―¿Qué vemos? ―pregunté a Babs recostándome a un lado de ella en su cama.
―Good Girls. ¿Cómo te fue en la junta?
―Mal. Muy mal, Babs.
―¿Por qué? Cuéntame ―pidió reacomodándose al tiempo que pausaba la serie que estaba viendo.
―Pasaron tantas cosas feas, que realmente no sé si seguir con este proyecto.
―¿Tan pésimo es?
―Tuve que restarle una semana de trabajo para poder obtener manos extra, ya que el imbécil de Esteban ha estado robándole a la jefa.
―¡¿Qué?!
―Sí, Babs. El idiota ese tenía en nómina sueldos fantasmas, por suerte Leonora me permitió sugerirle congelar el sueldo de Esteban para así pagar manos extra, y bueno… Charles se lo tomó bien, pero siento que hice mal al no consultarlo con él.
―Ok. Primero, ¿quién es Charles? ¿trabaja contigo?
―Oh, sí es el contratista. Es la persona mas amable que jamás haya conocido, Babs. Me ha apoyado bastante con esto y me ha dado demasiados ánimos.
Por la mañana me despedí de las chicas y me fui camino a la propiedad. Llegué mucho antes por suerte, pude saludar al señor Rick que, como todos los días se retiró a dormir. El encargo de Inglaterra llegó y por suerte quedó el pianoforte justo donde la señora Costello lo quería, pero me abstuve de colocar aun la alfombra, pues aún había material que estarían metiendo y sacando. Cubrí el pianoforte con un plástico especial, y recibí al nuevo contratista que llegó con seis hombres, lo cual agradecí con el corazón. Tras haber cruzado unas palabras con él llegó Charles y los presenté, después nos reunimos donde teníamos los planos para ponernos de acuerdo. Le explicamos a detalle lo que había de hacerse, y Charles muy amable le mostró el trabajo que ellos ya habían realizado. Ambos pusieron manos a la obra y me encantó la mancuerna que hicieron. ―¿Ya lo pensaste? ―preguntó el idiota haciéndome saltar del susto cuando llegué a su habitación para verificar la insta
Salí de la habitación a toda prisa pues sería largo el camino. No alcancé a ver a Babs o a Jessi, debían estar dormidas aún. No tenía idea de lo intenso que podía ser ese malcriado, hasta que puse un pie fuera del edificio. Ahí estaba muy tranquilo como si no sucediera nada. Recargado en su auto caro, con su ropa cara y su sonrisa llena de soberbia. Resoplé con fastidio y caminé doblando a mi derecha, pero él no captó la indirecta. ―Oye, Rainbow. ¿Porqué me evitas? ―preguntó con descaro. ―¿Enserio lo preguntas? ―resoplé sin detenerme. ―¿Tiene algo de raro preguntar? ―Trato de llegar temprano a mi trabajo, porque de alguna manera misteriosa los neumáticos del auto de la compañía donde trabajo, están sin aire por lo que volver a casa fue una aventura ―expliqué casi sin respirar. Estaba molesta. ―Pudiste llamarme y con gusto te traía. ―Prefiero que mis pies sangren haciendo camino hasta acá, antes de pedirte que me
En cuanto llegamos a la propiedad me apresuré sin titubeos a salir del auto, sentía que me asfixiaba ahí dentro. Pero oh sorpresa, la puerta no abría, y no era que estuviera averiada o algo así; eso era imposible tratándose de un auto de lujo, simplemente que el joven no soltó los seguros automáticos, hasta que bajó, rodeó el auto, y me abrió personalmente la puerta. No tenía ánimos de seguir peleando, así que solo le seguí el juego y tomé su mano para que me ayudara a salir. Un gesto caballeroso y educado que de algún modo él disfrutaba, pude notarlo. ―Gracias ―dije tomando mis cosas esperando que no se ofreciera a llevarlas, por que si lo hacía iba a gritarle. ―Ha sido un placer. Me di la vuelta para entrar a la residencia, pero mi sorpresa fue mayor al ver el auto de la compañía estable. Los neumáticos tenían otra vez su aire como debía ser. ―Dime algo, Neal ―pedí de la manera más civilizada parándome justo frente a él―. ¿Por qué le hiciste
―Evelyn, ya estamos listos. Nos veremos el lunes por aquí ―dijo Charles tras haber cargado la camioneta con la herramienta. ―No, espera ―pedí apresuradamente, aunque no se había movido de su lugar. ―¿Necesitas algo más? ―Sí. Lo que pasa es que, bueno… Babs y yo hemos organizado un picnic para el domingo, y quería saber si te gustaría acompañarnos. ―¿Es enserio? ―preguntó entusiasmado. Definitivamente ese chico estaba colgado de mi prima. ―Sí. Tenemos pensado llevar después a Jessi a la feria, y si quieres seguir la fiesta con nosotras, sería algo realmente genial. ―Por mi está bien. Con gusto estaré ahí. ―Genial. Te vemos entonces el domingo, ¿te parece a las diez de la mañana? ―Claro que sí, ahí estaré. Gracias, Evelyn. ―De acuerdo. Era todo. Han hecho un excelente trabajo esta semana. Descansa. ―Tu igual. Terminé de reunir mis cosas y las llevé al auto, para después regresar a cerrar la residen
Juro que quería golpearlo en la cara, no soportaba siquiera que me abriera la puerta muy caballerosamente, porque en serio no le quedaba. Me coloqué el cinturón de seguridad, y él tras hacer lo mismo, echó a andar el auto. —Entonces, ¿qué te apetece hacer? —Dormir —respondí sin ánimos de nada. —Vamos Tutti, debe haber algo que quieras hacer. —Deja de llamarme así, solo Babs y Jessi pueden, tú no. —¿Porqué no? Me gusta. —¿Por qué vienes con intención de una cita si ni siquiera tienes un plan? —pregunté desviando la discusión que se avecinaba. —Te estoy considerando. Puede que no te guste lo que a mi me divierte. —Creo que en eso estamos de acuerdo. Tu concepto de diversión es un tanto retorcido. —Vale —dijo decidido—, no quiero quejas después. —Haz lo que quieras —mencioné y me recargué en el respaldo mirando hacia la ventana. *** …I can't breathe, I can't be
―Ahora sí pareces un trébol ―dije colocándome el cinturón de seguridad. ―Cierto. Ahora que lo mencionas, no me respondiste el mensaje ―dijo echando a andar el auto. ―¿Qué mensaje? ―«Déjame dormir, Clover» ―citó y recordé. ―En tu foto de perfil tienes un trébol entre tus dedos. ―Qué observadora. Así que, después de todo entraste a mi perfil. ―No te emociones, no fui yo. Fue Babs. ―Ya le habías hablado de mí. ―¿Cómo esconder que eres realmente fastidioso? Me envías mensajes a lo tonto… no tengo secretos con Babs, ella se iba a dar cuenta de cualquier manera. ―Entonces acepta mi solicitud. ―Mira, terminemos con esta tortura. Dígame joven amo ―mencioné con sarcasmo cargado y sobreactuación incluida―. ¿Cómo me va a torturar el resto de la noche? ―¿Qué tal una cajita alegre de McDaisy? —¿Estás hablando en serio? —cuestioné aun sabiendo que a esas alturas ese chico salía con cada locura
―¡Tía Tutti! ¡Tía Tutti! ―gritó dando saltos sobre mi cama la pequeña Jessi hasta despertarme. ―¿Qué ocurre? ―pregunté un poco adormilada. ―¡Vamos, levántate! Ya son las nueve. ―Oh, que bien ―balbucee. ―Tienes que estar lista ya. ¡En una hora nos iremos de picnic! ―Vaaaaale. Ya voy ―aseguré y salió corriendo de mi habitación. No supe por qué exactamente, pero lo primero que hice fue revisar el celular con un ojo abierto. No tenía mensajes de Neal, suspiré con fastidio y apagué el aparato. Me levanté y busqué ropa cómoda para el picnic. El agua fría resbalaba por mi cuerpo obligándome a despertar. La noche anterior llegué con una mezcla de furia y decepción. No sé que me estaba haciendo ese chico, pero definitivamente estaba surgiendo algo y tenía mucho miedo. Cuando terminé de alistarme tomé mi celular y suspiré. Abrí mi faceworld y busqué la solicitud de Neal, parecía un robot deslizando la pantalla hasta dar c
Nos habíamos separado de Babs cuando a Neal se le ocurrió ganarse un gran unicornio de felpa. Nos acercamos al stand de tiro al blanco, donde Neal no desistió comprando tiros hasta que por fin ganó el dichoso muñeco. Lo supe cuando se paró frente a mi mientras degustaba un delicioso hot dog. ―Es tuyo, Rainbow. ―¿Es enserio? ―Sí. ―Ese muñeco ocupará más de la mitad de mi cama ―anuncié dando la última mordida. ―Mejor. Así lo abrazas pensando que soy yo ―Clover, ese muñeco va a tirarme de la cama. ―Será divertido ver eso, es una lastima que no lo pueda disfrutar. Ya nos hemos subido a la mayoría de los juegos. ¿Qué otra cosa podemos hacer aquí? ―¿La casa de los espantos? ―sugerí pero el me miró con susto así que, ¡bingo! Había encontrado una debilidad. ―¿No hay algo más interesante? ―No. Quiero que entremos en la casa de los espantos. ―¿Estás segura? ―Sí. Vamos ―pedí tomando su mano