DamiánEl sonido que emite Lolo cuando ladra en la puerta de mi habitación hace que me despierte antes de la hora de siempre. Bostezo ante el sueño y miró a mi lado a mi hermosa esposa dormir.Antonella… una mujer sencilla, natural, espontánea y loca, logró atraparme a mí, al jodido diablo que no se dejaba mandar por nadie y menos por mujeres. Con ella soy todo lo contrario. Me dice “Lánzate de un puente” y lo hago. Me pide el mundo y se lo soy. Ante ella me pongo de rodillas. Ante ella me vuelvo tierno y romántico, y todo para verla sonreír. Quién pensaría que yo, el más rudo de todos, me volvería un poeta de mierda. Eso sí, solo para ella, porque para el resto de mundo que se jodan en el infierno.Mi motivo a vivir son mi madre y mi hermana, ahora también lo es mi cielo.¿Yo pensar en hijos? Eso jamás se me había ocurrido, es más, me cuidaba de eso. ¿Ahora? Ahora quiero cinco con mi cielo hermoso. Ella no quiere, pero ya verá que sí los tendremos. Bueno, serán seis, porque ya tenemo
DamiánMientras Antonella continúa durmiendo, yo miro el obsequio que ella recibió ayer por parte de Nicolas, junto con una nota donde volvía a resaltar que cada vez estaba más cerca de lograr recuperarla.Mis pensamientos en este instante son todo un desastre, no tengo la certeza de que sea él quien contacte con el hombre que intento causarle daño a Antonella, pero tampoco tengo a quien más responsabilizar. Podría ser cualquiera, algún resentido conmigo, por arruinar su negocio, por despreciar su trabajo o por no aceptar sus propuestas. Son tantos lo que puedan querer verme hundido, que no sabría decir con exactitud cuál es quien se acerca a ser el culpable. Este tema me va a volver loco.—Vamos a dormir. —Antonella palmea la cama invitándome.—No puedo, debo ir al trabajo. —me levanto de mi asiento solo para ir a darle un beso en la frente.—Hueles rico, diablo. Me gusta ese olor. —Absorbe todo mi aroma—. ¿Te vas a ver con alguien? —Toma asiento en la cama—. Estás muy guapo y perfu
Damián Ya casi es la hora de salida. Dani se fue luego de que yo le contara lo que ocurría. Mi cielo debe estar en casa ya, esperándome para irnos. Dani se encargó de que me dejen la habitación lista para cuando lleguemos, así Antonella de una vez verá su sorpresa. No puedo creer que yo, Damián Lancaster, haya recurrido a mi hermana para que diera las ideas. Soy un desastre. Decepciono a mi esposa al no haber sido yo quien tuviera ideas propias para sorprenderla. Termino de apagar mi portátil y de tomar las cosas que me voy a llevar, cuando de repente la puerta se abre, dejando a la vista a mi hermosa Antonella. Seguro está impaciente porque no fui temprano a casa.—¿Por qué has tardado tanto? —Coloca las manos en su cintura.—Nella, aún no es la hora de salida.La invito a tomar asiento, pero, como siempre, se niega.—Igual. —Camina hasta mi escritorio.—¿Ya tienes todo listo para el viaje?Asiente feliz de saber que nos tomaremos unos días.—Sí, solo falta el que pagará todo.
AntonellaEsa luz fuerte me hace despertar enojada. Me siento en la cama y observo a todos lado, buscando al culpable. Damián no está en la habitación, quién sabe a dónde iría. Bajo de la cama y camino hasta el baño. Me doy una ducha fría.Una vez lista, me encamino hasta la puerta para abrirla al escuchar que la camarera tocaba.—Señora Lancaster, su esposo, la esperaba abajo en el restaurante del hotel.Sonrío al escuchar eso.—Muchas gracias.Salgo de la habitación y me detengo en el ascensor. Espero a que las puertas se abran. Cuando eso pasa, mi vista se fija en… ¿Nicolás? —Antonella.¿Qué hace él aquí? —¿Estás siguiéndome?Mi pregunta lo toma por sorpresa.—¡¿Qué?! Estoy aquí por negocios. No tenía idea de que tú estarías aquí. —contesta con molestia.—N-Nico, lo siento… No, lo siento.Él sale del ascensor.—Estás hermosa. —Me recorre con la mirada—. Me cuesta creer que aún sigas con él, pero ¿sabes qué? —Detiene las puertas—. Aún sigues siendo mía y no voy a dar tregua. —Busc
DamiánSalgo del centro comercial tomado de la mano con mi cielo hermoso y discutiendo con ella porque ahora resulta ser que a mí Antonella se le metió en la cabeza entrenar defensa personal. ¡Yo puedo defenderla! No voy a dejar que se someta a eso. Puede lastimarse mientras entrena, y eso sería hacer que yo aniquile al idiota que la hirió, aunque no sea su culpa.—Voy a practicar quieras o no defensa personal. Tengo que defenderme sola y defenderte a ti.Metemos todas las bolsas en la camioneta.—No, mi respuesta es no, y si me desafías, me veré en la obligación de internarte en un psiquiatra.—Bueno, ve planeando como me internaras, porque yo tomaré clases de defensa personal.«Qué mujer tan molesta es mi cielo».—Puedes lastimarte gravemente, mi amor.Se sienta en mis piernas, como de costumbre.—No lo haré, diablo. De verdad es muy importante para mí defenderme y defenderte a ti. Entiendo que no tengo la misma fuerza que tú, pero ya verás que no dejaré que nadie me ponga ni una ma
AntonellaDamián y yo estamos de regreso en la casa. Mi bebé loco corre en mi dirección y ladra. De seguro me reclama el hecho de que lo abandonara. Lo subo a mis brazos y acaricio su melena. Lo apapacho como si fuese un osito. Francamente, lo extrañé.Damián nos contempla. Por más que se haga el duro termina vencido por nuestro cariño.—Si no regresaba pronto, tu madre me iba a quitar a la cabeza. —Lo toma y despeina su melena—. También te extrañé. Prometo llevarte para la próxima.Se ve tan tierno.—Serás un excelente padre, infierno.Mi comentario le llegó al fondo de su corazón. —Eso es lo que más deseo, Antonella. No quiero fallarte a ti ni a nuestros hijos.Y no lo hará, confío plenamente en él.—Verás que tendrás razón. Nuestros hijos serán muy afortunados de tenernos como padres y nosotros de tenerlos a ellos como nuestros hijos.Sus ojos se cristalizan —Ya quiero que ese momento llegue. Anhelo verte con tu barriga grande, estar a tu lado al momento que nuestro bebé llegue a
Damián—Damián, desde anoche hemos notado por las cámaras de seguridad que un auto ha rondado la calle, y también han tomado foto de la vigilancia de la mansión. —Bebo mi café mientras respondo unos correos y escucho atentamente a Franco.—¿Y hoy por la mañana? —inquiero.—No. También recibimos información de los escoltas que cuidan a su madre y el mismo vehículo estuvo rondando cerca de la casa donde vive y haciendo lo mismo que aquí. —Miro a Franco cuando menciona que han estado también vigilando a mi madre.—Eso es terrible, Damián. —Opina Trino, quien ha venido temprano a traerme unos informes, avise que no iba a poder ir hoy a la compañía porque Antonella había amanecido con fiebre.—No entiendo quién puede odiarme tanto para jugar conmigo de esta manera. Hemos intentado tratar de averiguar quién es la persona que está detrás de todo esto y no lo hallamos, es como si fuera un fantasma. —Golpeo el escritorio, este juego comienza a molestarme.—¿Y si lo que quieren es asustarte? —P
Damián—¡Franco! —Despierto gritando el nombre de Franco tras traer de recuerdo ese último momento del accidente, miro a mi alrededor y me encuentro con mi hermana y mi madre, quienes se me abalanzan encima al ver que he despertado.—Damián, hijo, gracias a dios, despertaste.—Dani… ¿Estás bien? —pregunto al ver que tiene rosetones en su rostro y una mano vendada.—Sí, no me paso nada malo, puedes quedarte tranquilo. —Miró mi mano y quito de ella la vía intravenosa para levantarme e ir a buscar a Antonella.—Damián, ¿Qué crees que haces? —inquiere mi madre.—Voy a buscar a mi esposa, ella… dime que está bien, madre. —Asiente confirmándome el estado de salud de mi esposa.—Está fuera de peligro, puedes estar tranquilo. —Niego a lo que me pide mi hermana. Yo necesito ir a verla y saber que en realidad está bien.Ellas podrían estar mintiéndome para que yo me quede tranquilo.—No intenten detenerme, voy a ir a verla. —Me bajo de la cama y mi madre y mi hermana intentan detenerme, en ese