Alan Castelo —Eso estuvo… tan cerca. Daniela Lancaster conoce mi debilidad, estuvo a punto, cerca de hacerme caer en sus juegos, pero no. Tengo y debo ser fuerte. —Me digo a mí mismo mientras estoy metido en el baño.Me retuerzo de incomodidad por mi erección. Siento como mi miembro se mantiene tensado al punto de causarme dolor; no puedo creer que Daniela me obligue a masturbarme para bajar la emoción de mi cuerpo y regresar así a mi normalidad.Mi día iba tan bien, tan perfecto hasta que ella llegó a revolver mis emociones y deseos carnales. Y pensar que anoche soñé con ella morbosidades.No, no puedo seguir así, debo liberar presión, ese pito traidor no quiere dormirse. Tocará usar un medio rápido.¡Maldición, así como la amo la odio también!¡Carajo, que puta desesperación!—¡Oh, mierda! —Gimo mientras me masturbo. No hacerlo es pasar el día obstinado y con el pito despierto.Esa condenada gatita me está desafiando, pero no le voy a dar el gusto de verme caer otra vez a s
Daniela Lancaster Aliso con mis manos el vestido que llevo puesto y me miró frente al espejo para ver cómo he quedado. Hace una semana que pude contactar a mi antiguo novio y él ha venido de a mi país para hablar sobre nuestro divorcio. Los planes eran otros, yo ir a Francia y así movilizar el trámite del divorcio, pero él insistió en venir, quiso aprovechar su viaje de negocios para verme y así ponernos de acuerdo. Cojo mi bolso y salgo de la habitación emocionada porque cada vez estoy más cerca de romper con aquella atadura y ser de nuevo una mujer libre de manera legal. Así cuando recupere a mi gatito sexy podamos casarnos con total libertad. No puedo ocultar que me arrepiento mucho de no haber sido más abierta con él, ahora todo sería diferente y no estuviéramos sufriendo ninguno de los dos por mis errores e indecisiones estúpidas. Pero bueno, ahorita, lo importante no es pensar en lo que sucedió, sino en lo que va a suceder. Tengo mucha seguridad de que mi conejito fogos
Alan CasteloMe resulta curioso que Daniela, aún continúe de espalda a mí y esté temblorosa, como si mi aparición representará un problema. La he vuelto a llamar y ella no responde, está congelada mirando hacia el suelo mientras emite sonidos de sollozo.Es lógico que me preocupé por su comportamiento tan indiferente el día de hoy, ella no es así, es como si algo la mantuviera aterrada, y eso me da mucha más curiosidad.—Daniela, ¿qué sucede? —La obligo a voltearse. Ella me ve los ojos y niega mientras solo repite “lo siento”.—Sé que debí decirte esto desde hace mucho tiempo, pero era algo que quería dejar en mi pasado y...—Daniela. —Un hombre, detrás de ella, la llama por su nombre. Por su acento y su físico puedo asegurar que es Francés.—Alan…—¿Estás bien, Daniela? —Él sigue mostrando interés en mi Conejita rompe corazones, y lo que más intriga me genera, es como ella se encuentra desesperada por decirme algo.¿Qué está sucediendo?—¿Quién eres tú y por qué la buscas a ella? —In
Daniela LancasterRegreso a mi apartamento después de venir del de Alan, y aquí me encuentro con mi hermano y la princesa que al parecer estaban esperando por mí durante todo el día. Supongo que el espectáculo de hoy ya llegó a oídos de mi hermano.Quería llegar y estar sola, pero ahora que lo veo aquí, quien mejor que él para estar a mi lado en este momento que estoy por desplomarme.—Ya… ya no puedo más. —Vuelvo a sentir esa horrible fatigación de hace un rato cuando estaba donde Alan.Siento como mis piernas pierden fuerza y caído de rodillas al suelo mientras poso mi mano en mi pecho y respiró agitada ante la falta de aire. Damián se agacha y trata de ponerme de pies, pero solo me voy a un lado mientras mi corazón palpita demasiado rápido y mi pecho se tranca.No puedo respirar, todo comienza a nublarse y escucho a los lejos como Damián le dice a la princesa que estoy hiperventilando y que deben llevarme a un hospital urgente.Todo quedó arruinado, y saber que he perdido a Alan me
Antonella—¡No! —gritan mi padre y mis hermanos ante la propuesta de este hombre.Su nombre es Damián Lancaster, un ser engreído y prepotente. Él cree que por tener millones en su cuenta bancaria puede venir a mi casa a proponernos un contrato como ese. Podrá estar muy buenmozo, muy apetitoso y todo. Podrá ser el hombre más anhelado por las mujeres de la ciudad y el hombre con quien muchas fantasean, pero para mí es solo un idiota oportunista que se aprovecha de la situación que tiene mi familia. Para mí, es mi peor pesadilla.—Jamás dejaremos que eso pase. ¡Estás loco, Damián! ¡Te creí mi amigo! —brama mi hermano Renzo, enfadado, al borde de querer golpearlo.—¿Entonces prefieren dejar que la empresa se vaya a la quiebra?No aparta su vista de mí.Todos aquí estamos en shock, más que todo yo, que soy la más afectada, porque seré yo ese sacrificio humano. A pesar de que mis hermanos y padres se opongan, soy la presa que él quiere cazar.—Sí, preferimos eso. Preferiremos perder la casa
Antonella Hoy es mi tercer mes de casada, ¿y qué les puedo decir? Es… maravillosamente fatal. Ese hombre no es nada romántico, amoroso, detallista ni tierno. En pocas palabras, no tiene sentimientos. Es horrible vivir así con un sujeto que no se quiere ni así mismo. Él pretende que yo me enamore, pero ¿de verdad cree que lo haré con su forma tan bastarda de ser? ¡Eso es imposible! No podría enamorarme de alguien que ni siquiera intenta hacer algo para demostrar afecto. Lo peor de todo es que intenta llevarme a la cama. ¡Ni loca, ni borracha y ni que esté bajo los efectos de las drogadas o a punto de morir lo haré con él! ¿Por qué? Simple: ¡su pene es inmenso! Estoy traumada. Esa cosa es tan grande que podría acabar con mi vida. ¡Oh, por Dios! La primera vez que lo vi casi me infarté. Me dio hasta taquicardia. La tensión me bajaba y me subía de la impresión. Salí corriendo de la habitación y me encerré en otra, traumada, porque, para completar, compartimos la misma. Aunque le supliqué
AntonellaNo nos dirigimos más la palabra durante el camino. Llegamos a su gran imperio y bajamos del auto. Al entrar a la empresa, todos se me quedan observando con envidia, en especial las mujeres, que muestran su gran odio hacia mi persona por creer que he sido la suertuda que se casó con el millonario. Ja, si supieran la verdad de este matrimonio, aunque me divierte llegar aquí y sentirme empoderada y sobresaliente. Me gusta mirar las caras de envidias de esas pobres mujeres que sueñan con tener a Damián en su cama.«¡Zorras, es mío! Aunque no lo quiera ni me lo goce, es mío». Al llegar a su piso, entramos a su oficina, lugar donde me deja para ir a buscar unos documentos, no sé dónde y que tampoco me interesan. Al cabo de media hora y de tanta espera, y ya obstinada de que no aparezca, salgo en busca de él. Mientras estoy caminando por los pasillos, escucho ruidos provenientes de una oficina. Al entrar, me llevo una grata sorpresa, que me deja con la boca abierta. «¡Pero miren
AntonellaEs lunes por la tarde y me encuentro en casa de mis padres. Mi madre ha organizado una cena con toda la familia, como de costumbre. Nunca había sido tan silenciosa en nuestra casa como lo es ahora. Para mí no es fácil vivir este momento. Ojalá ellos entiendan mis razones. No podíamos perder la empresa, una que lleva formada en la familia ya cincuenta y cinco años. Mi abuelo la fundó y mi padre la hizo crecer. Sería injusto que se fuera a la quiebra por culpa de personas malagradecidas que le robaron durante años.—¿Cómo te va en tu vida de esposa? —pregunta mi hermano, rompiendo el silencio.Renzo Castelo es el mayor de todos. Tiene 31 años y estará a cargo de las empresas Castelo en el futuro. Él es mi adoración, mi mundo y mi todo. Es un hermoso moreno con el cabello castaño, igual que el de mi madre. El color de sus ojos es marrón, como los míos, y su cuerpo, ¿qué les puedo decir?, es la perdición de toda chica. Es mi hermano preferido, pero me odia en este instante. Duel