Posesivo

Damián

No puedo creer que haya terminado aceptando ese estúpido viaje, donde muchos hombres verán con ojos de hambre el cuerpo de Antonella. Sé que debo confiar en ella, pero soy hombre y he actuado muchas veces de ese modo con mujeres, así que, por ende, temo que se le acerquen mucho. Le advertí a Daniela que cuidara muy bien de ella y que no permitiera a ningún imbécil acercarse, porque donde así sea voy y la traigo de regreso a casa.

Sé que soy muy posesivo con ella, y eso deja en claro mis inseguridades. También me dan celos.

«¿Celoso? ¿De verdad dije eso? ¡Ay, no!».

¿Para qué negarlo si me cabrea que otro observe a mi mujer? Mi afán de casarme con ella no era solo por diversión o capricho, es por algo más intenso, y quiero experimentarlo con ella a mi lado.

—¿Se puede saber con quién peleas?

Frunzo mi ceño al no comprender la pregunta que me ha realizado Trino.

—¿De qué hablas?

Termina de entrar a mi oficina para ir al minibar y servirse un trago.

—Llevo rato parado en la puerta
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