Damián Ya casi es la hora de salida. Dani se fue luego de que yo le contara lo que ocurría. Mi cielo debe estar en casa ya, esperándome para irnos. Dani se encargó de que me dejen la habitación lista para cuando lleguemos, así Antonella de una vez verá su sorpresa. No puedo creer que yo, Damián Lancaster, haya recurrido a mi hermana para que diera las ideas. Soy un desastre. Decepciono a mi esposa al no haber sido yo quien tuviera ideas propias para sorprenderla. Termino de apagar mi portátil y de tomar las cosas que me voy a llevar, cuando de repente la puerta se abre, dejando a la vista a mi hermosa Antonella. Seguro está impaciente porque no fui temprano a casa.—¿Por qué has tardado tanto? —Coloca las manos en su cintura.—Nella, aún no es la hora de salida.La invito a tomar asiento, pero, como siempre, se niega.—Igual. —Camina hasta mi escritorio.—¿Ya tienes todo listo para el viaje?Asiente feliz de saber que nos tomaremos unos días.—Sí, solo falta el que pagará todo.
AntonellaEsa luz fuerte me hace despertar enojada. Me siento en la cama y observo a todos lado, buscando al culpable. Damián no está en la habitación, quién sabe a dónde iría. Bajo de la cama y camino hasta el baño. Me doy una ducha fría.Una vez lista, me encamino hasta la puerta para abrirla al escuchar que la camarera tocaba.—Señora Lancaster, su esposo, la esperaba abajo en el restaurante del hotel.Sonrío al escuchar eso.—Muchas gracias.Salgo de la habitación y me detengo en el ascensor. Espero a que las puertas se abran. Cuando eso pasa, mi vista se fija en… ¿Nicolás? —Antonella.¿Qué hace él aquí? —¿Estás siguiéndome?Mi pregunta lo toma por sorpresa.—¡¿Qué?! Estoy aquí por negocios. No tenía idea de que tú estarías aquí. —contesta con molestia.—N-Nico, lo siento… No, lo siento.Él sale del ascensor.—Estás hermosa. —Me recorre con la mirada—. Me cuesta creer que aún sigas con él, pero ¿sabes qué? —Detiene las puertas—. Aún sigues siendo mía y no voy a dar tregua. —Busc
DamiánSalgo del centro comercial tomado de la mano con mi cielo hermoso y discutiendo con ella porque ahora resulta ser que a mí Antonella se le metió en la cabeza entrenar defensa personal. ¡Yo puedo defenderla! No voy a dejar que se someta a eso. Puede lastimarse mientras entrena, y eso sería hacer que yo aniquile al idiota que la hirió, aunque no sea su culpa.—Voy a practicar quieras o no defensa personal. Tengo que defenderme sola y defenderte a ti.Metemos todas las bolsas en la camioneta.—No, mi respuesta es no, y si me desafías, me veré en la obligación de internarte en un psiquiatra.—Bueno, ve planeando como me internaras, porque yo tomaré clases de defensa personal.«Qué mujer tan molesta es mi cielo».—Puedes lastimarte gravemente, mi amor.Se sienta en mis piernas, como de costumbre.—No lo haré, diablo. De verdad es muy importante para mí defenderme y defenderte a ti. Entiendo que no tengo la misma fuerza que tú, pero ya verás que no dejaré que nadie me ponga ni una ma
AntonellaDamián y yo estamos de regreso en la casa. Mi bebé loco corre en mi dirección y ladra. De seguro me reclama el hecho de que lo abandonara. Lo subo a mis brazos y acaricio su melena. Lo apapacho como si fuese un osito. Francamente, lo extrañé.Damián nos contempla. Por más que se haga el duro termina vencido por nuestro cariño.—Si no regresaba pronto, tu madre me iba a quitar a la cabeza. —Lo toma y despeina su melena—. También te extrañé. Prometo llevarte para la próxima.Se ve tan tierno.—Serás un excelente padre, infierno.Mi comentario le llegó al fondo de su corazón. —Eso es lo que más deseo, Antonella. No quiero fallarte a ti ni a nuestros hijos.Y no lo hará, confío plenamente en él.—Verás que tendrás razón. Nuestros hijos serán muy afortunados de tenernos como padres y nosotros de tenerlos a ellos como nuestros hijos.Sus ojos se cristalizan —Ya quiero que ese momento llegue. Anhelo verte con tu barriga grande, estar a tu lado al momento que nuestro bebé llegue a
Damián—Damián, desde anoche hemos notado por las cámaras de seguridad que un auto ha rondado la calle, y también han tomado foto de la vigilancia de la mansión. —Bebo mi café mientras respondo unos correos y escucho atentamente a Franco.—¿Y hoy por la mañana? —inquiero.—No. También recibimos información de los escoltas que cuidan a su madre y el mismo vehículo estuvo rondando cerca de la casa donde vive y haciendo lo mismo que aquí. —Miro a Franco cuando menciona que han estado también vigilando a mi madre.—Eso es terrible, Damián. —Opina Trino, quien ha venido temprano a traerme unos informes, avise que no iba a poder ir hoy a la compañía porque Antonella había amanecido con fiebre.—No entiendo quién puede odiarme tanto para jugar conmigo de esta manera. Hemos intentado tratar de averiguar quién es la persona que está detrás de todo esto y no lo hallamos, es como si fuera un fantasma. —Golpeo el escritorio, este juego comienza a molestarme.—¿Y si lo que quieren es asustarte? —P
Damián—¡Franco! —Despierto gritando el nombre de Franco tras traer de recuerdo ese último momento del accidente, miro a mi alrededor y me encuentro con mi hermana y mi madre, quienes se me abalanzan encima al ver que he despertado.—Damián, hijo, gracias a dios, despertaste.—Dani… ¿Estás bien? —pregunto al ver que tiene rosetones en su rostro y una mano vendada.—Sí, no me paso nada malo, puedes quedarte tranquilo. —Miró mi mano y quito de ella la vía intravenosa para levantarme e ir a buscar a Antonella.—Damián, ¿Qué crees que haces? —inquiere mi madre.—Voy a buscar a mi esposa, ella… dime que está bien, madre. —Asiente confirmándome el estado de salud de mi esposa.—Está fuera de peligro, puedes estar tranquilo. —Niego a lo que me pide mi hermana. Yo necesito ir a verla y saber que en realidad está bien.Ellas podrían estar mintiéndome para que yo me quede tranquilo.—No intenten detenerme, voy a ir a verla. —Me bajo de la cama y mi madre y mi hermana intentan detenerme, en ese
Damián—¿Franco, Xandro, cómo están?—Muy bien, Franco está recuperándose rápido, y Xandro por su lado está en perfectas condiciones. —Me informa Renzo.—¿Han averiguado de lo que sucedió en mi casa? —Inquiero aprovechando la oportunidad de que a Antonella se la han llevado para hacerle otros exámenes.No había querido tocar frente a ella este tema de la explosión en mi casa.—Fuga de gas en la cocina. —Arrugo mi entrecejo a lo que me indica Renzo. Veo muy imposible que en mi casa hubiera fuga de gas cuando soy meticuloso con mi hogar.—De ser así, ¿cómo fue posible?, algo debió ocasionar la fuga, o alguien. —Estoy en este momento donde comienzo a sospechar sobre cualquier cosa.No me resultaría extraño que lo que sucedió fuera planeado por alguien.—Bueno, hasta el momento no han encontrado nada más que una fuga. —Me informa Trino.—¿Cómo quedó mi casa? —Renzo y Trino se miran.—Echa un asco, por el momento deberás vivir en otro lado. Aún conservas tu pent-house —Miro a Trino de malh
AntonellaLo que menos me esperaba en estos momentos de mi vida, era tener que encontrarme en la habitación de una clínica, a mi esposo besándose con una mujer que fue su amante, y lo peor de todo, que la enfermera y mi madre tuvieran que también presenciarlo. Debe tener una buena explicación para esto, porque de no tenerla haría que este matrimonio llegara hasta aquí. Una vez le dije que no iba a tolerar más infidelidades de su parte, espero que esto, y confío en que así sea, solo haya sido una broma pesada de esa mujerzuela. —Antonella…—¿Qué significa todo esto, Damián? —Mi madre se ocupa de inquirir, justo en el momento que aparece Daniela.—¿Pasa algo? —ella pregunta al notar la tensión que existe en la habitación.—De todo, tu hermano se estaba besando con una antigua amante. —Digo, quizás esté siendo dramática, porque en el fondo de mi corazón quiero creer, quiero confiar que Damián no lo pidió, y que ella se atrevió a hacerlo.—¡¿Qué?! —Grita mi cuñada y centra su mirada en