijo Héctor y volvimos a chocar las botellas. ―No, no, chicos escuchen: ese trabajo no ha podido ser posible sin ustedes ―mencioné orgullosa de ellos―. Cuando termine, voy a extrañarlos mucho, pero les aseguro que en la primera oportunidad que tenga, ustedes serán mi primera opción. ―¡Brindo por eso! ―exclamó Neal y chocamos botellas. ―¿Quién iba a decir que este chico nos causaría tantos problemas al principio? ―señaló uno de los chicos colocando su mano en el hombro de Neal y ést
La relación entre Neal y yo era más estrecha después de un mes y medio de conocernos, aunque no sabía aun, qué etiqueta debía ponerle a lo que teníamos. No me importaba en realidad, lo estaba disfrutando. ―Sólo palomitas, Clover ―insistí riendo al ver que pedía dulce tras dulce en la fuente de sodas del cine. ―No, Rainbow, no quiero levantarme a mitad de película para venir por dulces. ―Ah, Clover. No tienes remedio ―Solamente volteó y me sonrió haciéndome ver que una vez más se estaba saliendo con la suya. Estaba claro que Neal se estaba tomando las cosas en serio, se mostraba un poco territorial cada vez que un chico volteaba a verme, e inclusive cuando estábamos pidiendo los boletos y eligiendo los asientos, se aseguró de abrazarme por la espalda y diciendo: «elige el lugar donde tu quieras, amor» haciendo énfasis con lo último y dejando un beso en mi mejilla, solo atiné a sonreír dejándolo pasar; aunque debo admitir que me agradó el mote.